En esta disertación se analiza el concepto imaginativo del amor de don Quijote de la Mancha a través de la literatura del lector Quijote desde la invención de su dama Dulcinea del Toboso (I,1) hasta el primer encuentro de ambos (II,10). Se intenta resumir los diversos conceptos literarios de amor con ayuda de una comparación tipológica para aplicarla al capítulo del encuentro.
Índice
1. Introducción
2. La vista imaginativa de don Quijote
3. La invención de Dulcinea del Toboso a través de la literatura del lector Quijote
3.1. Los libros de caballerías
3.2. La bucólica, el petrarquismo y la lírica trovadora
3.3. Síntesis de los conceptos amorosos: hacia un análisis tipológico del amor quijotesco
4. Aplicación del modelo tipológico al encuentro con Dulcinea
5. Conclusión
6. Bibliografía
1. Introducción
¡Oh, de tus deseos y librea
alma y cuerpo adornara, y del famoso
caballero que hiciste venturoso
mirara alguna desigual pelea! (I, prólogo/107)[1]
De esta manera se dirige la señora Oriana, amada de Amadís de Gaula, en un soneto a Dulcinea del Toboso, amada de don Quijote, héroe de los dos libros famosísimos El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605) y Segunda Parte del Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha (1615) de Miguel de Cervantes Saavedra. Dulcinea es el resultado de la fantasía de Quijote, un ser ideal que no puede existir, y la persona que existe en el Toboso, la moza labradora Aldonza Lorenzo, es el contrario extremo de su ideal. Pero dentro de su imaginación, la señora Dulcinea cumple sin embargo su función: es la señora en que puede pensar el caballero, con que puede soñar y a que se puede dirigir antes de irse a una aventura peligrosa: “encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese” (I,8/168).
En esta disertación quiero analizar el concepto imaginativo del amor de don Quijote de la Mancha a través de la literatura del lector Quijote desde la invención de su dama Dulcinea del Toboso (I,1) hasta el primer encuentro de ambos (II,10). Intentaré resumir los diversos conceptos literarios de amor con ayuda de una comparación tipológica para aplicarla al capítulo del encuentro.
2. La vista imaginativa de don Quijote
Como ya lo expresa el título de la obra, don Quijote es ingenioso; su sensualidad está bien desarrollada o sea que tiene “une imagination superlative, faisant de lui un homme doté d’une faculté inventive singulière, qui repousse les limites du connu”[2]. Gracias a su ingeniosidad, con la que “desvelábase por entenderlas [las razones] y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello” (I,1/114), puede transformarse el hidalgo Quijada, Quesana o Quejana en el caballero andante don Quijote de la Mancha en una época que carece de caballeros andantes, nombrada por Quijote “nuestra edad de hierro” (I,20/289).
Para reconstruir la edad de oro de los caballeros, Quijote debe crearse un mundo que conoce a través de la literatura. Pero como “olvidó […] la administración de su hacienda” (I,1/114), su situación de fortuna no es favorable para dotarse de todo lo que necesita un caballero. Sólo tiene un “rocín flaco” (I,1/114) que transforma en su indispensable caballo dándole el nombre de Rocinante, porque “fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo.” (I,1/118) Quijote se hace así una ilusión de nobleza. La ilusión es uno de los términos que utiliza Delage: “vision, analogie, illusion”[3]. El sentido de estos tres términos se puede precisar por la famosa aventura de los molinos de viento (I,8).
Don Quijote, acompañado por su escudero Sancho Panza, se acerca a “treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo” (I,8/166), como lo cuenta el narrador, mientras que Quijote tiene la visión de gigantes, pero “l’imagination de don Quichotte ne surgit pas ex nihilo, comme une hallucination pure et simple, qui consiste à voir quelque chose là où il n’y a rien”[4], sino que forma una analogía orientándose por un lado en los molinos como objeto de referencia real y por otro lado en gigantes, que contiene la literatura, como concepto mental. Rellena la visión hasta una ilusión atacando los molinos y describiéndolos como gigantes que mueven “más brazos que los del gigante Briareo” (I,8/168), un titán con cien brazos cuya mención muestra la referencia a la literatura. Esta referencia forma una tal imaginación que domina la percepción sensual, o sea que los fenómenos del mundo real son vistos a través de una lente literaria que forma el mundo imaginativo o bien fantástico de Quijote.
Dulcinea se distingue técnicamente de los molinos/gigantes y de otros objetos transformados a causa de la ausencia permanente de la persona real. Dulcinea sí tiene, como ya mencionado, una analogía real, la moza labradora Aldonza Lorenzo, “de quien él [don Quijote] un tiempo anduvo enamorado” (I,1/119), pero a ella no la ha visto desde hace mucho tiempo y ella no está presente cuando piensa en ella, la describe sin objeto real que estimularía como en las aventuras su imaginación, si no está dentro de su memoria, pero se puede suponer que dentro de la memoria de Quijote, los aspectos reales y los ficticios están confundidos en la imaginación. Delage designa esa memoria como “mémoire transfigurée par l’imagination”[5]. Para aproximarse al amor de la imaginación quijotesca, hay pues que echar un vistazo a la literatura del lector Quijote.
3. La invención de Dulcinea del Toboso a través de la literatura del lector Quijote
3.1. Los libros de caballerías
“Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a leer libros de caballerías” (I,1/114). Los libros más importantes que están en la biblioteca de don Quijote son mencionados en el sexto capítulo de la primera parte porque el cura y el barbero discuten allí sobre la cuestión cuáles de los libros son demasiado peligrosos para Quijote a fin de finalmente quemarlos. No obstante, hay muchos libros más que quedan sin mencionar porque el cura y el barbero “hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños” (I,6/150). Los libros de caballerías importantes son el Orlando furioso de Ludovico Ariosto, Tirant lo Blanc de Johanot Martorell y sobre todo Los quatro libros del virtuoso cauallero Amadís de Gaula de Garci Rodríguez (u Ordóñez) de Montalvo que es la base esencial del Don Quijote de Cervantes.[6] Sin mención están las novelas caballerescas francesas como por ejemplo las de Chrétien de Troyes. Pero debería existir un relato directo a los libros de él.[7] El Amadís se refiere a Lancelot ou li Chevaliers de la Charette[8] y hay algunas influencias por el Tirant, pero evidente es la referencia a Yvain ou li chevaliers au Lion no sólo porque Quijote se llama “caballero de los Leones” (II,17/170) y porque la salida de don Quijote parece ser “eine vollkommene Parodie des Auszugs von Calogrenant – und zwar dadurch, daß Don Quijote nicht auf eine besonders für die ritterliche Bewährung präparierte, sondern auf eine beliebig alltägliche Welt stößt”[9], sino también a causa de un cierto concepto amoroso. Descuidando el amor, Yvain infringe una virtud caballeresca: la ambivalencia de aventura y amor leal, lo que se llama en medio alemán âventiure y triuwe.
Esa virtud la subraya don Quijote diciendo: “el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.” (I,1/119) Pues, el amor es indispensable para la vida del caballero, pero Quijote no dice al principio cómo se manifiesta ese amor. Aunque el concepto del amor no es uniforme en los libros de caballerías, en general, no se trata solamente de un amor mental, sino también de un amor corporal o bien sexual. Los caballeros como Amadís engendran niños. Todo ello del amor sexual no pertenece al concepto imaginativo de don Quijote, de modo que se puede decir que él no cumple la virtud caballeresca del amor aunque la subraye desde el punto de vista de la necesidad de amar. Emilio Goggio dice que así Cervantes “resorted to mockery and satire and caricatured the heroes and heroines of the romances of chivalry which he sought to ridicule out of existence.”[10] Está claro que una intención basal de Cervantes es la caricatura de los libros de caballerías como lo dice el narrador al fin de la segunda parte: “pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías” (II,74/640). La caricatura se muestra en las fallas de Quijote, él fracasa a causa de las aventuras falladas tanto como a causa del amor. Don Quijote no alcanzaría el amor corporal aunque lo quisiera intentando visitar a Dulcinea (II,10), porque la moza Aldonza Lorenzo no corresponde a su fantasía.
[...]
[1] Utilizo las ediciones siguientes del Don Quijote:
- Cervantes, Miguel de: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Ed. John Jay Allen. Madrid 252005.
- Cervantes, Miguel de: Segunda Parte del Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha. Ed. John Jay Allen. Madrid 252005.
Las citas se identifican por la parte (I o II), el capítulo y la página correspondiente de esas ediciones.
[2] Delage, Agnès: “Les puissances de l’imagination dans Don Quichotte de Cervantès”. En: Marielle Macé (ed.): Un thème, trois œuvres. Les puissances de l’imagination. Paris 2006, 8-65, aquí p. 9.
[3] Delage 2006, 29.
[4] Delage 2006, 31.
[5] Delage 2006, 22.
[6] Cf. Kruse, Margot: “‚Gelebte Literatur‘ im Don Quijote”. En: Theodor Wolpers (ed.): Gelebte Literatur in der Literatur. Studien zu Erscheinungsformen und Geschichte eines literarischen Motivs. Göttingen 1986, 30-71, aquí p. 37.
[7] Cf. Urbina, Eduardo: “Chrétien de Troyes y Cervantes: más allá de los libros de caballerías.” En: Anales Cervantinos 24 /1986, 137-147.
[8] Cf. Simson, Ingrid: Das Siglo de Oro. Spanische Literatur, Gesellschaft und Kultur des 16. und 17. Jahrhunderts. Stuttgart 2001, 120.
[9] Auerbach, Erich: “Der Auszug des höfischen Ritters”. En: Erich Auerbach (ed.): Mimesis. Dargestellte Wirklichkeit in der abendländischen Literatur. Bern/Stuttgart 81988, 120-138, aquí p. 133.
[10] Goggio, Emilio: “The Dual Role of Dulcinea in Cervantes’ Don Quijote de la Mancha”. In: Modern Language Quarterly 13/3, 1952, 285-291, aquí p. 286.
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