En este libro se presenta una revisión teórica y una propuesta de intervención preventiva basada en las terapias de tercera generación dirigida al personal que trabaja en cualquiera de los cuerpos que componen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE ). Diseñar un programa como este se hace pertinente porque la literatura científica ha mostrado una alta prevalencia de problemas de salud mental en las FCSE.
Es probable que dentro de las causas de estos problemas estén factores de vulnerabilidad psicológica como el uso de estrategias de regulación emocional basadas en la supresión y la existencia de una cultura policial que censura la expresión de vulnerabilidad emocional; así como una elevada exposición al estrés laboral y a eventos traumáticos dentro de su práctica profesional habitual. En España existen programas preventivos y de intervención en Salud Mental específicos en las FCSE de escaso alcance.
No se han encontrado intervenciones específicas dirigidas a la mejora de la regulación emocional y/o aprendizaje de otras estrategias preventivas. Las intervenciones basadas en terapias de tercera generación han mostrado ser eficaces para aumentar el bienestar psicológico en grupos profesionales que, como las FCSE, están expuestos a elevados niveles de estrés en la atención a la población. Por ello se parte de este marco teórico para el diseño de una intervención en la que se trabajarán específicamente cuatro contenidos: estrés laboral, regulación emocional, compasión y mindfulness.
Los objetivos de este trabajo son: realizar una revisión teórica de algunos factores en la base del malestar psicológico de las personas que trabajan en las FCSE; revisar las intervenciones previas realizadas en las FCSE con el objetivo de reducir el estrés y el malestar psicológico, poniendo el foco en intervenciones basadas en terapia de tercera generación; y proponer un programa de intervención con el formato de taller preventivo en Salud Mental dirigido a las FCSE.
Table of Contents
RESUMEN
I. MARCO TEÓRICO
1.1 Introducción
1.2 Estrés laboral
1.3 Estrés en las FCSE
Modelo diátesis-estrés aplicado a las FCSE
1.4 Factores de Vulnerabilidad
Factores externos: Cultura y organización policial
Factores internos: regulación emocional desadaptativa
1.5 Prevalencia de trastorno mental en la policía
Trastornos mentales en las FCSE
II. INTERVENCIONES EN LAS FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD DEL ESTADO Y TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN
2.1 Programas preventivos en las FCSE
2.2 Terapias de tercera generación
2.3 Mindfulness
Programas de tratamiento que incluyen Mindfulness
Estudios sobre la eficacia de intervenciones basadas en mindfulness
Intervenciones en grupos profesionales
Intervenciones en las FCSE
2.4 Compasión
Beneficios de la compasión
Eficacia de las intervenciones
Intervenciones en grupos profesionales
III. TALLER DE PREVENCIÓN BASADO EN LAS TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN PARA LAS FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD DEL ESTADO
3.1 Estructura general del programa
Contenido y estructura
Participantes,
3.2 Evaluación
3.3 Descripción de las sesiones
Sesiones individuales
Sesiones grupales
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS
Tabla 1: Categorías de estresores laborales (Peiró, 1999a)
Tabla 2: Resumen de sesiones grupales
Tabla 3: Criterios de inclusión y exclusión del programa
Gráfico 1: Representación gráfica modelo diátesis-estrés para las FCSE (Fuente: elaboración propia)
Gráfico 2: Comparación de la tasa de suicidio entre GC y PG
AGRADECIMIENTOS
A las personas que trabajan dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que voluntaria y amablemente me han proporcionado bibliografía, referencias, informes y opiniones personales que han permitido que este trabajo se asiente sobre la realidad y no sólo en la teoría e investigación.
A mi tutora, Covadonga, que con sus breves, concisas y justas recomendaciones ha hecho de este un trabajo de más calidad del que podría haber realizado por mí misma.
A Francisco Pérez Crespo, que me dio la idea, motivándome a elaborar un programa que pueda implementarse en la realidad, sin siquiera tener constancia de que ha hecho ninguna de las dos cosas.
A mis padres Pablo y Mª Carmen, que sin saber muy bien cómo, han conseguido que haya podido hacer mis propias elecciones.
A Teo y Simón, por su amor y alegría incondicional pese al mal genio y al “mamá tiene que hacer cosas”.
Y sobre todo a Sergio, por subirme en un pedestal antes de que empezara todo esto, por creer más en mí que yo misma, y por su enorme capacidad de esforzarse, sufrir y amar para que podamos tener una vida plena.
RESUMEN
En este trabajo se presenta una revisión teórica y una propuesta de intervención preventiva basada en las terapias de tercera generación dirigida al personal que trabaja en cualquiera de los cuerpos que componen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE[1] ). Diseñar un programa como este se hace pertinente porque la literatura científica ha mostrado una alta prevalencia de problemas de salud mental en las FCSE.Es probable que dentro de las causas de estos problemas estén factores de vulnerabilidad psicológica como el uso de estrategias de regulación emocional basadas en la supresión y la existencia de una cultura policial que censura la expresión de vulnerabilidad emocional; así como una elevada exposición al estrés laboral y a eventos traumáticos dentro de su práctica profesional habitual.En España existen programas preventivos y de intervención en Salud Mental específicos en las FCSE de escaso alcance. No se han encontrado intervenciones específicas dirigidas a la mejora de la regulación emocional y/o aprendizaje de otras estrategias preventivas. Las intervenciones basadas en terapias de tercera generación han mostrado ser eficaces para aumentar el bienestar psicológico en grupos profesionales que, como las FCSE, están expuestos a elevados niveles de estrés en la atención a la población. Por ello se parte de este marco teórico para el diseño de una intervención en la que se trabajarán específicamente cuatro contenidos: estrés laboral, regulación emocional, compasión y mindfulness.
Los objetivos de este trabajo son: realizar una revisión teórica de algunos factores en la base del malestar psicológico de las personas que trabajan en las FCSE; revisar las intervenciones previas realizadas en las FCSE con el objetivo de reducir el estrés y el malestar psicológico, poniendo el foco en intervenciones basadas en terapia de tercera generación; y proponer un programa de intervención con el formato de taller preventivo en Salud Mental dirigido a las FCSE.
I MARCO TEÓRICO
1.1 INTRODUCCIÓN
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el territorio nacional se articulan del siguiente modo (Ley Orgánica 2/1986): dos cuerpos a nivel estatal, el Cuerpo Nacional de Policía, instituto armado de naturaleza civil; la Guardia Civil, instituto armado de naturaleza militar. A la Policía Nacional se le asignan las capitales de provincia más los municipios que el gobierno determine, mientras que la Guardia Civil se hace cargo del resto del territorio nacional y el mar territorial. En el nivel autonómico trabajan conjuntamente los Cuerpos de Policía Autonómicos, que dependen de sus respectivas comunidades. A nivel municipal o local existen los cuerpos de policías propios, las Policías Locales, que dependen de los ayuntamientos.
Algunas de las posibles situaciones propias de su labor son: ser gravemente herido[2], ser víctima de atentado, intervención en catástrofes con elevado número de muertos, enfrentamiento armado, situaciones en las que se requiere el uso de las armas, protección de agresores en los traslados policiales, presencia en el levantamiento de cadáveres, investigación de redes de pornografía infantil, ser insultados por la población, presenciar la agresión o muerte de un compañero, denunciar infracciones, detener delincuentes, así como actividades asistenciales y de resolución de conflictos en la comunidad.
No se han encontrado cifras oficiales ni estudios en población española que indiquen el grado de exposición a eventos potencialmente traumáticos en las FCSE, sin embargo inferimos por la elevada presencia de trastornos como el Trastorno de estrés postraumático (TEPT) en las FCSE (Maia et al., 2007) que como parte del desempeño de su trabajo se enfrentan a situaciones peligrosas y potencialmente traumáticas, así como otras más cotidianas pero del mismo modo con potencial estresante y con posible repercusión en el bienestar psicológico del profesional. Además de las situaciones señaladas el agente policial, como en cualquier otro puesto de trabajo, está expuesto a multiplicidad de riesgos laborales propios derivados de las condiciones específicas de su puesto (Liberman et al., 2002). Turnos de trabajo rotatorios, turno nocturno, sobrecarga de trabajo, condiciones ambientales, horario, dificultad de conciliación, alta demanda junto a bajo control, etc., son otras condicionesespecíficas que se añaden a las situaciones anteriores aumentando los niveles de riesgo para padecer patologías relacionadas con el estrés y la vivencia de sucesos traumáticos.
1.2 ESTRÉS LABORAL
Cuando hablamos de estrés nos referimos a un estado del organismo, en su componente físico y psicológico, caracterizado por el sobreesfuerzo ante demandas (estresores) de naturaleza objetiva o subjetiva. La respuesta de estrés está modulada por la evaluación cognitiva de la misma (Lazarus y Folkman, 1984). Estos autores propusieron una teoría sobre el estrés en la que se afirma que si la persona valora que las demandas de la situación exceden de sus recursos personales o está en peligro su bienestar se pone en marcha la respuesta de estrés. Otros autores describen el estrés de manera más inespecífica, como cualquier experiencia emocional negativa que venga acompañada de cambios bioquímicos, fisiológicos y conductuales predecibles(Baum, 1990).
La exposición a estrés moderado es adaptativa ya que despierta en el individuo la motivación, exigiéndole cierto nivel de activación que le permite realizar acciones con resultado positivo si el desempeño es adecuado. Sin embargo la exposición crónica o un nivel elevado de estrés puede tener consecuencias sobre la salud afectando al sistema inmunitario, cardiovascular, neuroendocrino y nervioso central (Cano-Vindel y Serrano-Beltrán, 2006; Andersen et al,. 1998), así como generar problemas de regulación de la ansiedad y con otras emociones (Cano-Vindel, Dongil-Collado y Wood, 2011), alterando seriamente nuestra calidad de vida (Sarafis et al., 2016).
Para explicar la respuesta de estrés en el organismo,Seyle(1956) propuso el Síndrome general de adaptación, que supone diferentes fases en la respuesta de estrés en las que se desencadenan diferentes procesos fisiológicos que desembocaban en una falta de adaptación al estresor con la posibilidad de muerte del organismo. Este síndrome ayuda a entender cómo reaccionan las personas, teniendo en cuenta la prolongación temporal de situaciones de distress o estrés negativo. Las fases secuenciales de este síndrome son las siguientes:
- Fase de alarma: en la que se moviliza toda la energía y recursos para adaptarse a la situación.
- Fase de resistencia: la persona sostiene el nivel alto de esfuerzo durante un periodo limitado.
- Fase de agotamiento: la persona pierde progresivamente la energía y agota sus recursos. Comienzan a aparecer los síntomas.
Seyle (1976) incluía entre los síntomas propios de la fase de agotamiento: síntomas físicos como tensiones musculares, dificultades respiratorias, molestias gastrointestinales, insomnio, pulsaciones, etc.; síntomas psicológicos: nerviosismo y ansiedad, irritabilidad, pensamientos negativos, falta de motivación, dificultad de concentración, etc.; y síntomas conductuales: conductas impulsivas, escape de la situación, hostilidad, consumo de estimulantes, disminución del rendimiento laboral, etc.
El ámbito donde más se ha estudiado el estrés es en el ámbito laboral. El estrés laboral se entiende como el conjunto de reacciones emocionales, cognitivas, fisiológicas y de comportamiento a ciertos aspectos adversos y nocivos del contenido, la organización o el entorno de trabajo (Comisión Europea, 1999). Varios modelos aportan complejidad al concepto de estrés laboral. La aproximación clásica explica el estrés laboral como desajuste entre demandas excesivas o amenazantes y recursos de la persona para hacerles frente (Cano-Vindel, 2002).Estas demandas, denominadas estresores, pueden tener consecuencias negativas, denominadas tensión. El análisis de los estresores es muy importante en el proceso de la prevención y control del estrés laboral. Existen diferentes tipos de estresores: agudos, crónicos, diarios, y catastróficos o desastres. En función del análisis del contenido de los estresores laborales, Peiró (1999) revisó los más importantes y estableció ocho categorías, expuestas en la Tabla 1:
Tabla 1: Categorías de estresores laborales (Peiró, 1999a)
1.- Ambiente físico: riesgos ambientales, condiciones laborales como el ruido, temperatura y espacio.
2.- Organización laboral: turnos, rotaciones, carga de trabajo, etc.
3.- Contenido del puesto: control, complejidad, oportunidades para el uso de habilidades, significado de la tarea, feedback sobre la tarea, etc.
4.- De rol: conflicto de rol, ambigüedad de rol, sobrecarga de rol, etc.
5.- Derivados de las relaciones e interacciones sociales: con los supervisores, compañeros, subordinados, clientes, etc.
6.- Desarrollo laboral: cambio de puesto, promociones, desarrollo de la carrera, transiciones, etc.
7.- Características de la organización: tecnología que se emplea, estructura de la organización, clima social.
8.- Interfaz entre el trabajo y otras esferas de la vida como fuentes de estrés como los conflictos familia-trabajo.
En el contexto laboral es donde mejor se entiende que el estrés es un proceso dinámico determinado por variables personales, así como variables del entorno. La empresa u organización tiene responsabilidad en la medida que está causa y facilita la presencia de estresores o no hace detección ni pone remedio, pero es finalmente el trabajador quien debe salir de esa situación con la búsqueda de asesoramiento y apoyo. Así como es relevante la identificación de los estresores y su contenido, lo es el estudio del proceso por el que ciertas características ambientales, en combinación con variables individuales, se vuelven estresantes para alguien. Los modelos de estrés laboral más conocidos dan cuenta de estos procesos.
El modelo de estrés laboral de Demandas-Control (Karasek, 1979; Tsutsumi y Kawakami, 2004), en la línea del concepto de estrés de Lazarus y Folkman comentado anteriormente, explica que para que una situación sea estresante es necesaria la percepción de falta de control de la persona para afrontar las altas demandas que provienen del ambiente. Calnan, Wainwright y Almond (2000), incluyen el apoyo social como tercer componente, este apoyo proporciona una fuente de protección ante el estrés resultante de un trabajo con elevadas demandas y escaso control. En una versión similar más reciente y ampliada, Demerouti, Bakker, Nachreiner y Schaufeli (2001) amplían la noción de control a la de recurso. En este modelo los recursos no se consideran sólo a nivel de puesto si no a nivel grupal u organizaciones.
El modelo de Esfuerzo y Recompensa, (Siegrist y Marmot, 2004) introduce la autoeficacia como factor importante en el estrés laboral. El modelo postula que la percepción de injusticia o falta de reciprocidad entre la inversión personal en la organización y los beneficios obtenidos generan el estrés. Este modelo amplia el anterior al incluir factores intrínsecos más complejos que la falta de control o percepción de alta demanda como son la autoeficacia y motivación en la tarea.
1.3. ESTRÉS EN LAS FCSE
Típicamente se consideran estresores laborales propios de la policía los eventos y situaciones a las que están expuestas ya comentadas, así como cuestiones de funcionamiento interno como problemas con los altos mandos, falta de cooperación entre compañeros, manejo de equipos inadecuados, problemas de conciliación por los horarios, acoso y pocas oportunidades de promoción (Liberman et al., 2002). En un trabajo, con muestra de población española, de la Asociación Profesional de Policías (2011) se identificaron dos factores que favorecían la aparición de estrés en el trabajo policial. El primero, ya señalado, es la exposición continua a situaciones conflictivas y arriesgadas y a situaciones con alto nivel de incertidumbre. En segundo lugar, encontraron que la posibilidad de uso de herramientas potencialmente dañinas, el arma de fuego y bastón policial, contribuía a la aparición de estrés en esta profesión.
En un estudio realizado en 1999 con policía británica (Brown, Fielding y Grover, 1999) se realizó un análisis factorial con el tipo de estresores a los que estaban expuestos y su impacto en los agentes. Se identificaron tres categorías: la más traumática era la exposición a la muerte y desastres; la segunda, se relacionaba con la rutina de trabajo diaria como tratar con víctimas y la posibilidad de estar expuesto a violencia y daño; la tercera categoría eran estresores vicarios como tratar con víctimas de crímenes sexuales, con un impacto moderado y una frecuencia intermedia. Todos ellos se relacionaron con malestar y trastornos psicológicos.
Algunos estudios han puesto de manifiesto que la emoción más experimentada por los agentes de policía es el estrés (Pacheco, 2004) y que el trabajo policial es una de las actividades más estresantes que una persona puede llevar a cabo (Vuorensyrjä y Mälkiä, 2011), constituyendo así la actividad policial como una profesión de alto estrés (Torres, 2002; Gershon, Lin y Li, 2002, Goiria, San Sebastián, Torres e Ibarretxe, 2003). En un estudio realizado en población norteamericana con 201 policías pertenecientes a pequeños departamentos encontraron que a mayor exposición a estrés mayor riesgo de tener problemas de salud, baja autoestima, agresión dentro de la pareja y agresión entre los compañeros (Can y Hendy, 2014).
Con todo se puede inferir que el trabajo en las FCSE está directamente relacionado con el estrés y, por tanto, su personal tiene mayor riesgo de ver alterado su bienestar psicológico que la población general al estar expuesto a estrés de manera habitual.
Modelo diátesis-estrés aplicado a las FCSE
Según el modelo teórico de “Diátesis-estrés” (Zubin y Spring, 1977) las características individuales de una persona le hacen más vulnerable al desarrollo de psicopatología ante la presencia de agentes estresores que funcionan como desencadenantes. El modelo de diátesis-estrés se planteó inicialmente como un modelo explicativo de la esquizofrenia (Zubin y Spring, 1977). En la actualidad sirve como marco teórico para explicar el comportamiento general del ser humano como resultado de la interacción entre factores de vulnerabilidad individuales y factores ambientales. Los factores de vulnerabilidad son los factores genéticos, así como predisposiciones adquiridas en el nacimiento (p.e. alteraciones en el funcionamiento o lesiones cerebrales) o que se han establecido a través de la crianza y el desarrollo y conforman modos de funcionamiento cognitivos disfuncionales (modelos internos de trabajo de apego, estilos de procesamiento de información, dificultad en la regulación emocional, etc.). Los factores ambientales incluyen eventos traumáticos, hechos vitales negativos y el propio estrés ambiental. A mayor vulnerabilidad menores estresores son necesarios para el desarrollo de alteraciones psicológicas o ciertos comportamientos. Del mismo modo si los estresores son grandes no será necesaria tanta vulnerabilidad para desencadenar la alteración.
Se toma esté modelo para presentar una explicación del mecanismo por el cual las FCSE tienen mayor predisposición a experimentar malestar psicológico y/o psicopatología. Para las FCSE el estrés está representado por el estrés crónico y eventos traumáticos. El número e intensidad de los estresores a los que se enfrenta la policía es tan elevado que una parte importante de la previsible respuesta de estrés sea independiente de los factores individuales. La vulnerabilidad está representada por dos factores: externos (cultura y práctica policial) e internos (dificultad de regulación emocional). Si bien no son vulnerabilidades genéticas, sí son estilos de afrontamiento y de procesamiento de la información y las emociones que se desarrollan en un contexto particular y están presentes de manera significativa en los agentes policiales, pudiendo predisponen al desarrollo de psicopatología. Esta idea se desarrollará con más detalle en los apartados posteriores.
Gráfico 1: Representación gráfica modelo diátesis-estrés para las FCSE (Fuente: elaboración propia)
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A continuación se van a señalar los factores de vulnerabilidad encontrados en esta población que pueden desencadenar la psicopatología por asociarse al estrés.
1.4. FACTORES DE VULNERABILIDAD
Factores externos: Cultura y organización policial
La organización laboral basada en la jerarquía y la autoridad es una de las más importantes fuentes de problemas para la salud de los policías. Una organización de este tipo fomenta la falta de participación en el diseño del puesto de trabajo, la propuesta de mejoras, así como dificulta la adaptación individual. La falta de participación es el predictor más fuerte de tensión y estrés laboral, está relacionado directamente con la baja autoestima, consumo de alcohol, absentismo laborar y ánimo deprimido (Dixon, 1976).
Añadido a esto se habla de la existencia de una cultura policial que contribuye a que el agente rechace o considere que no necesita ayuda ni asistencia cuando pasa una situación complicada en el trabajo, tiene problemas personales o presenta malestar psicológico. La cultura de una organización determina que comportamientos son apropiados en ese entorno y hace más probable que se empleen ese tipo de estrategias al hacer frente a situaciones potencialmente estresantes o con gran carga emocional (Hart y Cotton, 2002). Con la aculturación los oficiales jóvenes aprenden a comportarse en el entorno policial, enseñados por los oficiales veteranos, por modelado o instrucción verbal directa. Se ha estudiado como algunas estrategias desadaptativas y, en especial la evitación, eran socializadas o entrenadas en policías en formación(Violanti, 1993). El clima o cultura organizacional es un factor que predispone al agente a emplear estrategias de evitación. Como se señala en varias publicaciones (Lennings, 1997; Malmin, 2012) la cultura policial inhibe la expresión emocional, los policías no se animan a hablar de sus problemas entre sí. Esta cultura lleva a que el agente considere que es capaz de manejar cualquier situación que se le presente sin repercusión emocional, enfatiza la resistencia y la independencia, llevando a que el agente mantenga una fachada de ser invencible (Hackett y Reese, 2001). Es legítimo que los agentes piensen que un posible historial de consulta a salud mental ponga en riesgo su puesto. Todo lo anterior puede llevar a que no busquen ayuda o incluso contemplen el suicidio (Curran, 2001). La aculturación tiene como resultado un cuerpo policial que tiende a no mostrar debilidad, a ignorar o no prestar suficiente atención a sus sentimientos ni al dolor emocional para mantener esa fachada de dureza (Malmin, 2012).
El ambiente de aculturación inhibe, además de la expresión emocional, el trabajo preventivo o de intervención tras la exposición repetida a eventos traumáticos o estrés. La cultura policial incrementa el riesgo de que la posible repercusión emocional o trastorno mental afecte al desempeño de la práctica profesional. Por ello, el personal puede ser consciente de este riesgo y sentirse todavía más incómodo o inseguro a reconocer y trabajar sus emociones y mucho más a compartirlas con un compañero o profesional. De este modo la cultura policial se considera peligrosa porque pone en riesgo el bienestar y la salud de los agentes de policía.
Factores internos: regulación emocional desadaptativa
Para Gross (1999, p. 275) la regulación emocional son “aquellos procesos por los cuales las personas ejercemos una influencia sobre las emociones que tenemos, sobre cuándo las tenemos, y sobre cómo las experimentamos y las expresamos” (Gross, 1999). Thompson (1994, p. 27-28) define la regulación emocional como “los procesos externos e internos responsables de monitorizar, evaluar y modificar nuestras reacciones emocionales para cumplir nuestras metas” ampliando así la definición. Estos procesos, no sólo nos permiten volver a nuestro estado de ánimo previo con mayor o menor celeridad, sino que además, parecen estar involucrados en la aparición y mantenimiento de diferentes problemas físicos y psicológicos (Hervás y Vázquez, 2006). La regulación emocional puede ser adaptativa y favorecer así una elaboración e integración emocional con resultados positivos, o desadaptativa, quedando la emoción sin elaborar e influyendo negativamente en nuestro bienestar y conducta.
Según el modelo de Gross (1999) las estrategias de regulación emocional se clasifican por el momento del proceso en el que efectúan. Plantea dos principales grupos de estrategias: las centradas en los antecedentes de la emoción y aquellas que se centran cuando la emoción ya está presente.Las estrategias más explicadas por el modelo han sido la supresión emocional y la reevaluación cognitiva, como ejemplo de estrategia centrada en los antecedentes y en la emoción respectivamente (Gross, 1999). La reevaluación cognitiva consiste en realizar una construcción de las situaciones (real o de elaboración cognitiva) de modo que se minimice el impacto de la emoción. Se ha encontrado de forma sistemática mayor eficacia y mejores resultados positivos con la reevaluación frente a la supresión. La supresión no es efectiva en la reducción de la experiencia emocional subjetiva y además se asocia con un incremento en la activación fisiológica y con una reducción en la capacidad de memoria (Gross, 2002; Gross, y John, 2003). Asimismo se ha encontrado que los intentos deliberados de suprimir una emoción puede llevar a un incremento de la emoción a evitar y predisponer a niveles elevados de ansiedad(Feldner, Zvolensky, Eifert y Spira, 2003). Incluso se da la paradoja que a mayor intento de evitación mayor intensificación de aquello que se trata de evitar (Wegner, Erber y Zanakos, 1993).
La regulación emocional puede ser desadaptativa por el uso de estrategias inadecuadas, como se ha comentado, además de por ausencia de activación de estrategias de regulación(Hervás, 2011). Hervás (2011) presenta un modelo de regulación emocional en el que se enfatizan las tareas previas a la regulación para que esta sea exitosa. Estas tareas exigen capacidades más básicas de identificación emocional, tareas en las que también puede haber déficits y ser generadoras de trastornos clínicos. La regulación emocional será exitosa si se completan adecuadamente las siguientes tareas previas:
1. Apertura emocional: capacidad del individuo de tener acceso consciente a sus emociones. El polo deficitario es la alexitimia.
2. Atención emocional: tendencia a dedicar recursos atencionales a la información emocional. Polo deficitario desatención emocional.
3. Aceptación emocional: ausencia de juicio negativo ante la propia experiencia emocional. Polo deficitario sería el rechazo emocional
4. Etiquetado emocional: capacidad de la persona de nombrar con claridad sus emociones. Polo deficitario confusión emocional.
5. Análisis emocional: capacidad de la persona para reflexionar y entender el significado y las implicaciones de sus emociones. Polo deficitario evitación emocional.
En este trabajo se plantea que las FCSE, por sus características individuales y entorno en el que desempeñan su trabajo, tienden a emplear estrategias de regulación emocional de manera desadaptativa, no ponen en marcha la regulación cuando la emoción negativa está presente o bien emplean estrategias que no son exitosas (Pogrebin y Poole, 1995; Evans, Coman, Stanley y Burrows, 1993 y Can y Hendy, 2014). Además habría un déficit en las tareas previas a la regulación emocional tal como plantea Hervás (2011). En el proceso de regulación emocional destaca que las personas que desempeñan su trabajo en las FCSE tienen a emplear estrategias de forma rígida, de tal modo que estrategias que son útiles en un primer momento, como la supresión en una situación crítica, les permiten afrontar situaciones sin que la emoción guíe su conducta(Amaranto, Steinberg, Castellano, y Mitchell, 2003; Williams, Ciarrochi y Deane, 2010). Sin embargo, empleadas de manera generalizada tienen un resultado desadaptativo.
Se ha evidenciado en investigación la dificultad de los agentes policiales para darse cuenta de la presencia de emociones negativas (Gasch, 2006; Evans, Coman, Stanley y Burrows, 1993) y la tendencia a emplear estrategias de regulación emocional como la negación, supresión y estrategias centradas en la evitación emocional en general (Amaranto, Steinberg, Castellano, y Mitchell, 2003; Pogrebin y Poole, 1995). En una muestra con policía local norteamericana encuentran que la supresión de la ira es la mecanismo de afrontamiento más empleado ante el estrés crónico y que el menor uso de esta estrategia disminuía la relación entre estrés y problemas de salud, baja autoestima y agresión intramarital y entre compañeros (Can y Hendy, 2014). En población española se encuentra el estudio de Delgado-Pérez (2009), realizado con la policía local de Huelva. En este trabajo sobre dimensiones psicosociales encuentran que las dimensiones que más predominan son las de “esconder emociones” y “exigencias psicológicas”, encontrándose el 90% y el 83,48% de la muestra respectivamente en el nivel más desfavorable para la salud de los que se contemplan en el estudio.
Un estudio específico sobre la exigencia emocional de la tarea realizado con una muestra de las Unidades de Intervención Policial (Unidad especializada de la Policía Nacional) (Martínez-Arias y Puelles-Casenave, 2010) encuentra un resultado discrepante con los anteriores. Se concluye que hay una generalizada madurez en el manejo de las emociones en las diversas situaciones que se plantean en el estudio, encontrando que son pocas las reacciones emocionales que interfieren en su trabajo. Sin embargo, en el estudio se evalúan, con un autoinforme, las exigencias emocionales inevitables propias de la tarea profesional y no se explora la repercusión anímica ni emocional de dichas tareas. Dada la presumible tendencia del personal de las FCSE a no identificar, inhibir y esconder emociones, la pregunta explícita a modo de autoinforme sobre este tema puede estar enmascarando los resultados.
La aceptación de los eventos internos juega un papel en el mantenimiento de la salud mental. Las personas con dificultad para identificar emociones y tendencia a la evitación de eventos internos y falta de conciencia sobre los mismos es más probable que experimenten malestar y peor ajuste a las demandas del estresor (Salovey, Stroud, Woolery Epel, 2002; Ker, Johnson, Gans y Krumrine, 2004). En cierto modo, predispone a peor salud mental (Williams, Ciarrochi y Deane, 2010). En el estudio de Williams, Ciarrochi y Deane (2010) se estudia esta relación en una muestra de policías novatos en sus primeros meses de servicio. En toda la muestra hubo un incremento en la sintomatología depresiva y problemas de salud mental general a los 18 meses de servicio activo. Pero encontraron diferencias en función de variables relacionadas con la aceptación y conciencia de eventos internos. Aquellos con más capacidad de identificar sentimientos, más capaces de experimentar el momento presente en la vida cotidiana realizaban y que no tendían a suprimir pensamientos negativos, experimentaron con mayor probabilidad, una transición al inicio del servicio activo con menores niveles de sintomatología depresiva y mejor salud mental, siendo el mindfulness el mejor predictor. La dificultad en identificar sentimientos y mindfulness fueron variables clave en la predicción del bienestar y la salud mental en el primer año de servicio.
El contenido del trabajo en las FCSE, requiere que sean capaces de reaccionar racionalmente en situaciones que implican riesgo físico propio o para la seguridad de otras personas. Esta frialdad emocional y toma racional de decisiones en situaciones extremas se les exige por ley. La Ley Orgánica 2/86, de 13 de Marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad recoge:
"Los funcionarios de policía materializan el eje de un difícil equilibrio, de pesos y contrapesos, de facultades y obligaciones, ya que deben proteger la vida y la integridad de las personas, pero vienen obligados a usar armas; deben tratar correcta y esmeradamente a los miembros de la comunidad, pero han de actuar con energía y decisión cuando las circunstancias lo requieran."
"En el ejercicio de sus funciones deberán actuar con la decisión necesaria, sin demora cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e irreparable; rigiéndose al hacerlo por los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad en la utilización de los medios a su alcance.”
Se da la paradoja de que la propia práctica policial y la cultura policial en la que están inmersos los agentes fomentan la tendencia a desarrollar un estilo de afrontamiento basado en la supresión emocional,que resulta útil para desenvolverse y protegerse en una situación crítica y poder así tomar la decisión más adecuada, pero no lo es cuando este mecanismo se emplea de manera rígida y se extrapola al trabajo diario y la vida personal (Williams, Ciarrochi y Deane, 2010). La emoción y proceso psicológico generado por la exposición continua a vivencias potencialmente traumáticas y al alto nivel de estrés se queda sin gestionar, predisponiendo así al desarrollo de psicopatología.
En relación a lo expuesto podemos suponer que los agentes que trabajan en la policía tienen un nivel de alexitimia por encima de la población general. Las características principales del constructo alexitimia son la dificultad en identificar y describir sentimientos como rasgo principal, junto con dificultad para distinguir entre sentimientos y sensaciones corporales emocionales; reducción del proceso imaginario y la fantasía; estilo cognitivo orientado hacia el exterior (Taylor, Bagby y Parker, 1991). Las dificultades del tipo a la alexitimia son prevalentes en una amplia gama de dificultades relacionadas con salud mental, especialmente las relacionadas con el trauma (Liotti y Prunetti, 2010), con trastorno psicosomáticos, ataques de pánico y trastornos de la conducta alimentaria (Taylor, 2000).
1.5 PREVALENCIA DE TRASTORNO MENTAL EN LA POLICÍA
Burnout
Dentro de las patologías mentales asociadas al trabajo destaca el burnout por su vinculación directa con el estrés y el desempeño profesional. El burnout se considera un síndrome psicológico que aparece en respuesta a estresores laborales presentes de forma crónica (Maslach, Schaufeli y Leiter, 2001). La definición más comúnmente aceptada incluye tres componentes: agotamiento emocional, despersonalización y falta de realización personal en el trabajo (Maslach y Jackson, 1981). Altos niveles de cansancio emocional y despersonalización junto a bajos niveles de realización personal determinan el síndrome.
El burnout se ha relacionado con salud deficiente en muestras policiales, tanto en quejas de salud subjetivas (Burke, 1994; Michinov, 2005) como en uso de medicación y pensamientos de suicidio (Berg et al., 2003; Mikkelsen y Burke, 2004).
Varios estudios en muestras españolas encuentran unos niveles de burnout en la policía más elevados que en la población general (de la Fuente-Solana, Aguayo-Extremera, Vargas-Pecino y Cañadas de la Fuente, 2013; Durán, Montalbán y Stangeland, 2006; Blasco, Llor, García, Sáez y Sánchez, 2002). Tomando los diversos estudios en conjunto los niveles encontrados son moderadamente altos (de la Fuente Solana et al., 2013), posicionando a la policía como población de riesgo de sufrir este síndrome y las consecuencias asociadas. Si bien es interesante señalar que los niveles encontrados no son tan altos como lo esperable. En relación a este aspecto un estudio realizado con población policial noruega encuentran que los niveles de burnout eran bajos en comparación con otras profesiones (Martinussen, Richardsen y Burke, 2007). Los autores relacionan este resultado con que los aspectos positivos y reforzadores de la profesión compensan las demandas extremas y aspectos estresantes del puesto.
Trastornos mentales en las FCSE
Es comúnmente aceptado que la exposición a estrés prolongada impacta de forma negativa en la salud general del individuo (Mohren et al., 2003; Ursin y Eriksen, 2004), así como en su salud mental, encontrándose en diferentes estudios que situaciones de alto estrés contribuyen a la aparición de trastornos depresivos (Ravindran, Matheson, Griffiths, Merali y Anisman, 2002; Blackmore et al., 2007), y otras patologías.
En la policía las tasas de trastorno depresivo y de sintomatología depresiva son más elevadas que en la población general (Chen et al., 2006; Wang et al., 2010). Se han encontrado que el TEPT tiene una prevalencia en la policía dos veces superior a la prevalencia en población general.Muchos meta-análisis y revisiones de la literatura dan cuenta de la presencia de TEPT entre personal de cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, sanitarios y otros como bomberos (Faust y Ven, 2004; Haugen, Evces y Weiss, 2012), así como hay estudios sobre la incidencia del TEPT en poblaciones concretas de policías (Maia et al., 2007).
Dichas patologías están reconocidas por la ONU como enfermedades laborales. En la nueva lista de enfermedades profesionales elaborada por el Consejo de Administración de la OIT en la 30ª reunión del 25 de Marzo de 2010 (OIT, 2012) aparecen por primera vez trastornos mentales. En este mismo documento se vincula directamente el TEPT a la práctica de la profesión policial:
“ un trastorno de estrés postraumático era el resultado de una exposición a una o a una serie de situaciones o sucesos extremadamente violentos o estresantes a los que muchos trabajadores podrían verse expuestos, entre ellos, los funcionarios policiales, los trabajadores de los servicios de urgencia y socorrismo, los bomberos y los conductores de trenes”.
Si bien no se cuenta con estadísticas oficiales disponibles acerca dela prevalencia de trastorno mental en las FCSE, hay algunos estudios en poblaciones concretas que ofrecen datos orientativos. En España, el Boletín de Salud Laboral para Delegados y Delegadas de Prevención de CC.OO recoge en un artículo de 2007 (Del Álamo, 2007) los siguientes datos: en el periodo comprendido entre 1997 y 2007, 17000 guardias civiles estuvieron de baja por motivos psicológicos, 438 se suicidaron o lo intentaron y hubo 4000 prejubilaciones por motivos psicológicos.
En un informe elaborado por el Servicio de Sanidad de la Dirección General de Policía en las oficinas de denuncia del Área I de Madrid (Cuadrado y Palomar Pedrosa, 1999), se informa que entre 1998 y 1999 el 31% de las bajas laborales eran debidas a patologías psiquiátricas. Concluyen que hay una respuesta de ansiedad y estrés laboral excesivo, que aparecen como consecuencia de las exigencias físicas y psicológicas del trabajo que deterioran progresivamente la imagen, autoestima e integridad psicológica del profesional.
En un estudio que evalúa los riesgos psicosociales en una muestra de la policía local de Huelva encuentran resultados que denominan preocupantes en cuanto a salud mental, física y vitalidad (Delgado-Pérez, 2009). En dicho estudio se encuentra que la policía local está en el peor nivel para la salud en un porcentaje más del doble que la población general (53,73% respecto al 23,2%), incrementándose incluso esa diferencia en el triple en el segmento menor de 35 (66,67% frente a 20,5%). EL 47,76% había estado de baja el último año.Según se concluye en el estudio, los efectos sobre la salud son el resultado de la repercusión de las características propias del desempeño laboral en el empleado. Por mencionar algunas: estilo de vida, equilibrio entre el trabajo y la vida, globalización, inseguridad en el trabajo, conflicto de rol, trato injusto, falta de reconocimiento, falta de apoyo, gran exigencia emocional, cognitiva, tendencia a esconder emociones en situaciones extremas y cambios rápidos en los turnos.
Suicidio
El suicidio dentro de la Guardia Civil es una preocupación denunciada por los sindicatos de manera reiterada ante las autoridades. En un escrito elaborado por el sindicato dirigido al Ministro de Sanidad en 2015 se denunciaba la elevada tasa de suicidios (AUGC, 2015). En este escrito se señalan las dificultades propias del puesto de trabajo junto a la posesión de armas, largos periodos de conducción o periodos de estrés mantenidos en el tiempo como factores contribuyentes. En cifras ofrecidas por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) se encuentran prevalencias, según periodos, en más del doble que en la población española. Se identifica una tendencia a la baja, en parte debida a la concienciación y puesta en marcha de planes específicos, pero aparecen cifras dramáticas en determinados periodos de tiempo. A continuación, se presenta el Gráfico 2 adaptada de AUGC y López-Vega (2012) y López Vega (2016) presentando una comparativa entre la tasa de suicidios en la guardia civil y la población general:
Gráfico 2: Comparación de la tasa de suicidio entre GC y PG .
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Nota: TS_GC: tasa de suicidios en la guardia civil; TS-PG: tasa media de suicidios para España.
La Policía Nacional no cuenta con datos y estadísticas oficiales de la incidencia de suicidio en el cuerpo.En publicaciones en prensa se aportan datos ofrecidos por el Sindicato Unificado de Policía, constando 136 suicidios de 2000 a 2016. Datos obtenidos de fuente anónima aportan que entre 2000 y 2015 el número de suicidios en el cuerpo nacional de policía fue de 125 personas.
En revisiones generales sobre el tema se encuentran datos acerca del suicidio discrepantes. La revisión realizada por Stanley, Hom y Joiner (2016) señala que según el estudio las tasas de suicidio e ideación suicida en la policía son, bien más elevadas que en la población general, bien más bajas. Estas diferencias pueden deberse a diferencias propias de la región en la que se realiza el estudio, así como muestras recogidas en departamentos concretos sin que resulte un muestreo aleatorizado de la población de policías de cada país o región.
Se ha observado que en equipos o departamentos pequeños las tasas de suicidio son mayores que en departamentos más grandes, presumiblemente debido a que los accesos a recursos de salud mental y recursos generales en las regiones más pequeñas son menores (Violante, Mnatsakanova, Burchfiel, Hartley y Anfrew, 2012).
A pesar de que los resultados de investigación sean discrepanteses evidente que el suicidio entre las FCSE es motivo de preocupación. Dado el nivel de estrés al que se enfrentan, la dificultad para solicitar asistencia profesional en caso de malestar psicológico y el fácil acceso a armas de fuego hace que sea una población proclive a cometer suicidio, por lo que la reducción del número de suicidios es un objetivo a incluir dentro de los programas o estrategia de salud mental en las FCSE.
II INTERVENCIONES EN LAS FCSE Y TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN
2.1 PROGRAMAS PREVENTIVOS EN LAS FCSE
Los recursos para hacer frente al impacto en el bienestar psicológico de las situaciones potencialmente estresantes y traumáticas, y las propias del trabajo diario, que pueden ofrecer los cuerpos de seguridad del estado a sus empleados son limitados. La práctica de incorporar psicólogos clínicos en las unidades policiales o programas específicos de salud mental a los que el funcionario pueda acceder de forma directa está poco extendida. Las labores del psicólogo en las FCSE se han limitado fundamentalmente a la selección y formación de profesionales, realizando esta tarea un psicólogo de perfil no especializado en salud mental (Yagüe, 1994).
Los programas y planes específicos dirigidos a la prevención de la salud mental y situaciones asociadas más desarrollados son los de la Guardia Civil y la Ertzaintza. La Policía Nacional no cuenta con programas específicos de prevención o intervención en salud mental ni de prevención del acto suicida. Los recursos de los que disponen son los mismos a los que pueden acceder la población general, pese a ser una población de riesgo al desarrollo de psicopatología y suicidio. Se han llevado a cabo planes puntuales en áreas o distritos localizados, sin que haya habido una continuidad en el tiempo y mucho menos una implementación a nivel regional o nacional.
La Guardia Civil cuenta con un Plan de Prevención de Conductas Suicidas desde 2001, plan que se revisa cada año por el Servicio de Psicología de la Guardia Civil. En este plan se contempla la asistencia psicológica al funcionario en diferentes niveles:
- Información en la intranet corporativa con acceso directo al número de atención psicológica, así como a información práctica sobre prevención e intervención.
- Teléfono de Atención Psicológica 24 horas, con atención profesional y confidencial.
- Disponibilidad de acceso a una red de gabinetes de psicología para garantizar la atención psicológica presencial al profesional que lo requiera.
- Investigaciones de los casos de suicidio, tanto tentativas como consumados.
[...]
[1] En caso de exponer estudios que hayan trabajado con cuerpos específicos (p.e. Guardia Civil, Policía Local, cuerpos especiales, etc.) se hará mención en el texto de dicha especificidad.
[2] Para simplificar la lectura se empleará el masculino como género neutro, de acuerdo a las normas gramaticales del castellano.
- Citation du texte
- Carmen Caballero-Peláez (Auteur), Blanca Pérez Molina (Auteur), Sergio Sánchez Reales (Auteur), 2017, Salud Mental en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Propuesta de grupo de prevención, Munich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/379186
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