La candidatura y posterior elección de Sebastián Piñera E . a la presidencia de la República de Chile en 2010, motivó la emergencia, tanto en la opinión pública como en los medios de comunicación, de calificativos que resaltaban el carácter “técnico” e “independiente” del gabinete presidencial. Es más, concitaba la atención que 14 de los 22 ministros integrantes del primer gabinete no militaban en ninguno de los partidos que conformaban la denominada “Coalición por el Cambio” . Con esto, la apelación a una “nueva forma de gobernar” se instauraba en el discurso de Sebastián Piñera, con el fin de resaltar las cualidades tanto de su primer gabinete como de su estilo político. Ello posibilitó la instalación en la palestra pública del concepto de “tecnocracia”.
Asimismo, la irrupción de un gobierno de derecha en Chile tras veinte años de administraciones concertacionistas (coalición de centro-izquierda que gobernó entre 1990 y 2010), hizo inevitable las comparaciones con el último gobierno de derecha elegido democráticamente en Chile antes del de Sebastián Piñera. Por consiguiente, emergió en la opinión pública la comparación entre la administración de Jorge Alessandri R. de la década de 1960 con el gobierno actual, ya sea por el bloque político al cual representaba (derecha), como por el estilo “independiente” y “tecnocrático” que, supuestamente, lo caracterizaba.
Nuestra principal hipótesis es que el estilo político de Jorge Alessandri, caracterizado entre otras cosas por un fuerte discurso “apolítico” y “antipartidos”, técnico y racional, factores, entre otros, sintetizados en lo que llamamos ethos tecnocrático, fue traspasado a su gobierno una vez que asumió como Presidente de la República. Por tanto, el desarrollo de la administración de Jorge Alessandri influyó en la modificación del fenómeno tecnocrático chileno, el cual se transforma en este periodo, pasando de ser una tecnocracia estatal con vocación pública (principalmente instalada en la CORFO) a una tecnocracia de tipo “gerencial”, con vocación privada. De este mismo modo, dicho gobierno y estilo político influyeron en la crisis que vivió la derecha chilena a mediados de la década de 1960. Al respecto, tras los cambios de gabinete efectuados en su administración, sumado a la inestabilidad política en relación a la aplicación de su programa de gobierno, la administración de Jorge Alessandri no logró sus objetivos, permeando, a su vez, al bloque político que lo apoyaba...
TABLA DE CONTENIDOS
Agradecimientos
Siglas y abreviaturas utilizadas
Introducción
Primera Parte
Tecnocracia: concepto, problemáticas e implicancias en la politica
I. El concepto de tecnocracia
II. Tecnocracia y política
III. La tecnocracia y el régimen politico en Chile
Segunda Parte
El gobierno de Jorge Alessandri Rodriguez y la tecnocracia gerencial
I. Caracterización del gobierno de Jorge Alessandri
Rodriguez, 1958 - 1964
a) Antecedentes: sistema de partidos y sentimiento
antipartidos
b) “La hora de los gerentes”
c) El fracaso: un caso de apartidismo frustrado
II. El ethos tecnocràtico del gobierno de Jorge Alessandri
III. La revolución de los gerentes. Cambios en la tecnocracia chilena
Tercera Parte
La tecnocracia alessandrista y la crisis de la derecha chilena en la
década de 1960
I. La derecha chilena a mediados del siglo XX
II. El ethos tecnocràtico alessandrista y la derecha chilena
III. A la derecha de la tecnocracia
Conclusión
Bibliografía
Anexos
AGRADECIMIENTOS
La elaboración del presente trabajo tiene mucho que agradecer, de manera particular, a mis padres Juan Bustos y Virginia López y a mis hermanos Ariel y Gabriel, y a mi familia de manera general, principalmente por el apoyo fiel y constante. A mis amigos y companeros de carrera Esteban Tapia, Victor Martinez, Jorge Águila y a quienes que desde los rincones de la Universidad Alberto Hurtado, como en los diversos espacios de conversaciones amenas, ayudaron a que este proyecto se fortaleciera en el camino y no declinara ante las adversidades. Gracias por su apoyo y paciencia ante mis ausencias: Jocelyne Urbina, amigos “ruiztaglinos” y amigos de mi barrio. A su vez, agradezco a la profesora Maria Soledad Zárate por iniciar este trayecto aportando confianza y siempre teniendo una palabra de aliento; al profesor Joaquin Fernández por su constante asistencia y consejos pertinentes en torno a esta investigación, como a las personas que trabajan junto a él en el CIDOC de la Universidad Finis Terrae quienes facilitaron un sinfin de herramientas útiles para este trabajo. A Yerko Donoso y Marianela Takahashi por la traducción, de muy buena calidad, de textos en idioma extranjero. Por los comentarios y criticas constructivas hacia los manuscritos que componen este trabajo, agradezco a Diego Cordero y a Ronny Alzerreca Bustos por su excelente disposición. A los profesores del Departamento de Historia y Ciencias Sociales del Colegio SSCC de Manquehue, en especial a Rodrigo Mayorga por sus comentarios y al jefe del Departamento, Cristián Munita, por su paciencia y comprensión en apoyo a la realización de este trabajo, permitiéndome lidiar, a su vez, con mi práctica pedagógica.
Finalmente, quiero agradecer al profesor Patricio Silva que, desde sus conocimientos en torno a la tecnocracia y del sistema politico de nuestro pais, siempre facilitó su ayuda para terminar en un buen puerto el presente trabajo. Del mismo modo, mi mayor gratitud es para con el profesor Manuel Gárate, por sus consejos, paciencia y dedicación al guiar esta tesina.
SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS
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INTRODUCCION
La candidatura y posterior elección de Sebastián Pifiera E'[1]. a la presidencia de la República de Chile en 2010, motivò la emergencia, tanto en la opinión pública como en los medios de comunicación, de calificativos que resaltaban el carácter “tècnico” e “independiente” del gabinete presidencial. Es más, concitaba la atención que 14 de los 22 ministros integrantes del primer gabinete no militaban en ninguno de los partidos que conformaban la denominada “Coalición por el Cambio”[2]. Con esto, la apelación a una “nueva forma de gobernar” se instauraba en el discurso de Sebastián Pifiera, con el fin de resaltar las cualidades tanto de su primer gabinete como de su estilo politico. Ello posibilitó la instalación en la palestra pública del concepto de “tecnocracia”.
Asimismo, la irrupción de un gobierno de derecha en Chile tras veinte afios de administraciones concertacionistas (coalición de centro-izquierda que gobernó entre 1990 y 2010), hizo inevitable las comparaciones con el ùltimo gobierno de derecha elegido democráticamente en Chile antes del de Sebastián Pifiera. Por consiguiente, emergió en la opinión pública la comparación entre la administración de Jorge Alessandri R. de la dècada de 1960 con el gobierno actual, ya sea por el bloque politico al cual representaba (derecha), como por el estilo “independiente” y “tecnocrático” que, supuestamente, lo caracterizaba.
Por lo tanto, la principal motivación para investigar históricamente el gobierno de Jorge Alessandri R., va de la mano con las comparaciones establecidas entre ambas administraciones, teniendo de común denominador, principalmente, el concepto de tecnocracia. Es decir, a partir de una situación presente nos acercamos y recurrimos al pasado para conocerlo y, a fin de cuentas, comprender lo que sucede hoy en día. Como lo expone Marc Bloch: “la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado”[3]. La mencionada comparación entre ambos gobiernos nos permite aproximarnos al pasado enfocándonos en un gobierno y contexto histórico específico, para observar, a través de un concepto concreto (tecnocracia), la perspectiva histórica del comportamiento tecnocrático y su relación con la política, motivando así la reflexión con respecto a la situación actual.
Concentrándonos en la temática que concita nuestra atención, es decir, el gobierno y estilo político de Jorge Alessandri, emerge una amplia gama de autores que liga, de manera específica, a dicha administración con la tecnocracia. Por tanto, trabajos como los de Alan Angell[4], Collier y Sater[5], Sofía Correa[6], Verónica Valdivia[7] y Ángel Soto[8], entre otros, mencionan al gobierno de Jorge Alessandri como “tecnocrático” o, al menos, poseedor de un discurso tecnocrático. Pero, en concreto ^qué se entiende por un gobierno tecnocrático? O en específico, ^qué es la tecnocracia? Preguntas que ya han sido tratadas por la literatura especializada, y que de igual manera expondremos en el presente trabajo, nos permiten adentrarnos en el fenómeno tecnocrático en Chile a través de la vinculación con un caso particolarmente referenciado (el gobierno de Jorge Alessandri), pero que, creemos, no ha sido caracterizado in extenso como tal. Solamente se lo ha mencionando como tecnocràtico y no dando las razones del por qué lo sería. Esto puede suceder por la escasa existencia en Chile de estudios al respecto o porque, simplemente, no es el foco de atención de los autores anteriormente resenados. Por lo tanto, creemos que es interesante y necesario adentrarnos en los aspectos supuestamente “tecnocràticos” del gobierno de Jorge Alessandri R., principalmente para poder senalarlo (y con propiedad) como tal.
Para efectos de la presente investigación, si queremos ligar caracteres tecnocràticos a un gobierno, es indispensable y obligatorio indagar en la relación, mucha veces friccionada y pedregosa, entre tecnocracia y politica. Es, a partir de dicha relación donde emergen ciertas problemàticas que parecen ser recurrentes y de caràcter generalizable (principalmente concentrada en la tendencia de la tecnocracia al autoritarismo), pero que, para el caso chileno, se ve sumergido en particularidades que la hacen un caso de estudio especial.
Dichas particularidades son tratadas en los diversos estudios del politòlogo chileno Patricio Silva que, sintetizadas en su obra En el nombre de la razón[9], analiza el fenómeno tecnocràtico chileno a través de diversas etapas de formación y de desarrollo a lo largo, principalmente, del siglo XX.
Patricio Silva nos proporciona pistas sobre el foco de anàlisis del presente trabajo, las cuales se concentran en las relaciones e implicancias entre la tecnocracia y la politica. Dicho autor nos presenta tres ejes analiticos y temàticos que han sido centrales en el debate que se ha dado en los últimos cuarenta anos respecto del tema. Dichos ejes son: tecnocracia y sociedad industrial; tecnocracia y clase social, y finalmente, tecnocracia y régimen politico .
La presente investigación concentra su foco de atención en el “eje”, presentado por Patricio Silva, de la “tecnocracia y régimen político”, revisando a grosso modo las trayectorias que dicha relación ha generado en Chile y, de manera específica, centrándonos en el estudio del gobierno y estilo político de Jorge Alessandri R.
En la primera parte de este trabajo, denominado: “Tecnocracia: concepto, problemáticas e implicancias en la política”, nos abocamos a la revisión bibliográfica del concepto de tecnocracia y su vinculación con la política, con la finalidad de resaltar sus principales características y establecer una base teórica que sustente nuestro tema de estudio. A su vez, destacamos la existencia del fenómeno tecnocrático en Chile relevando su trayectoria histórica, estableciendo que, como lo expone Patricio Silva, la tecnocracia en nuestro país no empieza ni termina con los denominados Chicago boys del régimen de Pinochet, sino que existen antecedentes que permiten identificar dicho fenómeno con anterioridad. Una vez establecidos los parámetros conceptuales en los cuales se enmarca este trabajo, emerge el complemento de nuestro foco de estudio, es decir, el gobierno de Jorge Alessandri R. Tratado en la segunda parte de la investigación titulada: “El gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez y la tecnocracia gerencial”, revisamos la pertinencia del uso del concepto en la época, para ver si “tecnocracia” es un[10] concepto anacrónico al periodo de estudio. Asimismo, establecemos las principales caracteristicas del estilo politico de Jorge Alessandri y el desarrollo de su administración presidencial, en concordancia con la identificación de caracteres tecnocráticos.
Una vez establecida la trayectoria histórica del fenómeno tecnocrático en Chile, trataremos de responder una de las preguntas fundamentales de nuestro trabajo, a saber: ^qué implicancias tuvo la experiencia tecnocràtica especifica del gobierno de Jorge Alessandri R. en el fenómeno tecnocràtico chileno? Lo anterior presupone establecer, primero, una adecuada caracterización del gobierno de Jorge Alessandri; segundo, la identificación de parámetros tecnocráticos en su administración y estilo politico; y tercero, la vinculación e implicancias con el fenómeno tecnocrático chileno en general.
Finalmente, tras el desarrollo de las dos grandes temáticas de este trabajo, es decir, a) el tratamiento del concepto de tecnocracia y b) la vinculación del gobierno y estilo politico de Jorge Alessandri con el fenómeno tecnocrático, emerge una tercera temática que sintetiza la relación entre tecnocracia y politica de modo más especifico y ejemplificador, es decir, concretamente con el gobierno de Jorge Alessandri.
Por ende, una vez establecidas las conexiones entre el gobierno y estilo politico de Jorge Alessandri con el fenómeno tecnocrático, resalta la experiencia truncada de éste en desarrollar un “gobierno de los mejores” a través del establecimiento de un gabinete compuesto, principalmente, por “independientes” y “técnicos” ajenos a la politica de ese entonces. Nos referimos a “experiencia truncada”, fundamentalmente, porque tras el cambio de gabinete de 1961, el cual incorpora a integrantes del Partido Radical al gobierno, Jorge Alessandri cierra así su linea programática para configurar un proyecto de modernización capitalista que consistia, a grosso modo, en potenciar la participación del sector privado en economía en desmedro del accionar del Estado.
Tal situación se debe situar bajo el contexto de reformas que emergió en América Latina hacia mediados del siglo XX, donde la Revolución Cubana y la respuesta Norteamericana hacia dicho “ethos revolucionario” - sintetizada en la denominada “Alianza para el Progreso” - propiciaron la implementación de medidas que no eran propias y representativas del sector politico gobernante. En otras palabras, el gobierno de Jorge Alessandri terminó por establecer una Reforma Agraria que ejemplifica el fracaso de concretizar su proyecto politico inicial que, sumado a los problemas que surgieron en la derecha chilena tras su crisis manifestada en la desaparición de sus partidos históricos (Partido Conservador y Partido Liberal), hicieron que el ambiente de fracaso politico fuera latente.
Con esto, tras la crisis en la cual entró dicho bloque politico al finalizar la administración de Jorge Alessandri, emerge la otra pregunta directriz de este trabajo: ^qué implicancias tuvo la experiencia tecnocràtica del gobierno de Jorge Alessandri R. en la crisis de la derecha chilena en la década de 1960? Dicha pregunta es tratada en la tercera y ùltima parte de este trabajo, titulada: “La tecnocracia alessandrista y la crisis de la derecha chilena en la década de 1960”.
Si bien existen trabajos que tratan las razones por las cuales la derecha chilena, a mediados de la década de 1960, entró en crisis, nosotros en la presente investigación enfatizamos el carácter multicausal dentro de los fenómenos históricos. Por lo tanto, a partir de los argumentos establecidos principalmente por autores como Tomás Moulian, Sofia Correa y Verònica Valdivia, quines fundamentan desde diversos puntos de vista la crisis de la derecha chilena en dicho período, nosotros agregamos y ponemos en relieve el factor tecnocrático del gobierno y estilo político de Jorge Alessandri, no posicionándolo como la razón única de dicha crisis, sino como una más entre otras.
En suma, nuestra principal hipótesis es que el estilo político de Jorge Alessandri, caracterizado entre otras cosas por un fuerte discurso “apolítico” y “antipartidos”, tècnico y racional, factores, entre otros, sintetizados en lo que llamamos ethos tecnocrático, fue traspasado a su gobierno una vez que asumió como Presidente de la República. Por tanto, el desarrollo de la administración de Jorge Alessandri, a través de sus diversas dinámicas y de su estilo político propiamente tal, influyeron en la modificación del fenómeno tecnocrático chileno, el cual se transforma en este periodo, pasando de ser una tecnocracia estatal con vocación pública (principalmente instalada en la CORFO) a una tecnocracia de tipo “gerencial”, con vocación privada. De este mismo modo, dicho gobierno y estilo político influyeron en la crisis que vivió la derecha chilena a mediados de la década de 1960. Al respecto, tras los cambios de gabinete efectuados en su administración, sumado a la inestabilidad política en relación a la aplicación de su programa de gobierno, la administración de Jorge Alessandri no logró sus objetivos, permeando, a su vez, al bloque político que lo apoyaba.
En consecuencia, la experiencia tecnocrática de Jorge Alessandri influyó directamente en la crisis de la derecha chilena, principalmente por el marcado discurso “apolítico” y su posicionamiento al margen de los partidos, factor que jugaba en contra del bloque político que lo sustentaba.
Este estudio recopila diversas fuentes de información, principalmente de obras que ya se han encargado tanto de rescatar en detaile el gobierno de Jorge Alessandri como de su persona en particular. Por lo tanto, en cuanto a novedad de fuentes históricas, debemos senalar con sinceridad que es escaso, pero respecto al tratamiento realizado a dichas fuentes, se le ha impuesto un sello propio con la finalidad de tratar nuestra temàtica y observar la situación presente en una perspectiva histórica.
Por ùltimo, tras los problemas de dirección politica que ha sufrido el actual gobierno de Sebastián Pinera, después de los dos cambios de gabinete efectuados, han dejado atràs el sello “tècnico” que caracterizó su discurso politico, resultando pertinente preguntarnos: ^siempre los gobiernos con un fuerte sello tecnocràtico fracasan? A continuación revisaremos un caso de gobierno tecnocràtico en nuestro pais, para ver los cambios y continuidades que pueden ser detectados.
PRIMERA PARTE
Tecnocracia: concepto, problemáticas e implicancias en la politica
“La tarea fundamental de la hora presente es restablecer el orden de los valores morales y humanos de la Nación dentro de un sistema que sólo reconocerá la eficiencia, el mèrito, el trabajo y el esfuerzo por sobre el favor politico o las influencias extrafías”
Jorge Alessandri R.[11]
“Requerimos de una nueva forma de gobernar. Para que las chilenas y chilenos se beneficien de los resultados, y no sólo se ilusionen con las buenas intenciones. Un gobierno que no se quede en los discursos y palabras, sino en las metas y logros [...] Un gobierno que actúe con eficacia y sentido de urgencia”
Sebastián Pinera E.[12]
I. El concepto de tecnocracia
Las “ideas previas” que pueden emerger al mencionar los conceptos de “tecnocracia” o de “tecnócratas”, tienden a hacer referencias a experiencias politicas o grupos categorizados como tales. Asi, para el caso chileno, nos podemos encontrar con los referenciados y paradigmáticos “Chicago boys'[13] ” o los “CIEPLAN-Monks[14] ”; como también, para los casos extranjeros, con los money doctors[15], los “científicos” del Porfiriato mexicano[16] y la “tecnocracia franquista[17] ”, entre otros.
Con esto, la definición del concepto de tecnocracia, desde las “ideas previas”, al parecer, resulta algo evidente y de sentido común. Dicha palabra la podemos “desmenuzar” y dar cuenta (de manera somera), senalando que tecno alude a “tècnica” y cracia refiere a “gobierno, dominio o poder”16 17[18].
Si bien decimos que, al parecer, es un concepto evidente y de sentido común, su permanente análisis dentro de las políticas públicas nos obliga a intentar dar una conceptualización más acabada, para así comprender por què la tecnocracia es tomada como una problemàtica o, a fin de cuentas, por què suscita fuertes debates dentro de los análisis politicos y sobre las teorías de la modernidad[19].
De esta manera, pretendemos inducir diferentes aproximaciones hacia la definición del concepto de tecnocracia. Por lo cual, trataremos de sintetizar los aspectos más relevantes y significativos para la presente investigación que, en concreto, se desarrollará dialogando constantemente con los aportes de diversos autores. Es por esta razón que el presente apartado evidencia caracteres de discusión bibliográfica que se realiza (como se dijo anteriormente), para sintetizar las aproximaciones a un concepto que, en apariencia, resulta claro, pero que (en realidad) es más complejo de lo que parece.
En el campo de las políticas públicas, se pueden destacar diversas corrientes del pensamiento moderno. Según Alejandro Estèvez, por una parte “están aquellos que consideran que la realidad es objetiva y que proponen respuestas técnicas y científicas a los problemas sociales”. Y, por otro, “están quienes piensan que la alternativa es la opción subjetiva, interpretativa y pluralista”[20] de la realidad.
Por ende, podemos sintetizar lo anterior en dos corrientes principales: a) la que apela al denominado “conocimiento experto”; b) la que destaca el denominado “conocimiento participativo”. Ambos tipos de “conocimiento” se vinculan con un tipo de “racionalidad”. Para el primero, podemos destacar la racionalidad tècnica y, para el segundo, la denominada racionalidad democràtica.
Para buscar los orígenes que ligan la “racionalidad técnica” con la “cosa pública” (como lo presenta Alejandro Estévez[21] ), podríamos situarnos en los postulados expuestos por Platón en “La República” que, centrándose en el gobierno del “filósofo-rey”, a éstos los destaca como “los más perfectos guardianes de la ciudad”[22] por su capacidad en el ejercicio de diversas disciplinas, constatando cierta “autoridad intelectual” -o de competencia- para poder gobernar los asuntos de la polis.
El gobierno del “filósofo-rey” habría tenido su experiencia real en el ano 353 AC. en Siracusa, Italia, pero terminò en una revuelta y en un total fracaso. Esta desilusión la tenemos en cuenta con respecto a las diversas experiencias futuras de “gobierno de los mejores” (que alude la racionalidad técnica), que también terminaron en fracaso. Además, para el presente trabajo, suscita nuestro foco de atención en torno a la experiencia del llamado “gobierno de los gerentes” durante el mandato presidencial de Jorge Alessandri R., como también respecto del actual gobierno chileno presidido por Sebastián Pifiera que, siendo catalogado como “gobierno de excelencia”[23], no ha estado exento de críticas y dificultades, sobre todo, tras el cambio de gabinete de enero de 2011[24].
A partir de lo anterior, Alejandro Estévez nos explica que no hay que necesariamente remontarse a la antigüedad para comprender la tecnocracia tal cual se manifiesta en nuestros días. Más bien, tenemos que tener en cuenta que “la tecnocracia es un movimiento estrechamente ligado a la idea del conocimiento científico moderno”[25].
Por lo cual, desde el elemento esencial del racionalismo fundado en los postulados de René Descartes (1596-1650), que exalta las capacidades racionales del ser humano como “ordenador” de su entorno, a través de las ciencias; pasando por los principios “de la utilización de la técnica como poder”[26] del inglés Francis Bacon (1561-1626) considerado, según Neil Postman, como “el [27] primer filòsofo de la tecnocracia ; se llega al “industrialismo como origen de la mentalidad tecnocrática”[28], principalmente, bajo los postulados de Henri de Saint- Simon (1760-1825) y el positivismo de Auguste Comte (1798-1857). Éstos últimos exponen que, junto con la industrialización, se fundaría un “nuevo orden” que estaría bajo la dirección de una elite intelectual eficiente y racional (la tecnocracia), que posibilitaría una mayor productividad industrial y, consecuentemente, lograría la equidad social[29].
Para cerrar con esta pequeňa y somera “genealogía” sobre los orígenes de los postulados tecnocráticos, es pertinente citar al autor que nos ha servido de apoyo. Alejandro Estévez, al respecto, finaliza sus reflexiones diciéndonos lo siguiente:
“Es evidente que las ideas que incorpora Saint-Simon son las de progreso, ciencia, industrialización y elite tecnocrática. Su modelo también mostraba una tendencia hacia la utopía, que como veremos no será un concepto ajeno a la tecnocracia”[30]
Para proseguir con nuestra revisiòn conceptual en torno a la tecnocracia, se hace imperioso clarificar qué entenderemos por tècnica, a efectos de no confundir o tomar ambos términos (técnica y tecnocracia) como sinònimos.
La técnica es un factor característico del ser humano, dentro del cual es identificable la apariciòn del homo faber en concordancia con ella[31]. Ambos (hombre y técnica) no los podemos concebir separados. Con esto, entenderemos por técnica:
“[al] conjunto de conocimientos prácticos, instrumentales y de habilidades que capacitan al hombre para mejorar su bienestar: sea utilizando las fuerzas naturales, sea aprovechando las ventajas que se desprenden de su vida en sociedad”[32]
Damos esta definición ya que, en la literatura considerada “clásica” en torno a los estudios de la tecnocracia, el autor francés Jean Meynaud la define como la “situación política en la que el poder efectivo pertenece a técnicos llamados tecnócratas[33]. Definición que es revisada- a partir del mismo autor- por Patricio Silva, el cual nos dice que: “más que poder político en sí, se trataría de “influencia política” que ejercen sobre los mandamases, entregando consejos sobre complejas materias económicas y de políticas públicas”[34].
Por ende, ^cómo podremos diferenciar entre el tècnico y el tecnócrata? En relación a esta interrogante, que no deja de ser esencial, Alejandro Estévez realiza una diferenciación a partir de lo propuesto por Domenico Fisichella:
“...no debemos confundir la profesión del tècnico con la del tecnócrata. Ambos buscan su idoneidad y la eficiencia, pero un técnico es un profesional especializado en un tema concreto, mientras que un tecnócrata es un generalista, es un experto de lo general, animado por una ideologia que se nutre del racionalismo y de los progresos cientificos del industrialismo”[35]
Por lo cual, evidenciamos una racionalidad tècnica apoyada bajo criterios de eficiencia, a partir de alcanzar objetivos diversos con el minimo esfuerzo realizado.
Entonces, dicha racionalidad se sustenta en el imperio de la razón, donde el conocimiento entrega facultades que se superponen a estrategias subjetivas, concentradas mayoritariamente en la racionalidad democràtica.[36]
Lo anterior se ve sustentado con los postulados de Jean Meynaud, al decirnos que: “la tecnocracia encuentra su fundamento inicial en el culto de la eficacia, que traduce su preocupación de conseguir el máximo de resultados con el mínimo esfuerzo . Con esto, tanto Jürgen Habermas[37] como Martín Heidegger[38], nos advierten contra la conversión de la ciencia y la técnica en fines en sí mismos, perdiendo los objetivos finales de la acción humana. La técnica, así vista, somete a la naturaleza y se convierte en un imperativo de poder.
Dadas algunas características conceptuales sobre la tecnocracia, que manejaremos a lo largo de esta investigación, es necesario realizar una síntesis esquemática de dicho concepto, para luego finalizar el presente apartado con la noción de tecnocracia que utilizaremos.
Destacando el carácter ambiguo con la cual los teóricos de las ciencias sociales utilizan el concepto de tecnocracia, Miguel Ángel Centeno[39] problematiza la conceptualización dada desde las perspectivas clàsicas hasta las teorías contemporàneas de la tecnocracia, condensando una definición que, si bien representa un caso extremo y puro - un tipo “ideal” de conceptualización -, sirve de base o sustento para investigaciones que se aventuran (como la presente) a profundizar en el tema.
En concreto, Miguel Ángel Centeno define la tecnocracia para la “creación y definición de un Estado tecnocrático”, como “la dominación administrativa y política de una sociedad por:
1. Una elite cohesiva con formación especializada, que afirma ser capaz de maximizar el bienestar colectivo mediante la aplicación de un conjunto de técnicas racionales instrumentales y de criterios de éxito.
2. Un grupo de instituciones estatales que adhieren a un cierto modelo técnico-analítico y que, merced al control de los recursos decisivos requeridos por el régimen, procuran imponer la primacía de su perspectiva organizativa a todo el aparato administrativo.
3. La hegemonía de un solo y excluyente paradigma de políticas públicas, basado en el uso teóricamente óptimo de los recursos y en la preservación de la estabilidad del sistema”[40].
A lo cual, podemos anadir lo expuesto por García Pelayo, en torno a que “la tecnocracia tiene como supuestos:
1. La imagen del Estado, de la sociedad global y de las sociedades sectoriales como sistemas.
2. La convicción de que tales sistemas “deben” ser orientados según los principios de la razón tècnica.
3. El argumento de que los conocimientos adecuados a la dirección del Estado son proporcionados por disciplinas cuyas conclusiones son válidas y aplicables a distintos sistemas.
4. La imagen de que para cada problema existe una solución óptima, con lo cual se evitan discrepancias y, por último.
5. La recomendación de que la estructura político-institucional debe adaptarse a las exigencias de la razón tècnica”[41].
En suma, adscribimos a la definición presentada por Anthony Giddens, el cual ve a la tecnocracia como un ethos, es decir, como una “forma de concebir el mundo y comportarne frente a él por una parte de un grupo social definido”*[42]. Por tanto:
“La tecnocracia no es meramente una aplicación de métodos técnicos a la solución de problemas definidos, sino un ethos penetrante, una visión del mundo que subsume la estética, la religión, y el pensamiento tradicional bajo el modo racionalista”[43].
II. Tecnocracia y politica
En torno a la crisis económica de 1929 y la Gran Depresión de la década de 1930, en Estados Unidos se originò un movimiento denominado Tecnocracia Inc.[44] Un “experimento politico” que sugería la creación de un “Estado Científico”, “diseňado por representantes de las ciencias técnicas y humanas”[45] asentado en la creación del denominado “The American Technate”, una forma de organización politica basada en el directorio de una gran empresa[46]. La particularidad de dicho movimiento - que a fin de cuentas terminó en fracaso - radica, según Alejandro Estévez:
“...en ligar la palabra “tecnocracia” al gobierno de los expertos y además mostrar que en el “gobierno de los técnicos” existia un proyecto que buscaba ir más allá que ciertas cuestiones técnicas. En el “ethos” tecnocràtico habia un proyecto subyacente. Pero el proyecto politico de la tecnocracia no tuvo mucho efecto en la politica americana, su mejor momento fue hacia los aňos 30, porque la crisis creò las condiciones para una opinion pública ansiosa por nuevas propuestas, pero sus errores en cuanto a sus predicciones técnicas y su sesgo antidemocràtico no le permitieron un crecimiento mayor”[47]
Son las mencionadas racionalidad tècnica y racionalidad democràtica, las que se tensionan a partir de sus propuestas dentro del campo de las políticas públicas. Teniendo presente el “sesgo antidemocrático” mencionado por Alejandro Estévez, emerge una característica ligada, explícita o implícitamente, a la tecnocracia. Dicha característica la usan, con frecuencia, los políticos tradicionales para enrostrarles a los tecnócratas dicho sesgo (de ahí el carácter peyorativo que posee el término tecnôcrata entre políticos y la opiniôn pública). Por su parte, los tecnócratas resaltan sus competencias y habilidades “expertas”, para motejar a los políticos de “ineficientes” y promotores de una “politiquería” sustentada en el cuoteo y prácticas clientelares de asunción al poder, y no por criterios meritocràticos.
La racionalidad tècnica frecuentemente se relaciona con el denominado “espíritu schumpeteriano” de la política. Si bien Joseph Schumpeter[48] enuncia que el “gobierno de los expertos” no es incompatible con la democracia, dicho “espíritu” ve a los partidos políticos como “máquinas electorales” y a la consulta ciudadana como instancias que traban la eficiente administración del Estado. Por lo cual:
“La democracia tendrà mayor efectividad sobre el diseno de políticas públicas si los políticos profesionales no tienen que estar consultando permanentemente a la ciudadanía, porque se supone que al haberlos votado, el ciudadano ha confiado en el criterio “experto” de su político profesional”[49]
Del ya resenado caso de la experiencia estadounidense de tecnocracia, retomando el "sesgo antidemocràtico”, cabe referir los casos propios del siglo XX, un siglo en el cual la tecnocracia ve la luz en diversas experiencias. Podemos citar casos en que la tecnocracia se une de manera estrecha con ideologías autoritarias, tales como la Alemania nazi[50], como también la experiencia de los socialismos reales en Europa del este y en la URSS. Y, finalmente, un caso significativo para el contexto latinoamericano lo conforma la experiencia tecnocràtica de la dictadura de Francisco Franco en Espana[51].
Mencionamos que la experiencia franquista es significativa en Latinoamérica, puesto que se evidencian similitudes con los gobiernos militares argentino, chileno y uruguayo de la década de 1970, donde "un selecto grupo de economistas y de expertos financieros adquirieron grados de poderes discrecionales sin precedentes en la aplicación de radicales [inclusive revolucionarias] reformas económicas y financieras”[52], tal como si fueran "consejeros del principe”[53].
Por otro lado, asi como se evidencian caracteristicas tecnocràticas en regimenes e ideologias autoritarias, enunciaremos casos en los cuales la tecnocracia està en estrecha relación con regimenes democràticos.
De esta manera, la dicotomia presentada originariamente por Raymond Vernon[54] entre politicos y técnicos para el caso latinoamericano se hace bastante dificultosa. Esto, porque hacia el ùltimo cuarto del siglo XX (como explica Patricio Silva), Latinoamérica manifiesta:
a) Un desgaste en el prestigio social que los partidos politicos reportaban tradicionalmente (al ser principalmente la herramienta de movilización social por excelencia), básicamente por las heridas dejadas tras las experiencias autoritarias, como también por la impronta sujeta al modelo neoliberal, que se “masifica” en el área Latinoamericana a partir del Consenso de Washington[55], reportando una baja politización de la sociedad en torno a parámetros de “enroque” entre el ciudadano y el consumidor.
b) Un ascenso de los tecnócratas, ya que éstos fueron conquistando posiciones gubernamentales que los vuelcan al centro del aparato estatal, ya no en los alrededores de organismos gubernamentales o en consejerías.
Por lo tanto, este “ascenso” de tecnócratas[56] en el aparato estatal -principalmente economistas e ingenieros-, demuestra que “el tecnócrata no es el tipo que tiene un pie en la técnica y otro en la política. El tecnócrata es el técnico que es capaz de tener capacidad operativa y de toma de decisiones en razón de sus argumentos técnicos, siendo capaz de imponerlos ante diversos otros argumentos”[57].
Es decir, su ethos tecnocrático posibilita el ascenso incremental en organismos gubernamentales y alta figuración en la opinión pública, sobre todo porque es simbólicamente idóneo y competente por su “aura” racional. Al respecto, Verónica Montecinos nos dice que: “en un mundo dominado por fuerzas económicas impredecibles, la incertidumbre es lo que les da a los economistas una ventaja sobre los demás”[58], apoyándose siempre desde la ratio técnica.
En este orden de cosas es donde emergen categorías que ligan al tecnócrata con el político, tales como: técnico-político[59], tecnócrata politico[60], o technopols[61].
Por consiguiente, a partir de la relación entre tecnocracia y política -desde lo revisado hasta el momento-, podemos observar ciertos puntos negativos y positivos, en el sentido polarizado. Es decir, puntos en donde ambos se repelen (negativo) y ambos atraen o amalgaman (positivo).
Finalmente, a pesar de las diferencias en sus enfoques y, concretamente, en su ethos, “la tecnocracia, como otras “cracias”, es gobierno, y todo gobierno es política”[62].
III. La tecnocracia y el régimen politico en Chile
La tecnocracia en Chile no es sinònimo exclusivo de los llamados “Chicago boys” del régimen de Pinochet. Tenemos que ser categóricos en senalar que el fenòmeno tecnocràtico en la politica chilena no empieza ni termina con dicho grupo, sino que posee tanto experiencias anteriores como posteriores a ella[63].
Los postulados racionales dentro de la politica chilena, y que se ligan al pensamiento tecnocràtico (revisadas anteriormente), Patricio Silva los vincula a la corriente positivista representada por José Victorino Lastarria (1817 - 1888) y su discipulo Valentin Letelier (1852 - 1919)[64]. Éstos, basándose en los postulados de Auguste Comte y Herbert Spencer principalmente, desarrollarian un pensamiento fundado en los conocimientos cientificos llevados a la politica y a la administraciòn del Estado.
Postulando una “politica cientifica” para nuestro pais, Lastarria y Letelier aportan a la comprensiòn sobre el desarrollo de la corriente tecnocràtica en Chile[65]. Primero, porque participan de la emergente clase media chilena que va tomando cuerpo a partir de mediados del siglo XIX, enunciando caracteres pro tecnocràticos tales como: “la valorizaciòn del mèrito, el esfuerzo personal y los estudios por sobre las ventajas de alcurnia”[66]. Segundo, ademàs del origen mesocrático y su pensamiento democràtico, cientifico y liberal, recalcamos que Lastarria y Letelier nos reportan insumos sobre la propension tecnocràtica a la valorización de la educación[67], como de la tendencia administrativa centrada en el Estado.
Con lo anterior, los anhelos de la clase media, representados sobre todo por el Partido Radical, tomarán fuerza a partir del ascenso al gobierno en la década de 1920, abriendo la posibilidad concreta de realizar la tecnificación estatal en nuestro país.
Por ende, la primera experiencia tecnocrática en Chile, descubierta y estudiada por Patricio Silva, es la que se evidencia durante la Dictadura del Coronel Carlos Ibànez del Campo (1927-1931). Los ideales progresistas y de modernización del aparato administrativo del Estado, si bien fueron ayudados por lo hecho durante la administración de Arturo Alessandri -la Constitución de 1925 y lo realizado por el equipo de “expertos” de la “Misión Kemmerer”-, se vieron concretados por las medidas tomadas durante el gobierno del Coronel Ibànez.
Apoyado por un fèrreo régimen, que utilizaba los denominados “decretos leyes” para gobernar, emerge la figura clave del Ministro de Hacienda de Ibànez, Pablo Ramírez, que interpreta las ansias del Coronel por establecer un “Estado administrativo” basado en la razón científica y lejano de la razón democràtica. Es decir, Pablo Ramírez concretiza el desencanto con la democracia que se vivía en ese entonces. Un desencanto evidenciado por las frustraciones que dejó la experiencia del llamado León de Tarapacá (Arturo Alessandri), quien fracasó en la concretización de sus promesas políticas, principalmente, debido a la obstrucción hecha por el Congreso Nacional[68].
Para Patricio Silva, Pablo Ramírez es el primer tecnopolítico chileno, puesto que desde su experiencia como político, pasando primero por el desencanto que posee sobre la política de ese entonces, hasta llegar al Ministerio de Hacienda, Ramírez motivaría la creación de equipos tecnocráticos que “colonizarían el Estado”, a través de la modernización institucional que realizó la dictadura de Ibánez.
Tanto la figura de Pablo Ramírez, como la de su equipo de trabajo, Patricio Silva los destaca por su espíritu de grupo, denominándolos como se les conocía en ese entonces: “los cabros de Ramírez”[69]. Éste, un grupo de trabajo homogéneo de ingenieros jóvenes, independientes y formados en la Universidad de Chile, entregan pautas de análisis sobre futuros casos similares, como lo son los “Chicago Boys” y la figura de Sergio de Castro, o los “CIEPLAN- Monks” y la imagen de Alejandro Foxley.
Terminada la experiencia del gobierno de Ibánez, sobre todo por las consecuencias que dejaría el crack económico de 1929 en Chile, pasando por los “cuartelazos” del período 1931-32, llega al gobierno por segunda vez Arturo Alessandri (1932 - 1938). Este gobierno se relacionaría con la tecnocracia estatal (cimentada por Ibánez y la organización administrativa del Estado), de una manera pragmàtica, puesto que a la luz del contexto político, económico y social producto de la Gran Depresión en Chile, si bien fomenta una visión económica
“industrializadora” del Estado, se relaciona con la tecnocracia (sobre todo asentada en el Ministerio de Fomento, antecedente directo de la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO) no sólo bajo la mirada estatista, sino también tomando en cuenta la opinión de los sectores privados, focalizados preferentemente en la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) y de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA).
A partir del proyecto de electrificación del país, expuesto por el grupo de ingenieros asentados en el Estado desde la etapa ibanista, nacería la base sobre la industrialización en Chile comandada por tecnócratas. Por consiguiente, el gobierno de Arturo Alessandri tomaría en cuenta dichas propuestas, no sin antes consultar a los organismos empresariales privados[70]. Éstos, viendo la calidad profesional de dichos técnicos, apoyan las iniciativas de gobierno aunque “desconfiando” sobre el poder de influencia de los tecnócratas en los organismos estatales y de toma de decisión, sobre todo por el grado de independencia con los cuales ejecutaban sus proyectos[71].
A pesar de eso, asimilan esta tecnocracia y la aceptan bajo la garantía que les ofrecen frente a los “politicos sedientos”, que usarían con fines electorales y clientelistas las diversas instituciones estatales[72]. En otras palabras, los empresarios privados estaban dispuestos a aceptar este “amortiguador tecnocràtico”'[73].
El concepto de “amortiguador tecnocràtico”, elaborado por Patricio Silva, es comprensible si nos posicionamos en la lógica estatal cimentada en Chile desde la
década de 1930. O sea, el Estado en dicho periodo, conocido como Estado “Empresario”, “Benefactor” o “Proveedor”, basado en el “desarrollo hacia adentro” de la economía, conectándolo con el concepto de Silva, es entendible bajo la denominada lógica del “Estado de Compromiso”[74].
Para regular y fomentar un “equilibrio de fuerzas”, entre el sector empresarial privado y terrateniente con las demandas sociales, es decir -hablando en términos de bloques políticos-, principalmente entre la derecha y los sectores de centro- izquierda, es donde se sostiene la lógica del “Estado de Compromiso”. Con esto, la centro-izquierda en el poder (con sus diferentes variaciones o “giros” políticos), se comprometía con la derecha a realizar reformas de fomento a la producción sin “tocar” el campesinado (preferentemente sin promover la sindicalización campesina); mientras el otro bloque apoyaría la visión del Estado “interventor” en la economía. Entonces, es aquí donde radica el “compromiso” político y el factor “amortiguador” de la tecnocracia, sosteniendo las “confianzas” entre los diferentes bloques políticos.
La tarea del Estado “empresario” se expresó mediante la creación de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) en 1939. Dicha institución, fue la encargada de generar el desarrollo económico “hacia dentro” basado en el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (modelo ISI), teniendo a los “tecnócratas públicos” como principales administradores y planificadores
[...]
[1] Ingeniero comercial egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, es un empresario, inversionista y politico militante del partido de derecha Renovación Nacional (RN).
[2] Es una coalición electoral de derecha, compuesta por los partidos que integran la “Alianza por Chile”, entre los cuales destacan la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN).
[3] Marc Bloch, Introduction a la historia, -4a ed.- México, FCE, 2000, p. 47.
[4] Alan Angell, Chile de Alessandri a Pinochet: en busca de la utopia, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1993.
[5] Collier Simon y William F. Sater, Historia de Chile, 1808 - 1994, Cambridge University Press, 1999.
[6] Sofia Correa, Con las riendas del poder: la derecha chilena en el Siglo XX, Santiago, Editorial Sudamericana, 2005.
[7] Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, Nationales y gremialistas. El “parto de la nueva derecha política chilena, 1964-1973, Santiago, LOM, 2008.
[8] Ángel Soto Gamboa, Historia reciente de la derecha chilena: antipartidistas e independientes (1958 - 1993), Universidad de Complutense de Madrid, tesis doctoral, 2000.
[9] Patricio Silva, En el nombre de la razón. Tecnócratas y politica en Chile, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Diego Portales, 2010.
[10] Silva, Patricio. “Los tecnócratas y la política en Chile: pasado y presente”. Rev. cienc. polít. (Santiago) [online]. 2006, vol.26, n.2 [citado 2010-04-24], pp. 175-190. Disponible en: <http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718090X2006000200010&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0718-090X. doi: 10.4067/S0718-090X2006000200010. (La cursiva es nuestra).
[11] Jorge Alessandri Rodriguez, “Mensaje al pais en el dia de la transmisión del Mando”, 4 de noviembre de 1958. (La cursiva es nuestra). En Gisela Silva E. (comp.). Jorge Alessandri. Su pensamento politico. Santiago, Chile: Andrés Bello, 1985, p. 9.
[12] Sebastián Pinera Echenique, “Mensaje a la Nación, de S.E. el Presidente de la República, don Sebastian Pinera Echenique: “Del Chile del bicentenario al pais de las oportunidades”, Valparaiso, 21 de mayo de 2010”. (La cursiva es nuestra). URL: <http://www.gob.cl/especiales/mensaje-presidencial-21-de-mayo/>
[13] Juan Gabriel Valdés, La escuela de Chicago: operación Chile, Buenos Aires, Grupo Editorial Zeta S.A., 1989.
[14] El politólogo chileno Patricio Silva en su obra: “En el nombre de la razón. Tecnócratas y politicos en Chile, Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2010, p. 196”; nos dice que “fue Fernando Henrique Cardoso quien llamó “monjes” a los miembros de CIEPLAN tras el anuncio del gabinete de Aylwin en marzo de 1990”. Para esto, ver: “CIEPLAN Monks Take Command in Chile”, Southern Cone Report, 19 de abril de
[15] Paul Drake, The Money Doctors in the Andes. The Kemmerer Missions 1922-1933, Durham, Duke University Press, 1989.
[16] Roderic Ai Camp, “El tecnócrata en México”, en Revista Mexicana de Sociologia, Vol. 45, No. 2, Apr. - Jun., 1983, pp. 579-599.
[17] Antonio Canellas Mas, “La tecnocracia franquista: el sentido ideológico del desarrollo económico”, en Studia histórica. Historia contemporànea, N° 24, Universidad de Salamanca, Espana, 2006, pp. 257-288.
[18] Según definiciones extraídas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espanola. Ver los siguientes links. Para “tecno”:
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?TIPO_HTML=2&TIPO_BUS=3&LEMA=tecno >; y para “cracia”: < http://buscon.rae.es/draeI/SrvltObtenerHtml?IDLEMA=82129&NEDIC=Si >
[19] Para este caso, ver: Alberto Mayol Miranda, “La Tecnocracia: el falso profeta de la Modernidad”, en Revista de Sociologa, Universidad de Chile, N° 17, 2003, pp. 95-123; Jürgen Habermas, El discurso filosófico de la modernidad. Taurus ediciones, Madrid, 2000.
0 Alejandro M. Estévez, “Una genealogía de la Tecnocracia”, en Haydée Ochoa Henríquez y Alejandro M. Estévez (Coordinadores), El poder de los expertos: para comprender la tecnocracia. Universidad de Zuria, Venezuela, 2006. Ediciones Astro Data SA, Disponible en Polipub.org (Políticas públicas para el mejoramiento de la calidad democratica). URL:
<http://www.polipub.org/documentos/El%20poder%20de%20los%20expertos.pdf>
[21] Ibid., pp. 9-10.
[22] Citado por Alejandro M. Estévez: Platón, La República, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Argentina, 1963, pp. 362-362.
[23] Sebastián Pinera Echenique, Discurso del Presidente de la República de Chile, Palacio de La Moneda, Santiago, 11 de marzo de 2010. Gobierno de Chile. URL: <http://www.gob.cl/discursos/2010/03/11/palacio-de- la-moneda-11-de-marzo-de-2010.htm>
[24] A partir del cambio de gabinete del gobierno de Sebastián Pifiera, cabe destacar las observaciones realizadas por los medios de comunicación. Por ejemplo, lo expuesto por Horacio Larraín: “sin duda, al gabinete le hacía falta una mano más política que tecnocràtica”. Horacio Larraín, “Las peripecias del ano dos”, en Red Seca-Revista de actualidad politica, social y cultural, 13 de febrero de 2011. URL: < http://www.redseca.cl/?p=1757>. También ver: Nibaldo Mosciatti, "Este cambio de gabinete será simplemente un cambio de diseno”, en CNN Chile, Santiago, 17 enero, 2011. URL: <http://www.cnnchile.com/nacional/2011/01/17/este-cambio-de-gabinete-sera-simplemente-un-cambio-de-
diseno/>; Pablo Valenzuela, “Cambio de gabinete, la política regresa o de por qué los técnicos no
funcionan como ministros...”, Ballotage. Revista de opinion pública, Publicado el 16 Jan, 2011. URL: <http://ballotage.cl/2011/01/cambio-de-gabinete-la-politica-regresa/>
[25] Estévez, Alejandro M., “Apuntes para una genealogía de la Tecnocracia” (versión preliminar), Universidad de Buenos Aires, Centro de Investigación en Administración Pública, abril 2005. URL: <http://www.polipub.org/documentos/la%20tecnocracia.pdf>, p. 8.
[26] Ibid., p. 12.
7 Idem. El autor hace referencia a los escritos de Neil Postman en su obra: Technopoly: The surrender of culture to technology, Ed. Knopf, New York, 1992.
[28] Ibid., p. 13.
[29] Ibid., p. 13-14.
[30] Ibid., p. 14.
[31] Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideología, Madrid, Tecnos, 1986; y Martín Heidegger, “La pregunta por la técnica”, en: Martín Heidegger, Conferencias y artículos, Traducciòn de Eustaquio Barjau Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994, pp. 9-37.
[32] Pablo Lucas Verdú, Principios de Ciencia Politica. Tomo III, Madrid, Tecnos, 1979, p, 208. Citado por: Fernando De Lucas y Murillo de la Cueva, “Ideologia, Tecnocracia y Liberalismo”, en Saberes, Vol. 1, Villanueva de la Canada, Espana, 2003, p. 3.
[33] Jean Meynaud, La Tecnocracia. iMito o realidad?, Madrid, Tecnos, 1968, p. 33.
[34] Patricio Silva, “Los tecnócratas y la politica en Chile: pasado y presente”, Rev. cienc. polit. Santiago, 2006b, vol. 26, n.2 [citado 2010-04-24], pp. 175-190. Disponible en: <http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S071 8-090x200600020001 0&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0718-090X. doi: 10.4067/S0718-090X2006000200010>
[35] Domenico Fisichella, “Tecnocracia, algunas ambigüedades conceptuales”, en Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, Diccionario de Politica. Barcelona, Editorial Siglo XXI, 1986 En: Alejandro M. Estévez, 2006, op. cit. p. 84.
[36] Meynaud, 1968, op. cit., p. 12.
[37] Ver en: Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideologia, Madrid, Tecnos, 1986; y Jürgen Habermas, “Nuestro breve siglo”, en Revista Nexos Virtual, disponible en www.nexos.com.mx
[38] Ver en: Martin Heidegger, “La pregunta por la técnica”, Traducción de Eustaquio Barjau en Martin Heidegger, Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1994, pp. 9-37. Disponible en: <http://rae.com.pt/heidegger.pdf>
[39] Miguel Ángel Centeno, “Redefiniendo la tecnocracia”, en Desarrollo Económico, Vol. 37, N° 146, Jul. - Sep., 1997, pp. 215-240.
[40] Ibid., p. 222.
[41] 1 Mayol, op. cit., p.106. El autor se basa en los postulados de Garcia Pelayo, en: Manuel Garcia Pelayo, Burocracia y Tecnocracia y Otros Escritos, Madrid, Alianza Universidad, 1974.
[42] Estévez, 2006, op. cit., p. 80.
[43] Anthony Giddens, La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Madrid, Alianza Editorial, 1979, 305, en Alejandro M. Estévez, 2006, op. cit., p. 80.
[44] Ver las obras de Allen Raymond, iQué es la tecnocracia?, Madrid, Revista de Occidente, 1933; y el articulo de Omar Guerrero, “Tecnocracia Inc.”, en Haydée Ochoa Henriquez y Alejandro M. Estévez (Coordinadores), op. cit., pp. 1-63.
[45] Ibid., p. 16.
[46] Estévez, 2005, op. cit., p. 17.
[47] Ibid., pp. 18-19.
[48] Alejandro Estévez basa sus anàlisis (sobre los postulados de Schumpeter) a partir de: Joseph Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy, UK, Allen and Unwin, 1976.
[49] Estévez, 2005, op. cit., p. 6.
[50] 0 Patricio Silva 2006b cita la obra de Jeffrey Herf, Reactionary Modernism: Technology, Culture, and Politics in Weimar and the Third Reich. Cambridge, Cambridge University Press, 1984.
[51] Silva, 2006b, op. cit. s/n (versión on line).
[52] Idem.
[53] Ver desarrollo del concepto en: Antonio Camou, "Los consejeros del principe. Saber tècnico y politica en los
[54] procesos de reforma econòmica en Amèrica Latina”, en Nueva Sociedad, N° 152, noviembre-diciembre 1997,
[55] Por “Consenso de Washington”, entenderemos, al listado de políticas económicas consideradas durante los anos de 1990 por los organismos financieros internacionales y centros económicos con sede en Washington DC (EE.UU.), como “el mejor programa económico que los países latinoamericanos debían aplicar” para impulsar el crecimiento, dentro de los marcos del neoliberalismo, en los cuales se enmarcaban los países que hasta esa fecha no poseían una reforma económica que, en el caso chileno, si existió (específicamente desde el Gobierno Militar de Pinochet). Dicho listado se atiene a “la convergencia casi universal del credo neoliberal [...] en las ideas de disciplina fiscal, liberalización financiera y del comercio, privatización y desregulación...”. Estévez, 2006, op. cit., p. 88. Ver además: Günter Maihold, “La transnacionalización de las elites en las Américas”, en Peter Birle, Wilhelm Hofmeister, Günter Maihold, Barbara Potthats (eds.), Elites en América Latina, Madrid, Iberoamericana, 2007.
[56] John Markoff y Veronica Montecinos, “El irresistible ascenso de los economistas”, en Desarrollo Económico, Vol. 34, No. 133, Apr. - Jun., 1994, pp. 3-29.
[57] 7 Mayol, op. cit., p. 108.
[58] Verónica Montecinos, “El valor simbólico de los economistas en la democratización de la política chilena”, en Nueva Sociedad, N° 152, noviembre-diciembre 1997, p. 108.
[59] Merilee S. Grindle, “Power, Expertise, and the “Tècnico”: Suggestions from a Mexican Case Study”, en Journal of Politics, N° 2, 1977, 399-426.
[60] Camp, op. cit.
[61] Jorge I. Dominguez (ed.), Technopols: Freeing Politics and Markets in Latin America in the 1990s, University Park, PA, Pen State University Press, 1996. Como también, a partir de la ponencia del cientista politico Alfredo Joignant, “Usos politicos del conocimiento y gobierno científicos de los technopols en Chile (19901994)”, presentadas en el Seminario UDP Produciendo lo social. Una mirada reflexiva a las ciencias sociales en Chile y América Latina, 28 de octubre 2010.
[62] Omar Guerrero, Tecnocracia o el fin de la política, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 19.
[63] Silva, 2010, op cit.
[64] Silva, 2010, op cit.; Silva, 2006b, op. cit.; y en su obra: Patricio Silva, “Lastarria, Letelier and “Scientific Politics” in Chile”, Revista Bicentenario, Vol. 5, 2° semestre, 2006a.
[65] Como se ha postulado anteriormente, tras la década de 1920, se comienza a utilizar el concepto de tecnocracia a partir de la experiencia norteamericana. Por ende, en Chile el concepto como tal no es contemporàneo ni a Lastarria ni a Letelier.
[66] Silva, 2010, op. cit., p. 42.
[67] 7 Para dichos efectos, Camp nos dice que para “diferenciar al tecnócrata de su contraparte política en la administración pública se cuentan su educación, su currículum profesional, sus medios de reclutamiento y su fuente de influencia”, mostràndonos herramientas sobre las características de la formación de tecnócratas chilenos en concordancia con el reforzamiento del papel del Estado y de la mesocracia, a través, por ejemplo, del denominado “Estado Docente”
[68] Silva, 2010, op. cit., pp. 80-82.
[69] Ibid., p. 89.
[70] Ibid., p. 105.
[71] Ibid., p. 107.
[72] Idem.
[73] Idem.
[74] Sofía Correa et. al., Historia del siglo XX chileno, Santiago, Sudamericana, 2001, Capítulo VI: “El Estado, eje del proyecto nacional”, pp. 136 - 152.
- Quote paper
- Ignacio Bustos López (Author), 2011, Tecnocracia en el poder: "un caso de apartidismo frustrado", Munich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/209980
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