1. Introducción
En “La región más transparente”, la primera novela del autor mexicano Carlos Fuentes, que vió la luz en el año 1958, se van ofreciendo diversos temas de la vida mexicana, y aunque la acción principal se sitúa en los comienzos de los años cincuenta del siglo XX, la novela abarca distintas épocas y acontecimientos de la historia mexicana. El autor emplea un gran número de personajes cuyos pensamientos, creencias y acciones se desarrollan en torno a la época de Porfirio Díaz, el tiempo de la Revolución mexicana o los momentos posrevolucionarios.
Pero Fuentes no deja escapar otro período de la historia de México. Con mayor intensidad se refiere a contenidos de la mitoligía azteca, cuyo simbolismo particular se pone en relación con el sentido central del relato. Alusiones concretas o esporádicas a temas y personajes de la antigua cultura salpican la obra y crean una atmósfera mística y peculiar. A la estructura interna, articulada en torno al motivo de la “búsqueda del sacrificio”, se han de añadir las referencias directas que en varios momentos del relato hacen los “guardianes” a dioses y ritos prehispánicos, o el paralelismo que en cierto momento se sugiere entre ellos y deidades del panteón azteca .
Índice:
1. Introducción
2. La cultura azteca
2.1 La creación del mundo y del hombre según la mitología nahua
2.2 El panteón azteca
2.3 La cosmovisión de los aztecas
2.4 El ciclo azteca
3. La simbología azteca en “La región más transparente”
3.1 La armazón narrativa
3.2 El estilo
4. Los guardianes del orden antiguo azteca
4.1 Teódula Moctezuma
4. 2 Ixca Cienfuegos
5. Conclusión
6. Bibliografía
1. Introducción
En “La región más transparente”, la primera novela del autor mexicano Carlos Fuentes, que vió la luz en el año 1958, se van ofreciendo diversos temas de la vida mexicana, y aunque la acción principal se sitúa en los comienzos de los años cincuenta del siglo XX, la novela abarca distintas épocas y acontecimientos de la historia mexicana. El autor emplea un gran número de personajes cuyos pensamientos, creencias y acciones se desarrollan en torno a la época de Porfirio Díaz, el tiempo de la Revolución mexicana o los momentos posrevolucionarios.
Pero Fuentes no deja escapar otro período de la historia de México. Con mayor intensidad se refiere a contenidos de la mitoligía azteca, cuyo simbolismo particular se pone en relación con el sentido central del relato. Alusiones concretas o esporádicas a temas y personajes de la antigua cultura salpican la obra y crean una atmósfera mística y peculiar. A la estructura interna, articulada en torno al motivo de la “búsqueda del sacrificio”, se han de añadir las referencias directas que en varios momentos del relato hacen los “guardianes” a dioses y ritos prehispánicos, o el paralelismo que en cierto momento se sugiere entre ellos y deidades del panteón azteca .
Los propósitos de este trabajo consisten en, basándome en un breve resumen de la cultura azteca, primero, examinar la vertiente mitológica de la novela para analizar cómo consigue el escritor entretejer estos símbolos y conceptos de la cultura prehispánica en un contexto moderno y, segundo, por qué utiliza el motivo azteca de una época ya pasada restableciéndolo en el siglo XX.
2. La cultura azteca
Comenzaré el resumen sobre el mundo azteca con un breve relato de cómo fue creado este, para después analizar las deidades del panteón azteca y la cosmovisión del pueblo del Sol.
2.1 La creación del mundo y del hombre según la mitología nahua
En el año 1-Conejo se fundaron la tierra y el cielo. Cuando se fundaron la tierra y el cielo habían existido ya cuatro clases de hombres, cuatro clases de vidas.[1] Cada una de ellas había existido en un Sol. Así explica el mito nahua de los cinco soles el devenir del hombre y su final inevitable. Nuestro mundo, llamado también la quinta edad, fue precedido por cuatro mundos que terminaron en cataclismos.
Según el Códice Chimalpopoca[2], el primer Sol que fue cimentado, se llamó Sol de Tigre. Estos que aquí moraron por primera vez, fueron devorados de los tigres. Vivieron 676 años, hasta que perecieron y se acabaron. Entonces desapareció el Sol que tenía a Tezcatlipoca como dios reinante, quien, al final se transformó en el Sol.
Se cimentó luego el segundo Sol. Se llamaba Sol de Viento. Estos que por segunda vez moraron, fueron llevados del viento. En cuanto desaparecieron, llevados del viento, se volvieron monos. A este Sol asimismo se lo llevó el viento. Los que existieron en esta edad vivieron 364 años y su gobernante divino era Quetzalcóatl.
Por tercera vez se cimentó el Sol. Se llamaba Sol de Lluvia de Fuego. Los que vivieron en él se destruyeron porque les llovió fuego y se volvieron gallinas. Vivieron 312 años. El dios de la Lluvia, Tlaloc, dió luz al mundo en la tercera época.
Entonces se cimentó la cuarta edad llamada Sol de Agua. Sus habitantes moraron en ella 676 años, hasta que se destruyeron, se anegaron y se volvieron peces. Chalchihuitlicue, “Nuestra Señora de la Falda de Turquesas”, era la diosa del Agua, quien gobernaba sobre la cuarta humanidad.
Entre el final del cuarto y el principio del quinto Sol, en los que actualmente existimos, se situaba un período de transición, que habría durado dos veces 13 años, en el cual los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca decidieron volver a levantar el cielo. A lo largo del octavo año, dentro de este periodo, fueron creados los macehualtin, los hombres del pueblo. La humanidad actual pues debe su existencia a Quetzalcóatl. Es en efecto él que bajó a los infiernos a robar los huesos resecos de los muertos y los roció con su propia sangre para volverlos a la vida.
Después, los dioses decidieron crear el Sol. Pero se necesitaban hombres para el sol futuro, se necesitaba derramar sangre y alimentar al astro. Y no se les puede conseguir sino matandolos, a través del sacrificio o de la guerra. El segundo año de la segunda serie, era el del nacimiento del Sol. El quinto Sol se llama Sol de Movimiento, porque se mueve, sigue su camino. Todo el quinto sol estará dominado por este gran tema de la muerte y del renacer, del sacrificio necesario para la vida de los astros y del universo. En él habrá hambre y así pereceremos. Está bajo el dominio del Dios Sol, Tonatiuh.
2.2 El panteón azteca
“Los aztecas disfrutaban en México de la reputación de ser los más religiosos de los indios. De hecho, su religión, simple y total, o principalmente astral en el origen, se había enriquecido y complicado bajo el efecto de sus contactos con los pueblos sedentarios y civilizados del Centro. Después, a medida que se extendía su Imperio, se anexionaron codiciosamente los dioses y los ritos de las tribus lejanas. A principios del siglo XVI, su religión, que dominaba todos los aspectos de su vida, constituía una síntesis aún imperfecta de las creencias y cultos de orígenes muy diversos.”[3]
De hecho su ideología se basaba en un mito solar, centrado en el nacimiento milagroso del dios tribal del Sol. Este dios sol, que llevaba vida con su aparición diaria, estaba al frente del panteón azteca.[4] Huitzilopochtli[5], el Mago Colibrí, dios guía de la tribu, encarnaba el sol del mediodía. Fue él quien los guió del Norte a la tierra prometida de México-Tenochtitlán. Según el mito él nace cada día del vientre de su madre, la tierra, y muere todas las noches para alumbrar con su luz apagada el mundo de los muertos. Pero para traer el nuevo día debía combatir con la noche, las estrellas y la luna. Y porque él libraba estas batallas por el pueblo, los aztecas solamente podían pagarle nutriéndolo con la sangre humana. Si no eran nutridos los dioses benéficos, ellos dejarían de proteger a los hombres de los otros dioses y esto podría conducir a la destrucción total del mundo.[6] Además se lo consideraba el dios de la guerra, el fundamento de las guerras floridas o las guerras santas. Él mismo era el guerrero siempre joven que libraba batallas con los otros dioses, por la supervivencia del hombre. Huitzilopochtli era una deidad sanguinaria y justificación de los ríos de sangre de innumerables sacrificios humanos.
Se decía que Huitzilopochtli era hijo de la diosa Coatlicue, la llamada “Falda de Serpientes”. El mito de Huitzilopochtli relata que cierto día en que Coatlicue reposaba cayó sobre ella una bola de plumas. La diosa la recogió y la guardó en su pecho. Pero poco después advirtió que iba a ser madre. Sus 400 Hijos del Sur decidieron dar la muerte a su madre pero Huitzilopochtli, poderosamente armado y bellamente adornado con plumas de colibrí les hizo frente y dió muerte a la mayoría de sus enemigos.
Si Huitzilopochtli dominaba el panteón azteca, otro dios astral, Tezcatlipoca, le igualaba casi en importancia. Tezcatlipoca, símbolo de la Osa Mayor y del cielo nocturno, “viento de la noche”, lo veía todo mientras permanecía invisible.[7] Este dios, conocido también como “el espejo humeante” se podía asociar al mismo tiempo con la muerte, los banquetes, los tramposos, los hechiceros, el jaguar, la justicia, el castigo, y con otros fenómenos.[8] Es un dios omnipresente, que se encuentra en todas partes.
En profundo contraste con este dios implacable, los mexicanos adoraban al mencionado más arriba, Quetzalcóatl, cuyo nombre significa “serpiente alada”. Era esta divinidad, de origen tolteca, un dios del aire, creador y benefactor de la civilización, según las creencias aztecas. Era la única excepción entre los dioses aztecas que no quiso sacrificar más que mariposas, pájaros y serpientes.[9]
[...]
[1] Vid. Códice Chimalpopoca: anales de Cuautitlán y leyenda de los soles, Traducción por Primo Feliciano Velázquez, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1975, pp. 119 y ss.
[2] El llamado Códice Chimalpopoca fue escrito en el año 1558 en la lengua náhuatl. Existen varias interpretaciones sobre los soles cosmogónicos, pero yo me refiero a este porque ”...por su parte, Carlos Fuentes se documenta en los Anales de Cuautitlán o Códice Chimalpopoca.” Vid. Georgina Gutiérrez, en: Fuentes, Carlos: La región más transparente, Edición de García Gutiérrez, Georgina, Madrid, Cátedra, 1999, p.145
[3] Soustelle, Jacques: Los aztecas, Barcelona, 1980, p. 81
[4] El panteón azteca se compone de numerosos dioses que no están mencionados en este trabajo. En la selección tuve en cuenta no sólo las deidades con mayor importancia para el tribu azteca sino también ellos a los que alude Carlos Fuentes en su novela “La región más transparente”.
[5] Con respecto al modo de escribir, tanto el nombre de este dios como de todos a los que me refiero, sigo la ortografía de G. Vaillant en “La civilización azteca”
[6] Vid. Hagen, Victor W. von: Los aztecas. Hombre y tribu, México, Ed. Diana, 1978, pp. 174 y ss.
[7] Vid. Soustelle, Jacques: Los aztecas, Barcelona, 1980, p. 82
[8] Según Conrad, Geoffrey W. y Demarest, Arthur A.: Religión e imperio. Dinámica del expansionismo azteca e inca, Madrid, Alianza Ed., 1988, p. 47 “...las principales divinidades no eran dioses en el sentido occidental; más bien eran conjuntos divinos que podían revelarse en un sinfín de aspectos, según las concretas asociaciones espaciales y temporales.”
[9] Vid. Soustelle, Jacques: Los aztecas, Barcelona, 1980, p. 90 y s.
- Citar trabajo
- Magister Artium Neviana Peneva (Autor), 2005, Carlos Fuentes y la cultura azteca en "La región más transparente", Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/89637
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