La imitación de renombrados autores es practicamente tan antigua como la literatura misma, desde que existen los primeros textos se han orientado las nuevas generaciones en su ejemplo tratando de compararse con modelos históricos y buscando a través de ello la superación y el reconocimiento personal. Los justificativos para dicha imitación se retrotraen entre otros a Horacio quien en sus obras calificara a Píndaro como cisne que vuela alto y canta fuerte y a sí mismo como humilde abeja que recoge laboriosamente el nectar de distintas flores . La modalidad de la imitación de dichos y posteriores autores se conservará entonces durante los siglos posteriores en la literatura de la edad media y resurgirá aún más vehementemente durante el renacentismo llegandose a considerar incluso como despreciables a las obras que no pretendieran imitar a los clásicos. Sin embargo no falto quien considerara que la originalidad también debía de ser apreciada y fomentara la variación dentro de la imitación como modelo apartandose así de los canones ciceronianos.
Dentro del marco que se establece entre la reproducción de sentimientos auténticos y la imitación premeditada y conciente busca el presente trabajo dilucidar la postura de Garcilaso de la Vega frente a las acostumbradas prácticas de la imitatio, como así también la relación que lo vinculaba a los autores italianos en particular a Petrarca.
Indice
Introducción
Garcilaso entre imitatio y aemulatio
El petrarquismo en el soneto XVIII
Conclusión
Introducción
La imitación de renombrados autores es practicamente tan antigua como la literatura misma, desde que existen los primeros textos se han orientado las nuevas generaciones en su ejemplo tratando de compararse con modelos históricos y buscando a través de ello la superación y el reconocimiento personal. Según puede observarse fueron los latinos mismos los primeros imitadores, en este caso de los ya experimentados griegos. Los justificativos para dicha imitación se retrotraen entre otros al mismo Horacio quien en sus obras calificara a Píndaro como cisne que vuela alto y canta fuerte y a sí mismo como humilde abeja que recoge laboriosamente el nectar de distintas flores[1]. La modalidad de la imitación de dichos y posteriores autores se conservará entonces durante los siglos posteriores en la literatura de la edad media y resurgirá aún más vehementemente durante el renacentismo llegandose a considerar incluso como despreciables a las obras que no pretendieran imitar a los clásicos. El Brocense decía en sus comentarios "digo y affirmo que no tengo por buen poeta al que no imita a los excelentes antiguos. Y si me preguntan porque entre tantos millares de poetas como nuestra España tiene, tan pocos se pueden contar dignos de este nombre, digo que no ay otra razon, sino porque les faltan las sciencias, lengua y doctrinas para saber imitar"[2] Sin embargo no falto quien considerara que la originalidad también debía de ser apreciada y fomentara la variación dentro de la imitación como modelo apartandose así de los canones ciceronianos.
Dentro del marco que se establece entre la reproducción de sentimientos auténticos y la imitación premeditada y conciente busca el presente trabajo dilucidar la postura de Garcilaso de la Vega frente a las acostumbradas practicas de la imitatio, como así también la relación que lo vinculaba a los autores italianos en particular a Petrarca, cuya obra según es ampliamente reconocido a tenido una influencia abrumadora.
Garcilaso entre imitatio y emulatio
Imitatio y aemulatio se dejaron sentir entonces entre muchos de los autores del renacimiento y no escaparon a Garcilaso de la Vega. Desde que sus obras salieran a la luz han buscado sus comentaristas marcar los pasajes donde la influencia de otros autores se veería plasmada, por otro lado la profundidad de los sentimientos expresados, el dolor manifiesto y los incomparables cánticos al amor junto con los muchos prejuicios que condenan al plagio y a la imitación han llevado a muchos de los críticos posteriores a establecer una relación directa con la vida sentimental del autor valorizando de esta manera su originalidad. Dicha busqueda de comparación entre la vida del autor y sus motivos para la lírica condujo incluso a algunos de los grandes críticos como R. Lapesa a organizar una cronología de las obras de Garcilaso basandose en la presunta alusión en los sonetos y églogas a su relación con Isabel Freire o, luego de su fallecimiento, a la desconocida dama napolitana. Brigitte Mager dice al respecto: "Lange Zeit blieb die Garcilasokritik dabei, in seinem Werk, den schmerzlichen Ausdruck authentische Gefühle, erlebte Innerlichkeit zu postulieren, sogar wenn sie sich mehr auf die zweite Komponente, die Imitatio, konzentriert hat."[3]
A partir de los años 70 voces críticas como la de Daniel L. Heiple, I. Navarrete, Anne Cruz y otras señalan la posibilidad de que la imitación de autores antiguos, italianos y coterraneos sea aún más relevante de la supuesta hasta el momento y por lo tanto la profundidad de sentimientos retratada no surja desde la misma vida sentimental del autor sino como manifiesto intencional y conciente. Incluso se ha llegado a afirmar que Isabel Freire y Garcilaso podrían no haberse conocido nunca y que el mito de su amor data de un siglo mas tarde.[4] Heiple luego de considerar la autenticidad de los sentimientos en Garcilaso como irrelevantes lo define como "a serius thinker struggling with new material and norms of poetic expression; a stylist and wit who often takes a critical stance to examine with ironocal reflection and scharp insight the paradoxical poetic problems of his days"[5] Algunos críticos entienden hoy que en primera instancia el interés de muchos autores renacentistas consistía en la disputa tanto con autores clásicos, predecesores como así también coetáneos, logrando a través de ello la superación personal y el reconocimiento dentro de un determinado ambiente literario. Heiple dice al respecto "These writers imitated several sources and their work show a marked distance from the original and personal applicatin of the final poem"[6]
Las obras de Garcilaso, si bien no son abundantes en cantidad, si lo son en distintas influencias y presuntas imitaciones tanto de autores como Petrarca, Sannazaro, Ariosto, del catalán Ausias March o de los clásicos griegos y latinos. Sin embargo las razones que motivaron dicha imitación son aun hoy fuente de divergencias entre los científicos. Tal vez y a fin de observar más de cerca la posible opinión del mismo Garcilaso sirva el ahondar en el material que el mismo ha dejado.
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[1] E. Rivers, El problema de los géneros neoclásicos y la poesía de Garcilaso, Salamanca 1983, P: 52
[2] A. Gallego Morell, Garcilaso de la Vega y sus comentaristas, Granada 1966
[3] B. Mager, Imitatio im Wandel, tübingen, 2003. P:11
[4] I. Navarrete: Los huerfanos de Petrarca, Madrid, 1997. P: 125
[5] D. Heiple, Garcilaso and the Italian Reinaissance, Pensylvania, 1994. Preface
[6] D. Heiple, Garcilaso and the Italian Reinaissance, Pensylvania, 1994. P:55
- Quote paper
- Viviana Marcela Alvarez-Schüller (Author), 2003, Garcilaso y el petrarquísmo, Munich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/85096