Es 1941. El dramaturgo Enrique Jardiel Poncela goza de gran éxito después de haber estrenado su comedia “Los ladrones somos gente honrada”. Él mismo la incluye entre sus “comedias sin corazón”, diciendo:
“Todas ellas construidas bajo disciplinas artísticas exasperadamente cómicas, igual que las restantes, se diferencian de ellas [...] en que en su entraña no fluye, como en las otras, ninguna corriente sentimental, que fertilice su estructura, ni se hallan apoyadas, como lo están las otrás también, en ningún cimiento psicológico, pasional, metafísico o filosófico que las preste su solidez y justificación vitales. Son comedias de simple y estricta diversión…”
Más allá de la clasificación de Jardiel Poncela, tal como lo denuncia el subtítulo Comedia casi policíaca en un prólogo y dos actos, “Los ladrones somos gente honrada” debe incluirse entre las comedias de intriga o misterio. Y como es debido para la literatura policíaca, todo se articula en función de la creación y el mantenimiento de la intriga. Hasta aquí nada de nuevo ni de sorprendente si no fuera la pieza una comedia jardielesca.
Lo que quiere decir, que lo misterioso se funde perféctamente con el humor inverosímil tan propio del teatro de Jardiel Poncela para convertir la obra en un inagotable fuente de comicidad.
Pasando brevemente por las tendencias teatrales de los años 40 del siglo XX y aclarando uno de los aspectos de la estética teatral de Jardiel, lo inverosímil, centraré mi atención en los recursos literarios, tanto lingüísticos como situacionales que aportan lo humorístico, en lo que es el propósito general de este trabajo y intentaré responder a la pregunta ¿cuál es su función en la comedia? Antes de empezar con el análisis de la obra y matizar el tema en cuestión me gustaría hacer un breve resumen de las tendencias teatrales de posguerra que de una u otra manera han influido en la obra escénica de Jardiel Poncela para que podamos después ordenar la comedia en su debido sitio.
Según la clasificación de Alás-Brun, la década de los 40 comprende tres grandes tendencias: la continuista, la circunstancial y la corriente renovadora.
Prestamos primero atención a la tercera, que de hecho, es la comedia de humor iniciada antes de la guerra civil. Precisamente con este ambiente teatral, es decir, con el teatro cómico vinculamos al dramaturgo Jardiel Poncela y su obra escénica de posguerra.
Índice:
1. Introducción
2. La estética teatral de Jardiel Poncela
2.1 Lo inverosímil en su obra escénica
3. Recursos humorísticos empleados en la comedia “Los ladrones somos gente honrada”
3.1. Recursos lingüísticos
3.2 Recursos situacionales
4. ¿Una comedia de evasión? La función de los recursos humorísticos
5. Conclusión
1. Introducción
Es 1941. El dramaturgo Enrique Jardiel Poncela goza de gran éxito después de haber estrenado su comedia “Los ladrones somos gente honrada”. Él mismo la incluye entre sus “comedias sin corazón”, diciendo:
“Todas ellas construidas bajo disciplinas artísticas exasperadamente cómicas, igual que las restantes, se diferencian de ellas [...] en que en su entraña no fluye, como en las otras, ninguna corriente sentimental, que fertilice su estructura, ni se hallan apoyadas, como lo están las otrás también, en ningún cimiento psicológico, pasional, metafísico o filosófico que las preste su solidez y justificación vitales. Son comedias de simple y estricta diversión…”[1]
Más allá de la clasificación de Jardiel Poncela, tal como lo denuncia el subtítulo Comedia casi policíaca en un prólogo y dos actos,“Los ladrones somos gente honrada” debe incluirse entre las comedias de intriga o misterio. Y como es debido para la literatura policíaca, todo se articula en función de la creación y el mantenimiento de la intriga. Hasta aquí nada de nuevo ni de sorprendente si no fuera la pieza una comedia jardielesca.
Lo que quiere decir, que lo misterioso se funde perféctamente con el humor inverosímil tan propio del teatro de Jardiel Poncela para convertir la obra en un inagotable fuente de comicidad.
Pasando brevemente por las tendencias teatrales de los años 40 del siglo XX y aclarando uno de los aspectos de la estética teatral de Jardiel, lo inverosímil, centraré mi atención en los recursos literarios, tanto lingüísticos como situacionales que aportan lo humorístico, en lo que es el propósito general de este trabajo y intentaré responder a la pregunta ¿cuál es su función en la comedia?
2. La estética teatral de Jardiel Poncela
Antes de empezar con el análisis de la obra y matizar el tema en cuestión me gustaría hacer un breve resumen de las tendencias teatrales de posguerra[2] que de una u otra manera han influido en la obra escénica de Jardiel Poncela para que podamos después ordenar la comedia en su debido sitio.
Según la clasificación de Alás-Brun, la década de los 40 comprende tres grandes tendencias: la continuista, la circunstancial y la corriente renovadora.[3]
Prestamos primero atención a la tercera, que de hecho, es la comedia de humor iniciada antes de la guerra civil. Precisamente con este ambiente teatral, es decir, con el teatro cómico vinculamos al dramaturgo Jardiel Poncela y su obra escénica de posguerra.
Sin embargo su carrera de dramaturgo había empezado mucho más antes. Aunque a lo largo de la primera década del siglo XX había escrito muchas piezas teatrales, su carrera de dramaturgo empieza en 1927 con el estreno de Una noche de primavera sin sue ño. Las obras escritas antes de la guerra civil son buen ejemplo de su teatro de lo inverosímil. Después de la guerra civil, sin producirse alguna ruptura con su teatro anterior, sigue escribiendo hasta 1949.[4]
Ya se ha mencionado que lo inverosímil es una de las características principales de su teatro. Todo aquello que se escape de lo normal, que conduzca al ilogicismo y a la provocación se encuentra en sus comedias. La crítica lo confirma: “Lo inverosímil es verdaderamente la base fundamental sobre la que Jardiel construye su obra, de manera deliberada y consciente.”[5]
Su participación en las revistas Buen Humor y Gutiérrez[6] y su amistad con Ramón Gómez de la Serna[7] influyeron en su modo de escribir en porvenir.[8] La fusión de los dos hechos constituirá el factor decisivo que le ayude a alcanzar sus objetivos en lo inverosímil, que va a constituir el núcleo temático de sus tramas.
2.1 Lo inverosímil en su obra escénica
A la hora de declarar sus principios, en uno de los muchos textos teóricos que dedicó a exponer sus ideas sobre el teatro, leemos las siguientes palabras:
“¿Y qué valor puede tener para decirse o para representarse en un escenario lo que piensan todos, lo que les ha ocurrido a todos? [...] ¿Pues no sería mejor, pues no tendría un valor y una calidad superiores que lo que se dijera en el escenario no fuera lo corriente y lo que piensan todos, sino lo excepcional y lo que no ha pensado ninguno?¿Pues no estaría más de acuerdo con la propia esencia del Teatro que lo que en el escenario sucediese no fuera lo vulgar y lo que les ha ocurrido a todos, sino lo extraordinario, lo imposible, lo que a ninguno le ha ocurrido ni podrá ocurrirle nunca?[...] El incorporar la fantasía y la inverosimilitud a la escena era el blanco al que dirigí mis flechas. ..”[9]
Jardiel defiende con una convicción apasionada la inverosimilitud como principio artístico:
“Y en todas las comedias que he producido hasta el presente, incluso en aquellas no susceptibles de incluirse en el grupo de las «sin corazón» se encuentra la fantasía-la imaginación, la inverosimilitud – presidiendo el tema, la acción, los tipos y el diálogo, conducta, fin y objeto qie pienso guardar asimismo fielmente en el futuro. […] Desear lo vulgar es perderse en la masa maloliente del rebaño. Desear lo inverosímil es acercarse a la Divinidad. [...] Lo inverosímil es el sueño. Lo vulgar es el ronquido. La humanidad ronca pero el artista está en la obligación de hacerla soñar. O no es artista“[10]
Al mismo tiempo que rechazaba el teatro tradicionalista[11] por apreciar éste lo corriente y lo vulgar, aspiraba a innovación en el teatro apostando por lo inverosímil y por la fantasía.
3. Recursos humorísticos empleados en la comedia “Los ladrones somos gente honrada”
Una vez aclarado uno de los aspectos de la estética jardielesca[12] indiscutible, pasamos al asunto principal de este trabajo. Como ya se ha indicado, Jardiel abogó por un humor nuevo. Y aunque lo llamó “asqueroso” y se propuso superarlo[13], es la corriente continuista de la que partió y a la que inyectó su intención renovadora. Como ha señalado María Montserrat Alás-Brun „Frente a las limitaciones tradicionales del género cómico, sus obras aspiran a alcanzar mayor universalidad,
al desprenderse de los rasgos regionales o locales estereotipados”.[14]
Para la conseguir este humor nuevo, Jardiel apostó por un humor de base intelectual que integrara tanto los aspectos lingüísticos como los situacionales:
“En cuanto a la realización, mis propositos eran igualmente definidos y sintéticos, a saber:
posible novedad en los temas;
peculiaridad en el diálogo;
supresión de antecedentes;
posible novedad en las situaciones;
novedad en los enfoques y en los desarrollos.“[15]
Por ese motivo hice la división de los recursos humorísticos, empleados en la obra, en lingüísticos y situacionales intentando colocarlos en una escala desde los recursos fáciles y empleados en el teatro de la época, es decir, diálogos y situaciones que provocan risa sin más esfuerzo, hasta los recursos que para provocar la risa presuponen que los espectadores se esfuercen más.[16] En cuanto a los primeros, como veremos en adelante, Jardiel Poncela evidentemente recurre en ocasiones a algunos de los componentes de la vieja comedia.[17] Pero, sin ninguna duda, los últimos son los que, en mi opinión, constituyen el rasgo característico del teatro jardielesco.
[...]
[1] Jardiel Poncela, Enrique: Obras completas II, México D.F., Ed. Ahrmex, 1958, pp. 1747
[2] Quiero advertir que unos de los movimientos teatrales tratados aquí existieron ya antes de la Guerra civil. Tampoco me propuse ofrecer una amplia clasificación y descripción de todas las tendencies durante la década de los 40.
[3] Alás –Brun, María Montserrat: De la comedia del disparate al teatro del absurdo (1939-1946), Barcelona: P.P.U., 1995, pp.36 y ss.
[4] Vid. Ruíz Ramón, Francisco: Historia del Teatro Espa ñol. Siglo XX, Madrid, Cátedra, 1986, p.269
[5] Alás –Brun, María Montserrat: De la comedia del disparate al teatro del absurdo (1939-1946), Barcelona: P.P.U., 1995, p. 44
[6] Desde 1922 Jardiel Poncela empieza a publicar en Buen Humor. En 1931 abandona la revista y empieza a escribir en Gutiérrez.
[7] Jardiel asiste a su tertulia en café Pombo.
[8] Más sobre este tema en Torrijos Carrillo, José María: El otro grupo del 27: del humor al teatro, 1989 y Burguera Nadal, María Luisa y Fortuño Llorens, Santiago: La Vanguardia y el humorismo. La otra generación del 27, 1998
[9] Jardiel Poncela, Enrique: Obras completas II, México D.F., Ed. Ahrmex, 1958, p.1752
[10] Ibíd. p.1753
[11] Según Alás-Brun en esta tendencia continuista „predominan tres subgéneros: la comedia benaventina, el sainete y el melodrama.” en: Alás –Brun, María Montserrat: De la comedia del disparate al teatro del absurdo (1939-1946), Barcelona: P.P.U., 1995, pp.36 y ss.
[12] Fuera de este trabajo, ya que no me pareció relacionado con el tema, queda el concepto orteguiano de la deshumanización del arte que Jardiel Poncela convirtió en meta principal en otras comedias suyas.
[13] Jardiel Poncela, Enrique: Obras completas II, México D.F., Ed. Ahrmex, 1958, pp. 1751 y ss.
[14] Alás –Brun, María Montserrat: De la comedia del disparate al teatro del absurdo (1939-1946), Barcelona: P.P.U., 1995, p.70
[15] Jardiel Poncela, Enrique: Obras completas II, México D.F., Ed. Ahrmex, 1958, p. 137
[16] Al escoger los recursos mencionados en mi trabajo me he basado en el Taller de lectura que se encuentra en: Valls, Fernando y Roas, David: en: Jardiel Poncela, Enrique: Los ladrones somos gente honrada, Edición de Fernando Valls y David Roas, Madrid, Espasa Calpe, 2004
[17] Ibíd. p. 40
- Citar trabajo
- Magister Artium Neviana Peneva (Autor), 2005, Recursos humorísticos y su función en la comedia de Enrique Jardiel Poncela Los ladrones somos gente honrada, Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/89502
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