Esta publicación es el resultado de un estudio de investigación serio y profundo sobre la dimensión social en pastoral juvenil. En este trabajo, se reconoció que la dimensión social interpela la pastoral juvenil hoy, y se evidenció y profundizó que la caridad cristiana es el fundamento de la construcción de una nueva sociedad. En este sentido, esta publicación tiene como finalidad, la de proponer posibles pasos concretos, que lleven hacia itinerarios de educación a la fe, capaces de valorizar la dimensión social.
La publicación está divida en tres capítulos:
En el primer capítulo, Educar a una caridad proyectual, se presenta cómo y por qué es importante asumir la mentalidad de una caridad proyectual, indispensable para la gestión e ideación de itinerarios de educación a la fe, realísticos y sostenibles. Colocarse en la lógica de una caridad proyectual, significa ponerse al servicio de la educación a la dimensión social de la fe, asegurando una caridad preveniente, inclusiva, atenta a las necesidades del propio contexto; además, significa asumir una metodología que valoriza procesos transversales, capaces de incidir verdaderamente sobre la realidad, favoreciendo en ella un cambio positivo.
El segundo capítulo, Desarrollar competencias para vivir las obras de misericordia, enfoca la atención sobre cómo desarrollar y potenciar las competencias para dotarse de cualidades humanas. Aclaro cuál es el significado y el valor de la propuesta educativa y las implicaciones en el ámbito educativo-pastoral. Presento algunas competencias transversales o soft skills, que llevan al joven a vivir las obras de misericordia en el mundo de hoy.
En el tercer capítulo, Llegar a ser artesanos del amor con experiencias significativas, se encuentra una selección de algunas buenas prácticas a nivel italiano e internacional, que han sido para muchos niños y jóvenes, trampolín para comenzar a vivir experiencias significativas de transformación personal y social. Presento la experiencia de la asociación del Voluntariado internacional, Mujer Educación Desarrollo (VIDES), experiencias significativas, la propuesta del Proyecto Policoro de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) y el movimiento Design for Change (DFC).
INDICE
1.La lógica proyectual al servicio de la educación a la dimensión social de la evangelización
1.1.1. La lógica proyectual como mediación al don de salvación
1.1.2. La mirada de fe como principio regulador del cambio
1.3. Orientaciones de la pastoral juvenil latinoamericana
1.4. Potencialidad de la lógica proyectual en la educación a la dimensión social de la fe
1.4.1 Ejercicio de la caridad intelectual
1.4.2. Soporte de la experiencia asociativa y de equipo
1.4.3. Relación con la lógica de los procesos educativos
2.La caridad proyectual como caridad preveniente
2.1. Amor que educa
2.2. Relación generativa
3.La caridad proyectual como caridad inclusiva
3.3. El aumento de la disponibilidad del capital social
4.La caridad proyectual atenta a las necesidades del proprio contexto
4.1. Descubrimiento de la realidad social como lugar de la alteridad y de la solidaridad
4.2. Escucha atenta del contexto para renovar el rostro de la ciudad
5.La caridad proyectual y la valorización de los procesos transversales
5.1. Procesos transversales para la sostenibilidad del proyecto
5.2. Procesos transversales que hay que prever en la planificación
5.2.1. Inicio de la construcción de un proyecto
5.2.2. Identificación de los objetivos
5.2.3. Escritura y relectura del proyecto
5.3. Procesos transversales a prever en la ejecución del proyecto
5.4. Procesos transversales para educar a construir el sendero a recorrer
5.4.1. Formación - reflexión
5.4.2. Documentación y sistematización de la experiencia
5.4.3. Comunicación externa del proyecto y de la experiencia
5.4.4. Evaluación continua
Conclusión del primer capítulo
SEGUNDO CAPITULO
1. El sentido de la propuesta e implicaciones educativo-pastorales
1.1. El concepto de competencia y las dimensiones subjetivas, objetivas e intersubjetivas
1.2. Educar a asumir la “mentalidad” de Dios
1.3. Asegurar contenidos fundantes: la DSI y la Carta de los Derechos del hombre
1.4. Crear caminos adecuados a los jóvenes en situación
2. Competencias transversales o soft skills para habilitarse a las obras de misericordia
2.1. Educar a dotarse de cualidades humanas
2.2. Competencias transversales interpersonales
2.2.1. Empatía
2.2.2. La disposición al cuidar de
2.2.3. Acogida
2.2.4. Confianza
2.2.5 . Manejo del conflicto
2.3. Las competencias comunicativas
2.3.1. Asertividad
2.3.2. Escucha activa
2.4. El liderazgo interpersonal
2.5. Creatividad como meta competencia
3.Procesos posibles para desarrollar competencias útiles para vivir las obras de misericordia
3.1. Recorridos propuestos para un estilo de vida calificado por la caridad
3.2. Atenciones metodológicas que orientan la praxis educativo-pastoral
3.3. Bibliografía sugerida
Conclusión del segundo capítulo
TERCER CAPITULO
1. El “Voluntariado internacional mujer educación desarrollo”: Asociación que explicita la vía del amor y de la solidaridad
1.1. Algunas etapas de un camino fecundo de servicio y educación en el Horizonte de la construcción de la civilización del amor
1.2. La vision y la mission: crear una red de solidaridad, para construir la civilización del amor
1.3. Diferentes formas para recorrer la vía del amor y de la solidaridad
1.3.1. Voluntariado de tipo educativo
1.3.2 . La oficina de los Derechos Humanos en Ginebra IIMA
1.4. Las potencialidades educativas del VIDES
1.5. Un voluntariado constructor de ciudadanía
2.Proyecto Policoro: Jóvenes, Evangelio y Trabajo
2.1. Estar dentro de la historia con amor
2.2. La sinergia entre las pastorales, las asociaciones y los movimientos
2.3. La finalidad educativo-pastoral del proyecto
2.3.1. La formación y la educación de las conciencias de los jóvenes
2.3.2. Recorridos de formación
2.3.2. El rol de los Animadores de comunidad
2.4. La finalidad de realizar gestos concretos de empresa, solidaridad y reciprocidad
2.5. Una buena prática a potenciar
3.Movimiento Design for Change: I can/We can. Los niños como agentes de cambio en el mundo
3.1. La historia concreta y sorprendente de una experiencia de alcance mundial
3.2. La creación de una metodología innovativa
3.3. El paso de sujetos destinatarios a sujetos “creativos y responsables “de lo social
3.4. Proyectos concretos y actuales que llevan a vivir las obras de misericordia hoy
4. Hacia la realización de buenas praxis educativo-pastorales
Conclusión del tercer capítulo
Conclusión general
1) PRESENTACIÓN
Magda Liliana Cruz Gómez, con la presente publicación sobre “La dimensión social en la pastoral juvenil. Indicaciones para itinerarios de educación a la fe”, privilegia un tema complejo, poco explorado en pastoral juvenil. Se trata, sin embargo, de un argumento desafiante: atractivo por los principios que lo sostienen; cautivador, por la dimensión relacional que habita todo ser humano y que interpela operativamente la acción eclesial; apasionante, por las articuladas condiciones educativo-pastorales que presuponen una mentalidad sinodal.
Se trata de una parte de su tesis doctoral,[1] investigación conducida con pasión y competencia, valorizando el proceso teológico-práctico, necesariamente interdisciplinario, para ofrecer propuestas calibradas y sostenibles. La propuesta de este volumen, en efecto, se funda sobre una reflexión articulada en otras dos partes.
En primer lugar, la Autora ha puesto la atención sobre la dimensión social que interpela también a la pastoral juvenil (cf Evangelii Gaudium 176-258), y ha circunscrito el campo de atención, privilegiando el contexto socio-eclesial latinoamericano, aunque no ligándose a una situación territorial particular, y comprometiéndose a ofrecer orientaciones fundamentales. Ha reconocido algunos desafíos presentes en el contexto latinoamericano actual, llamado a redescubrir la categoría “juventud”, exenta de uniformidad y homogeneidad, porque caracterizada por una pluralidad de “rostros”; a tener en cuenta los desafíos de la pobreza, del sentido de pertenencia y de inclusión social de los jóvenes. Ha presentado, además, dos importantes recursos eclesiales: las Jornadas mundiales de la juventud, que en Buenos Aires han dado inicio a los encuentros internacionales y han sensibilizado a los jóvenes a ser los “nuevos constructores” de la civilización del amor; y el interés constante de la Iglesia latino americana por la dimensión social en la educación a la fe de los jóvenes, documentable en las orientaciones del CELAM y de la pastoral juvenil latinoamericana, promovida por la Sección de Juventud.
En segundo lugar, la A. destaca los criterios de interpretación y valoración a la luz de la fe y de la experiencia eclesial, enfocando la investigación sobre La caridad cristiana como fundamento de la construcción de una nueva sociedad según el magisterio eclesial postconciliar. Tematiza el primado de la caridad cristiana, traducido significativamente en la propuesta de la “civilización del amor”; primado que es propuesta de humanización, según la doctrina social de la Iglesia. Toma en consideración, también, el pensamiento eclesial respecto a la Declaración universal de los Derechos del Hombre, hasta poner la atención en la relación entre Derechos del hombre y el párrafo evangélico sobre el juicio final (Mt 25, 31-46).
La parte que viene publicada aquí, con el título, Hacia itinerarios de educación a la fe que valorizan la dimensión social, constituye la fase estratégica del proceso de investigación. Propone direcciones, pasos concretos, para desviar las praxis pastorales de la improvisación y de la cristalización. LA. se centra sobre educar a una caridad proyectual (cap. 1), que es caridad preveniente, inclusiva, atenta a las necesidades del contexto, y capaz de valorizar los procesos transversales necesarios, para el buen resultado del proceso educativo-pastoral. Indica la importancia de Desarrollar competencias para vivir las obras de misericordia (cap. 2), proponiendo recorridos posibles para habilitarse a las obras de misericordia. En fin, con el capítulo, Llegar a ser artesanos del amor con experiencias significativas, presenta buenas prácticas, de las cuales poder extraer inspiración, para crear itinerarios de educación a la fe, que valoricen la dimensión social. Indica, además, los elementos constitutivos para la actuación (y por tanto la evaluación), de una buena práctica, que privilegie la dimensión social de la evangelización.
LA. procede con exposición clara y linear, y con argumentación seria y significativa, revelando seriedad en el respaldar las afirmaciones, con referencias autorizadas y significativas.
La investigación presenta una bibliografía articulada y relevante, por los aportes de diversos campos disciplinarios. Con este aporte, Magda Liliana Cruz Gómez - perteneciente al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora – demuestra una refinada sensibilidad pedagógico pastoral en la lógica preventiva actualizada por San Juan Bosco y Santa María Dominga Mazzarello. Con sensibilidad educativa femenina, acompaña el proceso de reflexión, llevando la atención sobre procesos metodológicos que revelan una visión cristiana de la vida, valorizan competencias transversales o soft skills, apuntan al corazón de la fe: construir la civilización del amor.
Rosangela Siboldi fma
3) BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Magda Liliana Cruz Gómez. Salesiana (Hija de María Auxiliadora). Es licenciada en Ciencias Religiosas en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (2008), ha realizado sus estudios de maestría en Catequética y Pastoral Juvenil de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium” de Roma (2014), y su Doctorado en Catequética y Pastoral Juvenil de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium” de Roma (2018). Actualmente se tiene como responsabilidad la coordinación de la pastoral juvenil de la provincia “Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá” y la asesoría de algunos procesos de iniciación cristiana para jóvenes.
4) CÓMO ESTÁ ESCRITO EL LIBRO
Esta publicación es el resultado de un estudio de investigación serio y profundo sobre la dimensión social en pastoral juvenil. En este trabajo, se reconoció que la dimensión social interpela la pastoral juvenil hoy, y se evidenció y profundizó que la caridad cristiana es el fundamento de la construcción de una nueva sociedad. En este sentido, esta publicación tiene como finalidad, la de proponer posibles pasos concretos, que lleven hacia itinerarios de educación a la fe, capaces de valorizar la dimensión social.
La publicación está divida en tres capítulos:
En el primer capítulo, Educar a una caridad proyectual, se presenta cómo y por qué es importante asumir la mentalidad de una caridad proyectual, indispensable para la gestión e ideación de itinerarios de educación a la fe, realísticos y sostenibles. Colocarse en la lógica de una caridad proyectual, significa ponerse al servicio de la educación a la dimensión social de la fe, asegurando una caridad preveniente, inclusiva, atenta a las necesidades del propio contexto; además, significa asumir una metodología que valoriza procesos transversales, capaces de incidir verdaderamente sobre la realidad, favoreciendo en ella un cambio positivo.
El segundo capítulo, Desarrollar competencias para vivir las obras de misericordia, enfoca la atención sobre cómo desarrollar y potenciar las competencias para dotarse de cualidades humanas. Aclaro cuál es el significado y el valor de la propuesta educativa y las implicaciones en el ámbito educativo-pastoral. Presento algunas competencias transversales o soft skills, que llevan al joven a vivir las obras de misericordia en el mundo de hoy.
En el tercer capítulo, Llegar a ser artesanos del amor con experiencias significativas, se encuentra una selección de algunas buenas prácticas a nivel italiano e internacional, que han sido para muchos niños y jóvenes, trampolín para comenzar a vivir experiencias significativas de transformación personal y social. Presento la experiencia de la asociación del Voluntariado internacional, Mujer Educación Desarrollo (VIDES),[2] experiencias significativas, la propuesta del Proyecto Policoro de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI)[3] y el movimiento Design for Change (DFC).
Mensaje se quiere aportar a los lectores
La investigación ha enfrentado el tema de la dimensión social en pastoral juvenil, con el fin de dar indicaciones para posibles itinerarios de educación a la fe. La tarea exigente y desafiante de la pastoral juvenil, sigue siendo la de habilitar a los jóvenes a entrar decididamente en la historia con opciones lúcidas, con decisiones y juicios iluminados por la fe, para integrarse en el mundo como levadura en la masa, o sea como fermento evangélico.
Por eso, es necesario que los agentes de pastoral juvenil, sean conscientes de la importancia de proponer una pastoral juvenil que se ponga en diálogo con la historia, porque desafía la complejidad, poniéndose en constante discernimiento, para elegir las acciones educativas que hay que poner en acto.
En este sentido, la pastoral juvenil, está llamada a habilitarse a una mentalidad proyectual, -entendida como recurso-mediación estratégica- para la ideación de itinerarios educativo-pastorales realísticos y sostenibles, capaces de promover y potenciar aquello que de bello y de bueno se encuentra en la sociedad, de indicar objetivos adecuados a acompañar a los jóvenes a habilitarse, según competencias que los pongan en grado de responder con responsabilidad a la llamada a construir una convivencia social siempre más humana, en modo concreto, estratégico, abierto, sistemático e inclusivo.
Es una mentalidad proyectual, que tiene a la caridad como motor propulsor de toda acción educativo-pastoral, va más allá de la creación de técnicas o la formulación de objetivos, que comportan solamente la ejecución de las actividades de un proyecto individual. La propuesta educativo-pastoral animada por la caridad proyectual, conduce a los jóvenes, en lo concreto de la realidad, a convertirse en callejeros de la fe, comprometidos en la construcción de un mundo más humano, calificado por el servicio del amor, llegado a ser promoción de justicia y de caridad, según el Evangelio.
La mentalidad proyectual cristiana promueve itinerarios educativo-pastorales, finalizados a educar a los jóvenes a ser cristianos hoy, esto es, a hacer un camino hacia la maduración de la identidad cristiana. mediante el cuidado de los contenidos esenciales de la fe, de las competencias existenciales a adquirir, a fin de que puedan potenciar su relación con Dios y con los otros, y lleguen gradualmente a integrar en el cotidiano la fe, la vida y la cultura.
Tal elección estratégica expresa el proyecto de educar a un estilo de vida que lucha contra todo aquello que “desfigura” a la persona. La misión entre y con los jóvenes, por lo tanto, está desafiada a comprometerse prioritariamente en los “lugares” de pobreza, de sufrimiento, de exclusión y de desesperación, en las periferias existenciales de los mismos jóvenes. Además, se dirige hacia una acción educativo-pastoral capaz de educar a los jóvenes a una mirada siempre más abierta y atenta a la realidad que los circunda, para habilitarlos a sentirse responsables de cuanto hacen, o dejan de hacer, en favor del bien común.
Además, para calificar la praxis educativo-pastoral entre y con los jóvenes, es necesario favorecer una praxis coordinada y en comunión. Cada ámbito, en la Iglesia y en la sociedad civil, que se preocupa por la vida y el crecimiento de los jóvenes, tiene la responsabilidad de ponerse en juego, para encontrar las sinergias y las integraciones necesarias a tal fin. Se trata de interactuar con la pastoral de los ambientes específicos (universidad, escuela, trabajo, marginación, familia), para valorizar el protagonismo de los jóvenes y la acción del Espíritu en ellos, para generar juntos alternativas de transformación, en acuerdo con el proyecto de Dios.
Una praxis educativo-pastoral activa e integrada, garantiza la sostenibilidad de los recorridos educativos, de los proyectos y de las alianzas que se pueden establecer con otros entes sociales. Además, el trabajo de sinergia con entes sociales, con asociaciones y con instituciones gobernativas (donde es posible), favorece la inserción de los jóvenes en la sociedad y en el mundo del trabajo, su crecimiento en el sentido de pertenencia a la sociedad. En consecuencia, el aumento de la disponibilidad de capital social activo y participativo, de nuevos ciudadanos y líderes del mundo. A nivel educativo, el trabajo de sinergia enseña a los jóvenes a trabajar junto a los demás, a ejercitarse en el arte de saber administrar conflictos, de tejer con asertividad relaciones interpersonales, capaces de promover la cultura del encuentro y del diálogo intercultural e intergeneracional, caracterizado por la gratuidad, la libertad, la igualdad, la paz y el bien común. La sinergia y el trabajo en red pueden hacer a los jóvenes capaces de generar proyectos de inclusión, con el fin crear y de programar actividades de desarrollo integral.
Finalmente, el aspecto interesante de la presentación de buenas praxis, a mi parecer, es de valorizar y potenciar. Tenía la finalidad de demostrar que realmente es posible llevar a niños y jóvenes a convertirse en artesanos del amor. En un primer momento, la selección de las buenas praxis ha comportado un discernimiento y una reflexión profundizada, para reconocer praxis verdaderamente respondientes a los criterios educativo-pastorales y a la mentalidad que he explicitado en mi trabajo.
El conocimiento y la profundización de las buenas prácticas, muestra que ellas son un excelente recurso para la pastoral juvenil, porque revelan la creatividad y la genialidad de las personas en busca de vías inéditas, para construir junto a los jóvenes la civilización del amor. En ellos se reconoce la presencia de la lógica evangélica ya actuante en el mundo y, por lo tanto, son de gran utilidad para multiplicar e inspirar nuevos recorridos educativo-pastorales, en la conciencia de que la solidaridad y el amor pertenecen a toda la humanidad.
CAPITULO PRIMERO
EDUCAR A UNA CARIDAD PROYECTUAL
La urgencia de hacer a los jóvenes protagonistas y constructores de lo social de manera inteligente, concreta, estratégica, abierta, transparente, sistemática e inclusiva, subraya la importancia de educar a una caridad proyectual.
En vista de dar algunas pistas para construir itinerarios, que valoricen la dimensión social de la fe, en este capítulo quisiera evidenciar que la lógica proyectual es un instrumento extraordinario. No pretendo presentar teorías que se refieran a la metodología proyectual, ni siquiera desarrollar el tema de la planeación educativo-pastoral para muchachos o jóvenes. Me propongo el fin de presentar algunas líneas, que puedan ayudar a construir proyectos de intervención educativo-pastorales con los jóvenes, teniendo como motor propulsor la caridad.
Articulo mi reflexión en cinco puntos. En el primero, justifico que la lógica proyectual es una estrategia al servicio de la educación social de la evangelización; en el segundo evidencio, que esa caridad es preveniente; en el tercero la califico como caridad inclusiva; luego procedo presentando la lógica proyectual, como expresión de la escucha de las necesidades del contexto y, por fin, como metodología que valoriza los procesos transversales.
En cada paso de la propuesta, ofrezco indicaciones educativo-pastorales, que responden también a los desafíos puestos a la educación de las jóvenes generaciones, llamadas a descubrir la dimensión social de la fe en el contexto latinoamericano y del Caribe.
1. La lógica proyectual al servicio de la educación a la dimensión social de la evangelización
En el primer punto, trato de subrayar que la lógica proyectual es un proceso que favorece el cambio y, por esto, está a servicio de la educación a la dimensión social de la fe; en efecto, pide un proceso metodológico hermenéutico, responde a las orientaciones de la pastoral juvenil latinoamericana y califica la praxis educativo-pastoral, para y con los jóvenes en el ámbito social.
1.1 Proceso encaminado al cambio
La lógica proyectual tiene lenguajes propios y coherentes y, por lo tanto, comunicables y evaluables, a través de esquematizaciones visibles.[4] Prevé un proceso lógico y organizado, que asume estratégicamente las finalidades individuales, para generar un cambio concreto, partiendo de una necesidad o de un deseo, que consiste en la construcción mental de un recorrido de trabajo, que «servirá a establecer y programar en el mejor modo el conseguimiento de los fines»[5] en modo eficaz y no dispersivo, para crear y desarrollar nuevos y diversos modos del actuar en lo social. La elección de asumir una lógica proyectual en el ámbito educativo-pastoral, implica claridad de objetivos, para asegurar el desarrollo integral de las personas y de los contextos en diálogo con la realidad social, con la finalidad de hacer el bien en modo estratégico, organizado y en red. Se trata no sólo de hacer el bien, sino sobre todo de hacerlo bien[6], y de favorecer el protagonismo juvenil en esta opción, que pide entrar en un proceso de cambio continuo y sistemático, en la asunción de «un significado que mira al cambio de las personas y de las comunidades, de su vida»[7] en el mundo de hoy.
En el ámbito eclesial, sin embargo, la lógica proyectual está asumida como mediación del don de salvación, y tiene en la mirada de fe el principio regulador de todo el proceso emprendido para y con los jóvenes. Es cuanto trato de tematizar en los siguientes puntos.
1.1.1. La lógica proyectual como mediación al don de salvación
La Iglesia asume la lógica proyectual como mediación eficaz para vehicular el don de salvación. En efecto, para realizar su misión hacia el mundo de hoy, tiene necesidad de relacionarse con la realidad histórica concreta, es decir con una sociedad dinámica, compleja y en constante cambio, «que tiende siempre más a darse nuevas imágenes de sí, fruto de un amplio proceso de planeación».8
Sin embargo, la mediación eclesial trasciende cualquier actividad e institución humana, cultural, social, política, económica, porque está iluminada continuamente por el Espíritu y fundada sobre la fe de la comunidad cristiana.[9] En efecto, las comunidades cristianas, insertadas en la sociedad de hoy, caracterizada por la racionalidad tecnológica y por la complejidad, tienen la misión de interpretar y discernir la invitación del Espíritu a establecer un camino de cambio positivo sostenido por su fuerza.[10] De aquí emerge la importancia de no olvidar que, la lógica proyectual en la pastoral se funda sobre el acontecimiento de la encarnación,[11] criterio normativo para una renovada praxis pastoral, coherente a la profecía de la eclesiología de comunión. En efecto, es una es una programación pastoral inspirada en el mandamiento nuevo que Jesús nos dio: “Como yo os he amado. Así amaos también vosotros unos a otros” (Jn 13,34).[12]
La eclesiología de comunión da «razón del hecho que, todos los miembros del pueblo de Dios [sobre todo los jóvenes], están llamados a ser sujetos activos de la entera acción eclesial»,[13] para proyectar y actuar con modalidades y competencias diversas en fuerza de carismas y ministerios diferentes. Esto exige que la planeación sea de tipo comunional, una planeación centrada sobre el discernimiento y sobre la docilidad al Espíritu Santo y a su acción, canalizada en mediaciones. Es una planeación que siempre hay que renovar, inculturar[14] y, por lo tanto, contingente y abierta al futuro.
1.1.2. La mirada de fe como principio regulador del cambio
La realización de un proyecto en el ámbito educativo-pastoral, pide hacer una lectura atenta de la realidad con una mentalidad específica,[15] esto es con la mirada de fe[16], que se hace principio regulador imprescindible e irrenunciable, para todos aquellos que están llamados a desarrollar una misión eclesial para y con los jóvenes, y acompañarlos a convertirse en discípulos y misioneros de Cristo, constructores de la civilización del amor.
La mirada de fe, parte de dos presupuestos que dialogan entre sí con una intencionalidad concreta pastoral. El primer presupuesto es que, la lectura de la realidad comporta la «utilización de instrumentaciones que no provienen del mundo de la fe, sino de la investigación y de la experiencia humana»;[17] el segundo es, cómo la fe y la teología dialogan y condicionan la lectura de la realidad, interpretada por otras disciplinas, según la “mirada de Dios”.[18] Todo esto se alcanza a través de tres procesos ordenados y lógicos. En este sentido, quien proyecta en el ámbito educativo-pastoral, tiene el deber de adquirir una competencia científica, que, como afirma un autor, es la capacidad de «descifrar el visible»[19] como lugar donde «el misterio toma conciencia y espesor, en un proceso que repite y continúa una lógica de la encarnación».[20]
EI primer proceso es el análisis de la realidad, a realizar a través de contenidos autorizados, referentes a la sociología, la lingüística, y la antropología. En caso de que no exista la posibilidad de hacerlo, el operador pastoral lo deberá hacer a través de la cooperación de especialistas. En cambio, si el deseo es el de crear perspectivas de intervención, es necesario pedir la presencia activa de metodólogos, politólogos, expertos en el ámbito de la planeación. Este primer nivel se constituye como el momento de la escucha y de la confrontación con otras disciplinas. Significa que se pone en práctica una competencia de diálogo multidisciplinario.[21]
El segundo proceso es el diálogo del «misterio como precompresión»[22] con la lectura de la realidad. Este nivel «reporta, en último análisis, al evento de la pascua, como dimensión constitutiva de todo el real»,[23] porque se afirma la presencia de una fuerza negativa que aleja de la vida y del proyecto de Dios sobre la humanidad y, al mismo tiempo, se confiesa una potencia renovadora que está haciendo nueva todas las cosas. Es un diálogo en el que entran en juego la fe del creyente y su experiencia de Dios, la lectura atenta de la Palabra de Dios y de la doctrina de la Iglesia, para luego buscar los desafíos, es decir, las preocupaciones prioritarias que el mundo de hoy pone a la praxis pastoral.[24]
El tercer proceso mira a la intencionalidad pastoral, en vista de recoger y potenciar proyectos nuevos. Este momento es fundamental para verificar las hipótesis que son relativas al proyecto, para definir las estrategias más útiles para adoptar y consolidar los proyectos según una mirada de fe.[25]
En síntesis: la mirada de fe como principio regulador del cambio, es fundamental, para quien desea realizar proyectos educativo-pastorales, porque más que una visión que determina la proyección del futuro de un individuo o de una organización, la mirada de fe es una de las características primordiales de los creyentes que, en un diálogo concreto y objetivo con la realidad, tratan de crear constantemente estrategias de cambio en favor del crecimiento de la persona humana, y coherentes con la mirada amorosa de Dios.
1.2 Un proceso metodológico hermenéutico
La lógica proyectual en el ámbito educativo-pastoral – para que sea el fruto de un auténtico discernimiento en el Espíritu que lleva a todos a ir en profundidad[26] y sea un proceso finalizado al cambio de las comunidades eclesiales y sobre todo de los jóvenes – necesita ser configurada según un acercamiento metodológico adecuado.
El método ver-juzgar-actuar[27] - desarrollado ulteriormente en América Latina, y aconsejado por la pastoral juvenil latinoamericana, con la inclusión de otros dos elementos: celebrar y evaluar – es un método hermenéutico capaz de conjugar la tradición de la fe cristiana y los desafíos de la situación actual, para dar respuesta con estrategias adecuadas a las necesidades del contexto, de la comunidad eclesial y de los jóvenes.
A mi parecer, puede responder a la tarea eclesial de tener una «siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos»[28], y parece orientar la responsabilidad de «reconocer e interpretar las mociones del espíritu bueno y del espíritu malo […] y elegir las del espíritu bueno y rechazar las del espíritu malo».[29] Resalto che el Instrumentum laboris del Sínodo sobre las jóvenes, propone la articulación del proceso de discernimiento, retomando los verbos reconocer, interpretar y elegir, sugerido por la Encíclica EG.
De mi parte, deseo indicar este proceso hermenéutico, valorizando la propuesta del IL, que, según mi opinión, es un mapa dinámico que comprende las tres fases fundamentales del actuar pastoral.
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El primer paso, Reconocer, «es el de la mirada y la escucha. Pide prestar atención a la realidad de los jóvenes de hoy, en la diversidad de condiciones y de contextos en los cuales viven. Exige humildad, proximidad y empatía, de tal manera de entrar en sintonía y percibir cuáles sean sus alegrías y esperanzas, sus tristezas y angustias (cf Gs1). La misma mirada y la misma escucha, llena de solicitud y de cuidado, van dirigidas hacia lo que viven las comunidades eclesiales presentes en medio de los jóvenes en todo el mundo. En este primer paso, la atención se enfoca sobre el captar los rasgos característicos de la realidad: las ciencias sociales ofrecen una contribución insustituible, por otra parte, bien representada en las fuentes utilizadas, pero su aporte es asumido y releído a la luz de la fe y de la experiencia de la Iglesia».[30] Se trata de la primera fase del proceso, que consiste en un análisis evaluativo de la situación dada, la cual ayuda a emerger los «imperativos pastorales»[31] resaltables del análisis de la realidad social, cultural, religiosa y eclesial. El fin último de este análisis, es discernir los signos de salvación y de no salvación, presentes en un contexto particular. Es la lectura de los “signos de los tiempos”: de las interpelaciones, de las urgencias y de los desafíos, que piden una respuesta adecuada de la comunidad cristiana. Con la lectura y el análisis de la situación, se procede a señalar el objetivo a realizar en el proyecto.[32]
La actitud exigida en este proceso es la del discernimiento evangélico, que es «un acto teologal, debido a la activación de un don del Espíritu; esto exige una actitud de apertura radical a una renovación espiritual y apostólica permanente (la dimensión contemplativa de la vida cristiana); […] es una operación moral y sapiencial […] que pide rectitud de conciencia, libertad interior, […] es obra de cada fiel visto sin embargo no como navegador solitario sino como célula de un organismo comunitario considerado, a su vez no replegado sobre sí mismo, sino abierto a los otros […] es una operación intelectual, que no puede ser efectuada con éxito sin una información y evaluación seria y actualizada por la situación».[33]
El segundo paso, interpretar, «es un retorno sobre aquello que se ha reconocido, recurriendo a criterios de interpretación y evaluación a partir de una mirada de fe […]. Resulta, por ello, estratégico, construir un cuadro de referencia adecuado desde el punto de vista teológico, eclesiológico, pedagógico y pastoral, que pueda representar un anclaje capaz de substraer la evaluación a la volubilidad del impulso, aun reconociendo “que en la Iglesia conviven legítimamente modos diferentes de interpretar muchos aspectos de la doctrina y de la vida cristiana” (GE 43). Por esto permanece indispensable asumir un dinamismo espiritual abierto».[34] Esta segunda fase pide discernir e interpretar el futuro con la “mirada de Dios”, analizando también las necesidades de la comunidad cristiana y las aspiraciones, los sueños y los ideales que ella cultiva, implícita y explícitamente.[35] El fin fundamental de esta fase, es el de descifrar la meta u objetivo hacia el cual se debe poner en camino, con la finalidad de responder a los desafíos. Para la pastoral juvenil, se trata de la «recomposición y formulación de la experiencia cristiana (de aquella “salvación” cristiana que forma el objetivo global de la pastoral) en relación a las concretas situaciones históricas en las que esta experiencia está llamada a realizarse […Se trata de] una soteriología-en-situación (una soteriología existencial), obtenida mediante un proceso de inculturación de la fe en el “lugar teológico” de la actual condición juvenil».[36]
El tercer paso, elegir, consiste en el «pasar en examen instrumentos y praxis pastorales, y cultivar la libertad interior necesaria para elegir aquellos que mejor nos permiten alcanzar el fin, y abandonar los que se revelan en cambio menos capaces de hacerlo. Se trata, entonces, de una valoración operativa y de una evaluación crítica, no de un juicio sobre el valor o el significado, que aquellos mismos medios han podido o pueden revestir en circunstancias o épocas diversas. Este paso podrá identificar dónde es necesario una intervención de reforma, un cambio de las praxis eclesiales y pastorales para substraerlas al riesgo de cristalizarse».[37] Esta tercera fase del proceso comprende la selección, la organización y el empleo de los recursos para pasar de la situación actual a la situación deseada. Aquí se trata de identificar los recursos y los métodos adecuados, siguiendo determinados recorridos o itinerarios concretos para realizar el objetivo deseado.[38]
El proceso arriba descrito, se califica por el hecho de que constantemente realiza una referencia a la fe, a los criterios teológicos obtenidos del Evangelio, de la tradición cristiana, de la lectura eclesial, con particular atención a los signos de los tiempos. Además, su articulación y actuación suponen una acción educativo-pastoral capaz de dialogar con varias ciencias: teológicas, filosóficas, pedagógicas, sociales.[39]
1.3. Orientaciones de la pastoral juvenil latinoamericana
La lógica proyectual apenas descrita, como acabo de recordar, responde a las orientaciones para la pastoral juvenil latinoamericana, que la indican para la elaboración y actuación de los procesos pastorales.[40] En efecto, orienta a la continua atención a la dimensión educativa del joven contemporáneo y, en la perspectiva de la encarnación, partiendo de la realidad de cada joven y de la propuesta de una nueva sociedad según la visión evangélica, valoriza una pedagogía de acompañamiento atenta a favorecer los procesos pedagógico-experienciales, transformadores, liberadores, comunitarios, testimoniales, participativos e integrales.
La lógica proyectual al servicio de la educación a la dimensión social de la evangelización, lleva a crear itinerarios de formación, en vista de la construcción de la civilización del amor y de caminos que ayuden a los jóvenes a llegar a ser discípulos y misioneros de Cristo; itinerarios que contribuyen a pasar de una pastoral de eventos a una pastoral de procesos encarnados en las diferentes realidades juveniles; itinerarios formativos, que habiliten a los jóvenes a construir el propio proyecto de vida, como discípulos misioneros a nivel comunitario, eclesial y social.[41]
Además, la lógica proyectual promueve y exige que la pastoral sea programada y vivida comunitariamente, que sea orgánica y de conjunto, que sea articulada según la realidad de los jóvenes, que sea corresponsable con el Pueblo de Dios, integral y que comprenda la atención a las cuatro dimensiones fundamentales de la Iglesia: comunión, anuncio, misión y celebración.[42]
Partiendo de las necesidades del Continente latinoamericano y del Caribe, la Pastoral juvenil ve necesario crear un proyecto de juventud fundado sobre los valores humanos, sobre la DSI y sobre los Principios evangélicos, que lleven a los jóvenes a llegar a ser críticos frente a la realidad para luego transformarla.[43]
Todo esto pide una formación integral: formación técnica, formación humana y formación cristiana en el horizonte de un proyecto político y social. Es importante notar que, se necesita formar los operadores y coordinadores de la pastoral juvenil, para garantizar la eficiencia y la continuidad de los proyectos, según la caridad proyectual y las orientaciones de la pastoral juvenil del continente.
La lógica proyectual, por lo tanto, no sólo hace parte de las orientaciones de la pastoral juvenil latinoamericana; ella, los potencia, los dinamiza y los hace concretos en favor de la acción evangelizadora con los jóvenes y para los jóvenes, para la elaboración de la propuesta global de la construcción de la civilización del amor.
1.4. Potencialidad de la lógica proyectual en la educación a la dimensión social de la fe
La lógica proyectual en el ámbito educativo-pastoral, asume un significado amplio, y mira al cambio de las personas, en este caso de los jóvenes, de las comunidades, porque prevé un proceso en el que se aprende a actuar consciente, atenta y corresponsablemente, en favor de la promoción de acciones pastorales eficaces e incisivas. La lógica proyectual, además de prever un proceso cognitivo, promueve un proceso educativo, que se expresa en muchísimos modos, y que se manifiesta en múltiples ámbitos de la vida personal y social. En este sentido, prevé recorridos que ayudan a perseguir opciones que presuponen estrategias adecuadas a alcanzar los objetivos definidos en las diversas etapas.[44]
En el caso de la educación a la dimensión social de la fe, como explicitaré en seguida, la lógica proyectual puede estructurar la proyección de la evangelización en lo social, reforzando el ejercicio de la caridad intelectual, favoreciendo la experiencia asociativa y de equipo y desarrollando procesos educativos.
1.4.1 Ejercicio de la caridad intelectual
La lógica proyectual permite concretar el ejercicio de la caridad intelectual. Favorece, en efecto, que el joven y la comunidad eclesial sean capaces de conocer, entender y orientar las nuevas dinámicas de la globalización para actuar en la óptica de futuro,[45] porque las situaciones que hoy se presentan ponen la «exigencia de soluciones nuevas»[46] positivas, aquellas en las que el Evangelio encuentra las necesidades de la gente a las que va anunciado de manera comprensible y significativa. El anuncio del Evangelio construye una sociedad, según la libertad y la justicia en el horizonte histórico de una civilización animada por el amor.[47]
En el ámbito de la educación a la dimensión social de la evangelización, la elección de la lógica proyectual, afirma la importancia y la necesidad de reflexionar para crear planos estratégicos que lleven a la comunidad eclesial y a los jóvenes a actuar en la sociedad de manera eficaz, efectiva y eficiente y, por lo tanto, a construir con inteligencia recorridos y procesos que respondan principalmente a tres objetivos: formar y educar a la caridad proyectual, potenciar la dimensión social de la evangelización y promover y suscitar el cambio de estructuras de menos humanas a más humanas.
1.4.2.Soporte de la experiencia asociativa y de equipo
La lógica proyectual favorece y sostiene aquella rica experiencia asociativa sea a nivel social (de promoción social, voluntariado...) que eclesial (oratorios, grupos apostólicos...). En efecto tal experiencia no se limita a transmitir nociones abstractas sobre el amor, la solidaridad, la ciudadanía, la responsabilidad o la participación y ni siquiera se limita al uso técnico de un instrumento que «se expone a convertirse en factor de división, de coacción, de distancia»,[48] entre el grupo y las finalidades de los jóvenes y de los stakeholders.[49] Algunas dimensiones educativas del asociacionismo encuentran en la proyectualidad un instrumento concreto de soporte, porque proporcionan elementos necesarios, a fin de que los jóvenes lleguen a ser constructores de lo social. Algunas dimensiones educativas ofrecidas por la lógica proyectual son:
- la conciencia de que proyectar significa obrar en equipo en espíritu de comunión;
- la disponibilidad para escuchar a los otros;
- la capacidad de captar las exigencias de cambio internas y externas al grupo;
- la capacidad de anticipar la emergencia con un pensamiento organizado;
- la competencia en encontrar soluciones inéditas, elaborar nuevas hipótesis o reformular las antiguas;
- el ponerse en discusión considerando el punto de vista de los otros;
- la capacidad y la voluntad de compartir experiencias, pensamientos, elecciones metodológicas;
- la predisposición a la confianza en el otro;
- la competencia en la toma de decisiones y resolución de problemas;
- la capacidad de gestión y de negociaciones.
El trabajo en equipo educa a los jóvenes a una cierta madurez, para que puedan poner en juego sus capacidades y su persona, en un clima de confianza recíproca, de respeto por la persona y de deseo de comunión. Esto favorece el hecho de que en el grupo emerjan las diferencias entre los miembros, en términos de competencias y habilidades, personalidad y ejercicio de roles, y que la diferencia sea vivida como oportunidad para la integración de la diversidad.
El trabajo de equipo bien conducido crea sinergia hacia fines colectivos.[50] En efecto, no obstante la diversidad de roles y responsabilidades que existen en un grupo de trabajo, todos los miembros que pertenecen al mismo, están llamados a ser protagonistas activos y responsables del proyecto que se desea llevar adelante.[51]
Con la lógica proyectual, las dimensiones educativas del sentido de pertenencia, del ejercicio de responsabilidad, de la experiencia fundamental del protagonismo juvenil, del aprendizaje de la democracia y de la participación social llegan a ser una experiencia educativa. En efecto, el joven puede aprender a decidir y a dar la propia contribución en orden a la vida o a las elecciones del grupo y/o proyecto; a poner en juego las propias capacidades y habilidades, para encontrar respuestas a las tareas a las que ha sido llamado; a ejercitarse en las virtudes del respeto y de la justicia y proyectarse comunitariamente en el ámbito social.[52]
1.4.3.Relación con la lógica de los procesos educativos
La mentalidad proyectual - finalizada a proyectos caracterizados por la corresponsabilidad, la participación y la colaboración - está en relación con la lógica de los procesos educativos, porque el proyecto permite educar al joven desde el punto de vista técnico, contenutístico, metodológico y experiencial. Significa que, desde el punto de vista metodológico, la mentalidad proyectual se basa en criterios de gradualidad y de adherencia a las situaciones de los jóvenes, con el fin de crear itinerarios adecuados a la propuesta formativa.[53] Los procesos educativos implican, en efecto, «una secuencia de pasos pensada y organizada con gradualidad, y en grado de concordar con la persona en continuo devenir».[54]
Esto se traduce metodológicamente, en la necesidad de programar itinerarios integrales y transformativos que vayan más allá de la realización de las actividades propuestas en el proyecto. Esto lleva a pensar en una formación/educación del joven en forma de espiral, donde cada “giro” constituye un mayor crecimiento a nivel personal y comunitario.[55] El joven crece en la medida en que se desarrolla, y supera actitudes propias de la edad, hacia el alcance de una madurez, en la cual poner a disposición lo que es y lo que tiene al servicio del proyecto, de la escuela, de la parroquia, del grupo de pertenencia y de la sociedad. Es necesario mantener siempre una dirección o una meta, y crear posibilidades para que se pueda evaluar la propia vida y continuar con el propio proceso de crecimiento integral.
Un autor representa con un gráfico la relación de la mentalidad proyectual con la lógica de los procesos educativos.
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Fuente: VojtášMichal, Progettare la pastorale. Percorsi innovativi, virtuosi e umilmente integrali, in NPG 2(2018)52, 18.
El hecho de poner en relación la mentalidad proyectual con la lógica de los procesos educativos, lleva a concebir un proyecto como una realidad integral, en la que el fin va más allá de la construcción de objetivos, de actividades y de roles, porque es un proyecto que nace y se desarrolla en el horizonte del cambio de mentalidad del joven.[56]
En todo ese proceso transformativo del joven, la mentalidad proyectual permite que crezca como discípulo misionero de Cristo potenciando y adquiriendo unas competencias que fortifiquen la identidad personal, la identidad de fe, la identidad social y la proyección en lo social.
2. La caridad proyectual como caridad preveniente
La importancia de educar a una caridad proyectual, para que los jóvenes lleguen a ser constructores de la civilización del amor, pide una caridad preveniente comprometida en educar y en apostar sobre la relación generativa
2.1. Amor que educa
La educación en sí misma, es un proceso que prepara y promueve a los jóvenes a llegar a ser protagonistas de su futuro y – gracias a su potencial, a su fuerza y creatividad – a tomar su puesto en la Iglesia y en la sociedad. El Papa Benedicto XVI, en su discurso a los participantes a la plenaria de la Congregación para la educación católica afirmó, que «educar es un acto de amor, ejercicio de la “caridad intelectual”, que pide responsabilidad, dedicación, coherencia de vida».[57] El Papa Francisco define la educación como un proceso que genera esperanza, vida y crecimiento, y parangona al educador con la madre o el padre que sabe cuidar de cada joven, porque sabe colocarse junto a él, lo escucha, aprende a conocerlo, lo acompaña, y es capaz de transmitir una vida capaz de futuro.[58]
Esto pide adultos dignos de fe y autoridad moral, con una clara identidad humana, eclesial, con una vida espiritual de calidad, con una fuerte pasión educativa, una profunda capacidad de discernimiento y un corazón abierto a todos los jóvenes. La educación, vista como acto de amor, exige educadores que caminen con los jóvenes, capaces de interpelar su libertad y de valorizar su creatividad, en vista de hacer propuestas capaces de interceptar la originalidad del crecimiento integral de cada uno.[59]
La misión de las figuras de referencia - la comunidad parroquial, los pastores, los educadores los animadores - no es sólo la de tener despierto el entusiasmo del joven, sino también la de hacerlo nacer, o bien de obtener su correspondencia en el grupo juvenil, en la universidad, en las actividades sociales y/o en los movimientos eclesiales. La correspondencia de los jóvenes se obtiene sólo al interior de una relación educativa sincera y profunda, construida pacientemente, cultivada con sabiduría y apertura, porque la relación nos permite conocer y amar la vida propia de cada joven.[60] Se trata por lo tanto, de establecer una relación interpersonal fundada sobre el respeto, la sencillez de las relaciones, en la apertura y la confianza; una auténtica relación, en la que el educador sea consciente del valor de los jóvenes que le han sido confiados, y se lo demuestre a través de la acogida incondicional y la presencia continua junto a ellos.
Como fundamento de esta relación, está la capacidad empática del educador, que sabe entender y comprender las necesidades del joven a partir de sus diferencias individuales, que dependen de la edad, del contexto, del carácter de cada uno. Es necesario que el educador que ama sea maduro y equilibrado, intrépido y generoso, capaz de cercanía, de escucha, dispuesto a arriesgarse por los jóvenes porque, como afirma el Papa Francisco, «Un educador que no sabe arriesgarse, no sirve para educar»,[61] y arriesgarse significa enseñar a caminar, a caer y a levantarse.
Esta es una misión no fácil, y mucho menos cómoda, sin embargo, es una misión generosa y fecunda, que permite que los jóvenes lleguen a ser aquella ventana a través de la cual entra el futuro en el mundo.[62] Es una misión capaz de generar nuevos cristianos para el mundo de hoy.
2.2. Relación generativa
El desafío de educarse y educar interpela hoy a la Iglesia a una conversión pastoral. En efecto, esto implica aprender a ponerse en relación con los jóvenes para descubrir el don y las potencialidades humanas que se encuentran en cada uno de ellos, y generar junto nuevas ideas, nuevos procesos y proyectos.
La importancia de saber crear nuevas relaciones se funda en el hecho de que, como afirma Benedicto XVI, «la creatura humana, en cuanto naturaleza espiritual, se realiza en las relaciones interpersonales. Más las vive de manera auténtica, más madura también en la propia identidad personal. No es aislándose que el hombre se valoriza a sí mismo, sino poniéndose en relación con los otros».[63] Nos educamos recíprocamente, cuando enfrentamos juntos los desafíos del cotidiano y de la vida colectiva, y no solamente en los momentos de encuentro formales[64], en los que las relaciones pueden llegar a ser funcionales o superficiales y, por lo tanto, no generar vida.
Creer en la relación generativa entre y con los jóvenes, es asumir un compromiso recíproco en el que se aprende a entrar en relación con el mundo, a fortificar una memoria significativa, que no sólo es ocasional, a generar la cultura del encuentro y a vivir una ciudadanía, que está en relación directa no sólo con la dignidad humana universal, sino también con la justicia y el bien común.[65]
Se hace necesario, entonces, crear y generar junto a los jóvenes, proyectos que lleven a vivir la ciudadanía política, que guía a la capacidad de ejercer los derechos de libertad fundamentales, y de participar activamente a las decisiones y a la vida política; la ciudadanía social, referida a la protección de los derechos civiles, económicos, sociales y culturales, especialmente en los momentos de particular vulnerabilidad; la ciudadanía económica, que exige un compromiso y el deber de educarse a hacer uso del consumo con libertad y justicia, en favor del bien común y de la justa distribución de los bienes; la ciudadanía civil, relacionada con la capacidad de participar en el ámbito de la opinión pública; la ciudadanía intercultural, que se compromete a abrirse al horizonte del cosmopolitismo de la solidaridad universal.[66]
3. La caridad proyectual como caridad inclusiva
La educación a una caridad proyectual en el ámbito educativo-pastoral implica favorecer procesos metodológicos, mentales y relacionales inclusivos. Esto pide atención para que los operadores comprometidos opten por un modelo adecuado en la fase de planeación; en relación a los destinatarios, estén atentos a no caer en el paternalismo y el asistencialismo; favorezcan el aumento de la disponibilidad de capital social.
3.1. Elección de un modelo de planeación de tipo comunional y de participación diferenciada.
Los agentes están llamados a pensarla y construirla, no según el modelo de tipo elitista, burocrático y centralizado o según el modelo de tipo democrático, asamblear, desde la base. El primer modelo, prevé que el proceso de planeación sea en efecto elaborado por una persona o un equipo de expertos, para luego hacerlo ejecutar por la comunidad.[67] Esto afecta toda la planeación, a tres niveles. El primero, consiste en el hecho de que, la participación sea de los operadores pastorales como de la gente, es mínima, y se reduce a la recepción de los contenidos de un proyecto que viene establecido desde lo alto. Esto comporta un esfuerzo particular de mentalización, para hacer incorporar de manera amplia y profundizada la importancia de un proyecto. El segundo nivel es el que va contra la planeación pastoral, que pide la contribución de diferentes competencias y, por tanto, no puede ser dejada al sólo saber teológico-pastoral de individuos o de un equipo, y ni siquiera a la experiencia individual o colectiva de pocos, que «generalmente representan mentalidad y experiencias de un determinado ambiente, y se exponen a valorar y planear con base en análisis limitados y de parte».[68] Y el tercer nivel, más crítico, subraya el hecho de que este modelo lleva a la disgregación, a la resignación, y a formas de frustración, porque no tiene en cuenta la participación activa, la cual es característica de un cristianismo adulto.[69]
El modelo de tipo democrático, asamblear, desde la base, prevé que el proyecto sea pensado desde la “base”, esto es desde grupos eclesiales. Aunque la participación es activa, existe el riesgo de una escasa real participación de todos y por tanto de la manipulación de algunos líderes espontáneos o de una élite.[70]
En vista de realizar una caridad proyectual junto a los jóvenes y a las personas que buscan el bien común, sería oportuno considerar el modelo de tipo comunional y de participación diferenciada. Se trata de un proceso realizado con la participación más amplia posible de colaboradores, en el respeto de las diferentes competencias, de los títulos eclesiales, de la presencia de líderes y de representantes de los diferentes grupos.[71]
Según el objetivo de la caridad inclusiva, todos los jóvenes y los beneficiarios del proyecto tienen el propio puesto, y ninguno debe sentirse excluido de la posibilidad de recibir valores y da dar en el justo modo la propia contribución en la construcción de un mundo más humano según el querer de Dios. El proceso de planeación, por lo tanto, va realizado creando las condiciones para que sea involucrante, participado y gestionable, y por consiguiente concreto y creativo.
3.2. Implicación de los destinatarios y participación diversificada
En relación a los destinatarios, la elección de un proceso de planeación expresión de caridad inclusiva, considera la solidaridad como dinamismo de dar y recibir, como don y reciprocidad.
Tal opción se diferencia, por lo tanto, de elecciones connotadas por paternalismo y asistencialismo, en los que existen substancialmente dos grupos: uno activo y otro pasivo.
El primer grupo está constituido por personas encargadas de dar bienes/o servicios, donde se presentan como sujetos activos con un rol de control, de saber y de poder; por lo tanto, son los protagonistas de la acción solidaria. El segundo grupo, en cambio, recibe los bienes sin una participación activa, con una actitud de sumisión, porque no se le pide dar la contribución propia de acción y de planeamiento. Desarrolla el rol de recibir y de agradecer, por aquello que le viene ofrecido.[72] Este tipo de relación enfoca los destinatarios en el rol de receptores pasivos, y se expone a generar dependencia, reproduciendo el ciclo de pobreza y exclusión.
La lógica proyectual postula la participación diferenciada de todos aquellos que están implicados en el proyecto. Se funda no sólo sobre el reconocimiento y sobre la valorización de la identidad y de la dignidad del otro, sino también sobre la aceptación realística que, no obstante, las diferentes situaciones de pobreza, de vulnerabilidad y de diferencia a nivel educativo, económico y social, todas las personas tienen algo que ofrecer y enseñar.[73] Considerando que todas las personas están en grado de recibir y aprender algo de los otros[74], se pone el acento, sobre todo
- Sobre el compartir más que sobre el ayudar;
- Sobre el aprender de los otros;
- Sobre la construcción de lazos de reciprocidad que busquen la equidad y desarrollen relaciones fraternas;
- Sobre el co-protagonismo en el diseño y en la ejecución de los proyectos;
- Sobre la consideración de los otros como iguales en dignidad;
- Sobre el creer que también el más “desaventajado”, es capaz de crear y desarrollar proyectos e iniciativas sociales según la caridad cristiana;
- Sobre el promover el sentido de comunidad.
En el horizonte de la educación cristiana, la caridad va más allá de un simple asistencialismo. Se trata, en efecto, de amor gratuito, de una elección de vida, de un modo de ser, de vivir.[75] La caridad cristiana se caracteriza por «la vía de la humildad y de la solidaridad. No hay otra vía para este amor: ser humildes y solidarios».[76]
La vía de la humildad y de la solidaridad crea lazos de fraternidad y construye comunidad. Considera a la población beneficiada según un proceso de responsabilización y de crecimiento, en el sentido de apropiación de las intervenciones, actividades concluidas y empowerment. El compromiso de empowerment interpela la formación, o sea el potenciamiento de sus capacidades de elaboración y de invención.
3.3. El aumento de la disponibilidad del capital social
Otro proceso pedido por la lógica proyectual, es el de asumir la elección de poner a disposición recursos comunes y crear nuevas relaciones humanas, aumentando la disponibilidad del capital social. [77] El capital social representa el grado de cohesión social existente en las comunidades (entre familiares, comunidades, amigos, colegas, asociados, etc); se refiere a los procesos que se instauran entre las personas y que establecen redes, normas y confianza social, facilitando la coordinación y la cooperación en la óptica de una ventaja reciproca; está ligado a la valorización de la autogestión, al reforzamiento de las relaciones y a la cooperación entre los ciudadanos, al desarrollo del sentido de propiedad de los ciudadanos, a la contribución de los ciudadanos a la resolución de las problemáticas comunitarias, a la creación de un clima positivo de confianza administración-usuarios, a la construcción del sentido de comunidad.[78]
Para promover y sostener una reciprocidad concreta y creativa se pueden poner en acto
1) instrumentos que promuevan la escucha de los ciudadanos y de los grupos de interés (entrevistas, cuestionarios, observación participante, focus group, brainstorming, caminada de barrio);
2) prácticas que promuevan la consulta y la interacción constructiva (mesas de trabajo/consultas, workshops temáticos, laboratorios de barrio, forum telematicos, search conference, laboratorios proyectuales, meta planes, análisis…);
3) técnicas para el alcance de conclusiones compartidas y la promoción de procesos deliberativos (town meeting, jurados de los ciudadanos, deliberative polling).[79]
La óptica de aumentar el capital social puede potenciar la búsqueda del bien recíproco, sea de los operadores pastorales y de los jóvenes que proyectan, sea de las personas y de las comunidades que los acompañan.
4. La caridad proyectual atenta a las necesidades del proprio contexto
Un primer paso de la lógica proyectual es la lectura del contexto, para identificar las necesidades a las cuales responder. A mi parecer, el análisis y la valoración del contexto es un momento de lectura favorable para educar a los jóvenes, las comunidades eclesiales, los grupos juveniles, etc. al descubrimiento de la realidad social, según la mirada de fe, en vista de discernir para renovar el rostro de la ciudad.
4.1. Descubrimiento de la realidad social como lugar de la alteridad y de la solidaridad
La visión cristiana de la dignidad de la persona humana, pone un principio fundamental para la construcción de la sociedad civil. En efecto, afirmar que el hombre es creado por Dios significa que, desde el primer momento, está llamado a la salvación: a ser, a realizarse en plenitud, a encontrarse con Dios, a vivir su existencia con sentido, a estar inmerso en la realidad social con la opción de considerar su vida como don, a encontrarse con la alteridad, a vivir la solidaridad y a promover el bien común.
No obstante la persona humana tenga una naturaleza relacional, a veces está marcada, sobre todo en el mundo de hoy, por la remoción de todo lo vivido, que más directamente remite al mundo de las emociones, de la afectividad y del sentirse pertenecientes y responsables de una comunidad, a causa del individualismo y del materialismo. Se llega a ignorar el dolor en las personas, la injusticia que golpea a los más débiles. Se llega incluso a rechazar e ignorar al “pobre”, porque considerado como el que disturba, que no aporta nada a la sociedad, que no pertenece a ciertas clases sociales o simplemente, porque no se “adecúa” a lo que dicta el mundo de hoy.[80] En la base del descubrimiento del social como lugar de la alteridad y de la solidaridad, se encuentra una importante y progresiva educación a relaciones serias, que se establecen al interior del grupo social y de pertenencia. La educación a las buenas relaciones interpersonales en la lógica cristiana está sobre el escenario de todo proceso de comportamiento positivo.
El proceso de planeación sirve de mediación, para que los jóvenes y las mismas comunidades eclesiales redescubran lo social, como un lugar en el cual interactuar en favor del otro y de los otros. Es un modo para despertar en los jóvenes la atención por el otro, para potenciar la cultura del encuentro y la amistad social y para cuidar del creado. Esto conlleva el compromiso cotidiano de ir más allá de las cosas pasajeras y caducas, más allá de falsas promesas de felicidad, de placeres egoístas, de una vida mediocre centrada en sí mismos.
El compromiso de asumir una mentalidad proyectual, anima a los jóvenes a convertirse en callejeros de la fe, y a vivir su misión de discípulos misioneros en todas partes. En efecto, esta es una actitud humano-cristiana fundamental, y pide gran atención y discernimiento, en vista de dar un nuevo rostro a la ciudad; es una condición indispensable para la confianza en el triunfo del cambio deseado.
4.2. Escucha atenta del contexto para renovar el rostro de la ciudad
La escucha del contexto para favorecer un nuevo rostro de la ciudad interpela a toda la comunidad eclesial, a los agentes pastorales y a los mismos jóvenes, a una lectura seria y responsable de la realidad sociocultural, no sólo desde el propio punto de vista y/o con las categorías de la propia realidad local. Es necesario saber reconocer la ciudad como un lugar educativo complejo, dotado de un sistema de relaciones en el que sus habitantes son potencialmente protagonistas activos y actores del propio territorio.[81]
El propio contexto de vida es uno de los lugares fundamentales en los cuales los jóvenes pueden encontrar el rostro de Dios presente en tantos hermanos, y como discípulos y misioneros pueden anunciar la alegría de haber conocido a Jesús en la experiencia de su testimonio, promoviendo la cultura del encuentro, la comunión y la integración entre todas las personas.[82] La ciudad es también el lugar propicio para promover un movimiento misionero de la Iglesia hacia todas las periferias, hacia las situaciones existenciales en las que se encuentran todas las personas “invisibles”, “olvidadas por la sociedad”, “explotadas” o “descartadas”.[83]
La pastoral juvenil está llamada a educar a los jóvenes a leer la propia ciudad, con la lógica de los cuatro principios sociales propuestos por el Papa Francisco, en la Encíclica EG: la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea, el todo es superior a la parte, y el tiempo es superior al espacio.[84] Estos principios sensibilizan a los jóvenes a leer a la luz de la fe la complejidad del mundo y las situaciones que suceden, partiendo de una multiforme red de relaciones; a superar la fragmentariedad del pensamiento y de la visión del mundo; a descubrir la existencia de una interdependencia entre los valores de la justicia, de la fraternidad universal, de la elección de los pobres, de la sobriedad y de la humildad.
La lectura y la escucha atenta del contexto pide, sin embargo, la comprensión del territorio como situación compleja; pide la comprensión de la presencia de diversos factores, de diversas dimensiones, de diversos sujetos, como las varias organizaciones, las realidades externas, gobernativas y no gobernativas. Por esto, la lectura que hoy se necesita realizar va más allá del localismo y el sectorialismo, y enfrenta los procesos de interdependencia entre fenómenos y contextos: «Asumir el contexto social más amplio como referencia, en sus recientes evoluciones y nuevas problemáticas, permite legitimar el valor del proyecto, a través de una visión política y orientada al cambio, y no sólo a la reducción de la incomodidad».[85] Proponerse, por lo tanto, una mentalidad proyectual al servicio de la educación de la dimensión social de la evangelización, significa comprometerse a interactúe con un ambiente que produce «significados propios»[86] y que se organiza de manera singular.
Educar a una caridad proyectual, significa educar a interrogarse y a poner en diálogo la acción personal con los fenómenos globales, regionales y locales. Esto significa que, gran parte del trabajo de planeación se refiere a la relación con los contextos sociales, con las organizaciones, con diferentes instancias de operadores, destinatarios, referentes políticos y su integración. Es necesario, en este sentido, escuchar las voces de algunas instituciones o fuentes de información a nivel internacional y nacional, que se especializan y se ocupan de los fenómenos de la realidad sociocultural de diferentes contextos.[87] Es necesario escuchar a las personas implicadas en el proyecto deseado, y a todos aquellos que interactúan en un sistema social, sean ellos encargados, operadores, destinatarios o portadores de interés.
La etapa de la lectura y de la escucha atenta del contexto es bastante importante y compleja. Es preciso que se busquen los recursos y las vías necesarias para realizar recorridos de orientación, hacia una búsqueda-acción y de mediación sociocultural, con el fin de que los jóvenes y todos los operadores pastorales, conozcan la complejidad de la ciudad y puedan realizar una lectura creyente de la realidad. Esto es necesario, para que el proyecto sea significativo y válido para todas las partes implicadas.
Según la propuesta interesante y también exigente de algunos autores – adaptada por mí, - la lectura y la escucha atenta del contexto podría comprender cuatro fases fundamentales, que presento brevemente en seguida.[88]
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5. La caridad proyectual y la valorización de los procesos transversales
El análisis y la valoración teológico-pastoral de la situación objeto de intervención, permite llegar a enfocar el cambio deseado. La lógica proyectual prevé siempre la búsqueda de itinerarios posibles y estratégicos para favorecer el cambio esperado. Un proyecto al servicio de la educación a la fe de los jóvenes, que valoriza la dimensión social, exige la organización de los roles de los responsables del proyecto; prevé un “mapa”, en el cual se pueden trazar recorridos alternativos adecuados a las necesidades comunitarias, teniendo en cuenta las propuestas de los jóvenes y los imprevistos; comporta la participación y el protagonismo de los jóvenes y de los beneficiarios de las acciones del proyecto.
Todas estas atenciones están permeadas de procesos transversales, que son necesarios para poner en acto modelos del modo de proyectar de tipo comunional y de participación diferenciada. En este punto, articulo la reflexión en cuatro parágrafos, poniendo el acento sobre los procesos transversales que promueven la sostenibilidad del proyecto, están presentes en la etapa de planificación y en la de ejecución del proyecto, como también en el constante compromiso educativo hacia los jóvenes, a fin de que puedan construir el sendero a recorrer.
5.1. Procesos transversales para la sostenibilidad del proyecto
La metodología de la planeación en el ámbito social, debe tener en cuenta algunos procesos diferentes: una gestión externa e interna de ellos, una traducción de los lenguajes, unos procesos de mediación cultural, una relación entre las diferentes personas y sujetos y entre los varios niveles del sistema social en los que se desarrolla un determinado proyecto.[89] La literatura sobre la planeación social, define el conjunto de estos procesos con el término sostenibilidad del proyecto, la cual se refiere no sólo a la posibilidad de supervivencia económica del mismo sino, sobre todo, «al proceso que identifica modalidades, medios específicos para relacionarse adecuadamente a las diferentes esferas de la vida, dirigido a coordinar y a regular, en un proyecto, las dinámicas entre las instituciones, las relaciones tipificadas entre los individuos y, contemporáneamente, superando un acercamiento determinístico, se confronta con las expectativas, las solicitudes, los proyectos que se desarrollan en las relaciones intersubjetivas. Sin reprimir las instancias participativas, y proponiendo con autoridad moral objetivos de trasformación sobre los cuales construir un nuevo consenso, componer y hacer converger las acciones y la voluntad de los individuos».[90]
[...]
[1] Cf Extracto de la tesis doctoral discutida en la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación “Auxilium”:Cruz Gómez Magda Liliana, La dimensione sociale in pastorale giovanile: indicazioni per itinerari di educazione alla fede, Roma, [s.e.] 2018.
[2] En la organización del VIDES internacional funcionan los órganos propios de cada asociación: Asamblea de los miembros, Junta Directiva (quince miembros), Consejo de Presidencia (Presidente, Director General, dos Consejeros de los cuales uno con la función de Secretario, Tesorero), Comisión de Formación, Oficina de Relaciones Internacionales. (Ver documentación en http://www.VIDES.org/[07-08-2018]).
[3] Cf Conferencia Episcopal Italiana (CEI).
[4] Cf AmirianKarim Jamil, La progettazione sociale. Esperienze e riflessione, Milano, Franco Angeli 2012, 22.
[5] Id., -Busnelli Francesca Romana - Salvi Angelo, Pensare e agire la progettazione sociale. Manuale per l’ideazione e l’elaborazione dei progetti delle organizzazioni non profit, Roma, Tipolitografia Istituto Salesiano Pio XI 2011, 20.
[6] Cf Francesco, Meditazione mattutina nella cappella della Domus SanctaeMarthae: Imparare a fare il bene, 14 marzo 2017, in https://w2.vatican.va/content/francesco/it/cotidie/2017/documents/papa-francesco-cotidie_20170314_presi-per-mano.html (13-03-2018).
[7] Traverso Andrea, Progettare il quotidiano e l’emergenza, in (a cura di) Traverso Andrea -Parmigiani Davide, Progettare l’educazione, Milano, Franco Angeli 2011, 43.
[8] Midali Mario, Progettazione pastorale, in Id., - Tonelli Riccardo (a cura di), Dizionario di Pastorale giovanile, Torino, Elledici 19922, 987.
[9] Cf l.cit; cf Pintor Sergio, L’uomo via della Chiesa. Manuale di teologia pastorale, Bologna, Dehoniane 1992, 231.
[10] Cf Midali, Progettazione pastorale 987.
[11] Cf Tonelli Riccardo, Incarnazione, in Midali Mario - Tonelli Riccardo (a cura di), Dizionario di Pastorale giovanile, Torino, Elledici 19942, 515.
[12] Cf NMI 42.
[13] Midali Mario, Teologia pratica. 5. Per un’attuale configurazione scientifica = Biblioteca di Scienze Religiose 200, Roma, LAS 2011,49 (se vean las exhortaciones apostólicas postsinodales de Juan Pablo II Christifideles laici, Pastores dabovobis e Vita consecrata). Papa Francisco se refiere a la mística de la fraternidad (cf EG 99-100).
[14] Cf Midali, Progettazione pastorale 898.
[15] La mentalidad en el ámbito del management corresponde a la vision y a la mission. La primera indica la proyección que un “empresario”, grupo u organización, quiere ver en el futuro y que refleja los propios valores, los ideales y las aspiraciones generales. La segunda tiene como función enfocarse más sobre el presente y suministrar una guía operativa a la acción de la organización (cf Drago Marco - Boroli Andrea (a cura di), Vision, in L’enciclopedia dell’economia, Novara, De Agostini 1998, 901).
[16] Cf Tonelli Riccardo, (Mirada de fe) Sguardo di fede, in Midali Mario - Tonelli Riccardo (a cura di), Dizionario di Pastorale giovanile, Torino, Elledici 19942, 407-413.
[17] Ivi 408 .
[18] Cf ivi 410.
[19] Ivi, 411.
[20] L.cit.
[21] Cf l.cit.
[22] L.cit.
[23] Ivi 412.
[24] Cf l.cit.
[25] Cf ivi 413.
[26] Cf Sinodo dei vescovi - XV Assemblea generale ordinaria, Instrumentum Laboris: I giovani, la fede e il discernimento vocazionale, 19 giugno 2018, n. 206, Città del Vaticano, LEV 2018 (de ahora en adelante IL).
[27] Cf MidaliMario, Teologia pratica. 1. Cammino storico di una riflessione fondante e scientifica = Biblioteca di Scienze Religiose 159, Roma, LAS 20003, 395-400.
[28] ES 19. Citado en EG 51.
[29] EG 51.
[30] IL 3.
[31] Midali, Teologia pratica. 1. Cammino storico 412.
[32] Ivi 408.
[33] Id., Teologia pratica. 5. Per un’attuale 91.
[34] IL 3.
[35] Cf Rupnik Marko, La lettura spirituale della realtà, in ŠpidlíkTomáš- Rupnik Marco (a cura di), Teologia pastorale a partire della bellezza, Noventa Padovana, Lipa 20183, 33.
[36] Tonelli Riccardo, Per la vita e la speranza. Un progetto di pastorale giovanile = Biblioteca di Scienze Religiose 120, Roma, LAS 1996, 33.
[37] IL 203.
[38] Cf Midali, Teologia pratica. 1. Cammino storico 403.
[39] Cf ivi 404.
[40] Cf Sej-Celam, Civilización del Amor. Proyecto y misión. Orientaciones para una pastoral juvenil latinoamericana, Bogotá, Celam 20132, 66; cf Ramos Rosa, Actualité de la méthode voir-juger-agir-célébrer dan la catéchése latino-américaine, in Lumen Vitae 73(2018)1, 82.
[41] Cf Sej-Celam, Civilización del Amor. Proyecto y misión 10.
[42] Cf ivi 9.
[43] Cf ivi 9.
[44] Cf Traverso, Progettare il quotidiano 43.
[45] Cf CV 11.
[46] Ivi 32.
[47] Cf ivi 13.
[48] Cf Amirian-Busnelli - Salvi, Pensare e agire la progettazione 22.
[49] Nel Project Management, los stakeholder son los portadores de interés que rotan en torno a la organización. Representan el universo de las personas y de las entidades interesadas en los productos, a los servicios, al estado y al bienestar de la organización (cf Vaggelli Manuele, Gli Stakeholder di progetto, in http://www.brainybyte.it/gli-stakeholder-di-progetto/ [22-03-2018]).
[50] Cf Tucciarelli Massimo, Coaching e sviluppo delle soft skills, Milano, La Scuola 2014, 43.
[51] Cf Amirian-Busnelli - Salvi, Pensare e agire la progettazione 27-28.
[52] Cf Sej-Celam, Civilización del Amor. Proyecto y misión 308-310.
[53] Cf Vecchi Juan Edmundo, Progetto educativo pastorale, in Vecchi Juan Edmundo - Prellezo García José Manuel (a cura di), Progetto educativo pastorale. Elementi modulari, Roma, LAS 1984, 19-20.
[54] Istituto Figlie di Maria Ausiliatrice, Linee orientative della missione educativa delle FMA. Perché abbiano vita e vita in abbondanza, Leumann (TO), Elledici 2006, 44.
[55] Vojtáš Michal, Progettare la pastorale. Percorsi innovativi, virtuosi e umilmente integrali, in NPG 2(2018)52, 19.
[56] Cf l.cit.
[57] Benedetto XVI, Discorso ai partecipanti alla Plenaria della Congregazione per l’educazione cattolica: L’insegnamento della religione cattolica nelle scuole favorisce l’educazione in una società multiculturale, 11 febbraio 2011, in Insegnamenti di Benedetto XVI, VII/1, Città del Vaticano, LEV 2011, 198.
[58] Cf Francesco, Discorso ai partecipanti alla Plenaria della Congregazione per l’educazione Cattolica, 9 febbraio 2017, in https://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2017/february/documents/papa-francesco_20170209_plenaria-educazione-cattolica.html(06-03-2018).
[59] Cf EG 106.
[60] Cf Moral José Luis, L’incontro con Gesù di Nazareth. Orizzonte educativo dell’esperienza cristiana, Roma, LAS 2016, 340.
[61] Francesco, Discorso ai partecipanti al congresso mondiale promosso dalla congregazione per l’educazione cattolica, 21 novembre 2015, in https://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2015/november/documents/papa-francesco_20151121_congresso-educazione-cattolica.html (10-30-2018).
[62] Cf Id., Cerimonia di benvenuto: Andate e fate discepoli tutti, 22 luglio 2013, in Insegnamenti di Francesco, I/2, Città del Vaticano, LEV 2015, 53.
[63] CV 53.
[64] Cf Moral, L’incontro con Gesù di Nazareth 340.
[65] Cf Id., Cittadini della Chiesa, cittadini nel mondo. Antropologia, catechetica ed educazione, Roma, LAS 2017, 286.
[66] Cf Cortina Adela, Ciudadanos del mundo, Madrid, Alianza 1997, 139-216; cf IL 156.
[67] Midali Mario, Progettazione pastorale 899.
[68] L.cit.
[69] Cf l.cit.
[70] Cf l.cit.
[71] Cf ivi 900.
[72] En momentos de catástrofes naturales y de emergencia, la acción solidaria es en un primer momento asistencialista, porque la población golpeada por la tragedia no se encuentra en grado de gestionar los daños y de recuperar los bienes necesarios para sobrevivir.
[73] Cf Freire Paulo, La pedagogia degli oppressi, Torino, Ega 2002, 167-168.
[74] La caridad inclusiva se caracteriza por la búsqueda constante del bien y del crecimiento recíproco. Existe un paradigma de la interacción humana en el que hay puesto para todos, y donde el triunfo de una persona no se alcanza con el daño de los otros. Se trata del paradigma, gano/ganas. Según un autor, este paradigma de interacción es una disposición de mente y de corazón, que busca siempre el bien recíproco en todas las interacciones humanas. Significa que, los acuerdos y las soluciones encontradas, llevan un beneficio y una satisfacción recíprocas. Se ve, por lo tanto, la vida, como una realidad cooperativa, en la cual no existen débiles o fuertes, y donde todos ganan (cf Covey Stephen, Le 7 regole per avere successo, Milano, Franco Angeli 20133, 194).
[75] Cf Francesco, Incontro con i poveri e i detenuti nella cattedrale di Cagliari: L’amore è gratuito, 22 settembre 2013, in Insegnamenti di Francesco, I/1, Città del Vaticano, LEV 2015, 266.
[76] L.cit.
[77] Cf The Organisation for Economic Co-operation and Development (Oecd), What is social capital?, in https://www.oecd.org/insights/37966934.pdf (21-03-2018).
[78] Cf Bobbio Luigi, Amministrare con i cittadini. Viaggio tra le pratiche di partecipazione in Italia, Calabria, Rubetino 2007, 157.
[79] Cf Id., A più voci Amministrazioni pubbliche, imprese, associazioni e cittadini nei processi decisionali inclusivi, Roma, Edizioni Scientifiche Italiane 2004, in http://www.magellanopa.it/fileadmin/documents/A_piu__voci.pdf (21-03-2018).
[80] Una filósofa española ha publicado un libro sobre el rechazo del pobre en el mundo de hoy. Puede ser un recurso que ayuda a leer la actualidad en clave educativo-pastoral (cf Cortina Adela, Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia, Barcelona, Paidós 2017).
[81] Cf Matricardi Giorgio, Città, territorio, ambiente e educazione, in Parmigiani Davide -Traverso Andrea (a cura di), Progettare l’educazione.Contesti, competenze, esperienze, Milano, Franco Angeli 2011, 137-141.
[82] Cf Galli Carlos María, Dios vive en la ciudad. Hacia una pastoral urbana a la luz de Aparecida y del proyecto misionero de Francisco, Buenos Aires, Agape 20144.
[83] Cf Aparecida 65.
[84] Cf EG 222-237.
[85] Amirian, La progettazione 27.
[86] Ivi 19.
[87] Por ejemplo, una fuente para América Latina es el Banco Interamericano de desarrollo (cf https://www.iadb.org/es [16-02-2018]).
[88] Cf Amirian-Busnelli - Salvi, Pensare e agire la progettazione 85-94. La publicación presenta cinco dimensiones en las que se releva la importancia de conocer algunas experiencias precedentes de otros proyectos. Además, expone algunos instrumentos para recoger y compilar la información de cada fase de la escucha del contexto.
[89] Cf Amirian, La progettazione 22.
[90] Ivi 23.
- Citation du texte
- Magda Cruz (Auteur), 2018, La dimensión social en pastoral juvenil. Indicaciones para itinerarios de educación a la fe, Munich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/510001
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