La reflexión sobre el origen y desarrollo de las conductas simbólicas, dada su rareza o particularidad es un proceso evolutivo con diversas aristas. La elaboración de un método biopsicológico de análisis y de un modelo interpretativo permite determinar los marcadores antropológicos de este proceso y ordenarlos en forma y tiempo, ya que trascienden la estricta materialidad.
Esta aparición e identificación del comportamiento simbólico ha estado condicionada por una serie de prejuicios en la interpretación de los objetivos vinculados a la creencia de que somos únicos e irrepetibles. Esta identificación del comportamiento simbólico con una especie tan engreída y autosuficiente mantiene el sustrato de exclusividad biológica y, sobre todo, simplifica en exceso un proceso mucho más complejo, el de una complejidad extraordinaria. Por tanto, parece necesario dotarse de un método adecuado y desprenderse de prejuicios, a partir de los nuevos datos que diversas ciencias experimentales nos ofrecen, procurando que no entren en contradicción entre ellas ni con los datos fiables del registro etnográfico.
Resumen: La reflexión sobre el origen y desarrollo de las conductas simbólicas, dada su rareza o particularidad es un proceso evolutivo con diversas aristas. La elaboración de un método biopsicológico de análisis y de un modelo interpretativo permite determinar los marcadores antropológicos de este proceso y ordenarlos en forma y tiempo, ya que trascienden la estricta materialidad.1
Palabras clave: Performativo, simbolismo humano, diseño social, arqueología cognitiva.
Abstract: Reflection on the origin and development of symbolic behaviors, given their rarity or particularity, is an evolutionary process with various edges. The elaboration of a biopsychological method of analysis and an interpretive model allows the anthropological markers of this process to be determined and to order them in form and time, since they transcend strict materiality.
Key words: Performative, human symbolism, social design, cognitive archeology.
1. INTRODUCCIÓN
Esta aparición e identificación del comportamiento simbólico ha estado condicionada por una serie de prejuicios en la interpretación de los objetivos vinculados a la creencia de que somos únicos e irrepetibles. Esta identificación del comportamiento simbólico con una especie tan engreída y autosuficiente mantiene el sustrato de exclusividad biológica y, sobre todo, simplifica en exceso un proceso mucho más complejo, el de una complejidad extraordinaria. Por tanto, parece necesario dotarse de un método adecuado y desprenderse de prejuicios, a partir de los nuevos datos que diversas ciencias experimentales nos ofrecen, procurando que no entren en contradicción entre ellas ni con los datos fiables del registro etnográfico. Se trataría de formular hipótesis explicativas acerca de un género de personalidades divergentes y variopintas, de cuyo estudio pudiera desprenderse. Sin embargo, esta tendencia ofrece un aspecto de independencia cognitiva y conductual, que presenta diversas manifestaciones conductuales rastreables en los datos arqueológicos, pero con una misma base común que une su origen y las características de su desarrollo social.
Ni que decir tiene que tras una breve exposición de la actual divergencia de criterios bioéticos, intentaré exponer resumidamente una metodología de análisis interdisciplinar, que definimos como modelo biopsicosocial y dentro de una teoría general interpretativa, sobre la que recae uno de los temas clave que nos define como humanos y nos permite proponer hipótesis sobre las fases de desarrollo de un largo y complejo proceso, o que cualquier otra ciencia puedan aportar al modelo de análisis o a estas conclusiones. Veamos, de forma crítica y resumida, las principales aportaciones y el estado actual del que partimos, dando lugar al inicio y desarrollo de un paradigma indisociable a la dignidad humana y en concreto sobre el modo que se representa a un colectivo tan indescriptible como poco convencional. Se dará prioridad al pensamiento cuir y la acción queerness como único referente hasta ahora establecido.
2. ASPECTOS DEL SIMBOLISMO HUMANO
Desde la representatividad de algunas ideas, conceptos o creencias que la sociedad ha creado y aceptado en su conjunto, podemos comprender el valor simbólico de cualquier grupo humano que hasta ahora ha sido excluido de una Razón Universal. Para Andrew Colin Renfrew (1982, 1993) las características de la conducta inteligente a través de los restos materiales, por medio de estudios interdisciplinarios y de la arqueología cognitiva, tiene como objetivo la búsqueda del significado que los símbolos y representaciones tuvieron para aquellos que los utilizaron. Establece el concepto de la “sapient paradox”, en referencia al desfase entre la creación evolutiva de nuestra especie y la muy posterior aparición de la conducta simbólica. La base neurológica de la evolución cognitiva humana no puede estar basada en una especificación neurológica o de modulación mental innata, sino en una modulación neurológica o bioplasticidad concurriendo con factores cognitivos emergentes, sin duda, de la mente humana. Esta proposición ontológica serviría para comprender la existencia de otras formas de expresión identitaria a lo largo del tiempo, que siendo invisibilizada siempre ha pretendido estar normalizada.
Así, el lenguaje simbólico es imprescindible para que la humanidad pueda alcanzar su característico desarrollo cultural (Renfrew 2008) e incorporar aquellas manifestaciones asimilables a los equilibrios de asociación, apareciendo en cada uno de ellos cambios cognitivos y un nuevo estadio de conciencia (conciencia episódica, mimética, mítica y teórica) La mente moderna se caracteriza por la constante integración y reelaboración de experiencias a través de múltiples formas de representar la información, aunque prevalece un pensamiento único soterrado. La autoconciencia liberaría a la gente de las contingencias inmediatas, si no fuera por la persistente formación de conceptos restaurativos de un orden social ficticio. El pensamiento es como un proceso perpetuamente dialogado, socialmente construido y por ende, una actividad comunicativa que necesita del otro y de lo extraño para tener sentido.
La cuestión del yo no puede extrapolarse fácilmente del registro bio- psicosocial, en tanto que una conciencia especial fue adquiriendo evolutivamente el desarrollo de su tecnología y su comportamiento. La estructura funcional del cerebro es una construcción dinámica que se remodela constantemente por medio de las experiencias importantes, creando diferentes módulos cognitivos de acción independiente. La fluidez cognitiva lleva a una conducta moderna, una vez dada la evolución de su género sentido y consensuado interiormente. La neurociencia identifica claramente una capacidad de planificación y resolución de problemas que es neurológicamente aislable del comportamiento simbólico y de las habilidades del lenguaje. Pero no se pronuncia en un aspecto más subversivo que atañe a una población, quizá reducida, como también muy singularizada como creativa. El fundamento psicológico en una opcionalidad de género resulta insuficiente e inservible, al estar en el revés y siendo ajeno a la corporeidad y emocionalidad de personas propias de nuestra especie, aunque se les restrinja el derecho a una mejora evolutiva.
Los procesualismos, bajo criterios interdisciplinarios, apenas son tangenciales para aplicar sus conceptos tan generales a las particularidades contextuales, en exclusiva sobre el germen de todo origen o condición personal y social. De hecho, se habla de cultura y subculturas, pero si le damos la vuelta el resultado es el mismo error de cálculo. Los fracasos en la creación de leyes generales se deben a unos comportamientos demasiado elementales e improductivos, ante la imposibilidad de escapar a la subjetividad y la incertidumbre racional. Qué decir de aquellas presuntuosas figuras procesuales, empeñadas en cualquier tipo de análisis realizado sin un mínimo conocimiento de la funcionalidad psicobiológica humana, esas eminencias procesualistas ahogándose en las escasas posibilidades de explicación. Si fuera por ellos, las actitudes y opiniones que suscitan las convertirían en ciencia, pero no dejan de parecer mentes distraídas alrededor de un objetivo hipotético convulsivo.
3. UNA METODOLOGÍA PARA EL ANÁLISIS BIOPSICOSOCIAL
Ya sabemos que lo que en un principio es común, en su desarrollo se diversificaría en la interpretación y la forma de observarlo. Los fundamentos interdisciplinarios permiten crear una metodológica que facilite la elaboración de trabajos genéricos a partir de los particulares datos del registro, pero ignora la profundidad atómica de sus significados y significantes. Lógicamente, se pueden establecer leyes generales sobre la forma de crear y desarrollar la conducta humana, pero con la suficiente flexibilidad como para que se adapten a las particularidades, y explicar tímidamente la diversidad cultural y cognitiva como características esenciales de la conducta humana. Desde las capacidades cognitivas emergentes o superiores, como son la conducta simbólica, la autoconciencia, el lenguaje simbólico o la escritura, proyectamos determinados niveles de desarrollo, consecuencia del desarrollo de ciertas capacidades cognitivas básicas. En un ir y venir, de la conducta simbólica, perpetuamos cualquier intento de transmisión social de aquellos procesos que hayamos podido simbolizar por cualquier medio. Somos insaciables en cualquier contexto, pero incapaces de explicar tal emergencia, a lo sumo matizar los conceptos y abstracciones sin garantías ni pronóstico reservado.
La mente integra y reelabora experiencias a través de múltiples formas de representar la información, suma y potencia a la memoria para ir en la dirección que nos interesa, de manera que, la autoconciencia libera de las contingencias inmediatas. Nuestra conducta se sobrepone a las experiencias importantes, hasta cierto punto lo hace logrando una fluidez cognitiva y creando diferentes módulos cognitivos de acción independiente. La evolución cultural y simbólica constituye un continuum que adquiere un aspecto de heterogeneidad en su desarrollo, que además necesita cierta estabilidad sociocultural. Es innegable que la conducta lingüística permite y condiciona la creación, mantenimiento y transmisión de todo simbolismo; su evolución tiene sus propios ritmos, que sumando los avances en los conceptos de individualidad social y personal, nos inicia con un desplazamiento cognitivo de la acción para concluir fuera del aquí y ahora. No obstante, la simbolización de las ideas elementales relacionadas con la convivencia social y la supervivencia del grupo, desarrollaría el concepto social de toda una culturización simbólica y autónoma.
Sería el inicio de un simbolismo consciente y social, al ser usado con la intención expresa de funcionalidad y argumentación, una ubicación temporal y espacial perfeccionada, con diferentes estadios incluso en una misma especie. Transitando por este desarrollo se comienza a crear una conducta más compleja y con gran capacidad de simbolización, que se caracteriza por el desarrollo de un simbolismo comunal o social, en el que confluyen diversas contingencias. Sólo se simbolizarían las abstracciones sobre las necesidades vitales o sociales, pero expresadas para que los demás componentes se identifiquen con un criterio de combinación basados en anteriores vivencias y de confluencias cardinales. Para iniciar una conducta siempre hay que expresar alguna referencia sobre la acción, donde lo queerness no siendo evidente, permite clarificar la existencia de una vida mental semejante a la nuestra en los otros componentes de la sociedad. La simbolización es un concepto de diferenciación personal, de la conciencia autobiográfica Inclusive, sobre todo cuando la apreciación de las diferencias que puedan existir entre los miembros resulta notablemente disuasoria, es decir, posibilitaría un futuro anticipado (Damasio 2010) Aunque la individualidad social y personal no es una cualidad cognitiva de manifestación espontánea, si puede atribuirse la capacidad de innovar caracteres lo suficientemente ambivalentes.
Esta edición propone, en definitiva, una aportación a los Estudios Culturales y los Estudios de género queer/cuir, al mismo tiempo que la retrospección de la noción de memoria material y agencia. Aparecen entonces las memorias queer/cuir como estrategias de deconstrucción e impugnación del discurso heteronormativo, en tanto que la pertenecía geopolítica y cultural del término, hunde sus raíces en los deseos de legitimación a través del consumo cultural y la exportación de contenidos. Las memorias cuir, representan una suerte de desfamiliarización del término queer, en torno a los usos materiales del pasado dentro de las narrativas postglobales y los imaginarios propuestos desde el sur global y su agencia. Dicha simbolización se concibe como contra-factura a los errores o arreglos epistémicos estandarizados por occidente, como un nuevo pacto escópico que nace del orden de sucesión de los hechos acaecidos en el espacio donde se desarrolle el simbolismo moderno. De tal forma que la agencia narrativa en la cultura visual supondría la ruptura entre una memoria pública (Villaplana, 2008) y una conducta reflexiva y flexible, y por ello previsora, adaptativa e innovadora, es decir, mucho más eficiente. Como todo proceso simbólico es fundamentalmente social, viene manifestándose por medio de los marcadores de individualidad, y la apertura de un nuevo pacto de la naturaleza o de la sociedad.
Desde los procesos cognitivos humanos que, de alguna manera favorecieran la concepción de un mundo diferente al cotidiano, se nos presenta una reflexión compleja través del rastreo y revisión de prácticas discursivas y materiales emparentadas con la disidencia. Con la emergencia de un adecuado nivel de autoconciencia durante la fase de simbolismo moderno básico, la propia toma de conciencia difícilmente se podría realizar en relación con aspectos difíciles de comprender y de asumir. La recuperación de esa dimensión subjetiva es lo que permite la emergencia del hablar, o el significar social, lo que se justifica por el carácter acumulativo descrito en los desarrollos cognitivos emergentes. Esta necesidad de explicación y manifestación social nos brinda de un valor científico muy desigual, lo que permite suponer un nivel relativamente alto de comprensión de su significado y que este significado es compartido socialmente. Nótese que las llamadas culturas transicionales permiten formular hipótesis explicativas sobre el proceso emergente del simbolismo humano moderno, cuya sincronía antropomorfiza las condiciones lingüísticas, tecnológicas y ambientales, bajo un nivel suficiente de autoconciencia e individualidad, social y personal. Fuere o no, la materialidad de esta objetividad en específico, más allá de su simbología, tiene una relevancia en la creación de identidad.
4. TRANS-FEMINISMO CUIR
En este tiempo en el que nada se detiene lo que se tiene es la experiencia de la vida amenazada, ya sea frente a la crueldad y la prepotencia, es ahí donde toman fuerza los posicionamientos políticos. Al romper con esta línea de poder los espacios tradicionales quedan huérfanos sin categorías absolutas, donde el contrato social que denominamos Naturaleza, es performado por cualquier tipo de práctica y enunciación de los sujetos. En la educación feminista se abre campo para la emocionalidad y la subjetividad, incluso se entra en conflictos por los más diversos posicionamientos. Estar en contra de las relaciones verticales significa renunciar a la relación de dependencia a todos los niveles, además del vínculo familiar, uno de los estamentos más oficialistas y de sumisión cruciales para definir ideológicamente una situación crítica. Por esta razón se introduce un constructo o heterotopía donde dejamos de existir como individuos y nos volvemos subjetividades diversas a partir de esta lógica encausando el devenir identitario en territorio fronterizo.
Una posible respuesta es hablar en múltiples, como nos dice el sentido diferencial y no cancelar posibilidades, ya que se rehúsa a las determinaciones y límites absolutos en la biopolítica trans. Allí donde la frontera se estetiza, los procesos de producción catalizan su precariedad con una gran humildad, que pasa por ser desafiantes antes que doctos, y luego profesar cuando menos una exacerbación de la singularidad. Sayak Valencia habla de que las letras mexicanas ya entraron a otro nivel de amplitud imprevisible donde lo disforme, lo informe, lo amorfo, lo desmesurado, lo expansivo se disparan por un detonador que permite pensar más allá de los límites conocidos. En la otra orilla, la necropolítica es uno de los ejes de la gestión biopolítica, donde la disertación teórica capitaliza un endo-racismo en pleno trayecto, al enfrascarse en el feminismo de ciertas conductas que se establecen gradualmente. Sayak es el nombre para sus apariciones performáticas, un intenso transitar por las latitudes confinadas en una intervención urbana, pues lo cuir permite el cuestionamiento del mórbido peatón, curioso con la construcción identitaria de los sujetos sociales. Morir es una solución por desobedecer el mandato biologicista de resignarse a vivir en un cuerpo cuyo género ha sido asignado médicamente. Esta lacra social es la propagación de la modernidad colonial occidental, que se habla de cara con la efigie talibán y que sigue en expansión como lo haría otro cáncer más. Realmente, esta especie putrefacta de ignorantes complacidos no quiere despejar la única incógnita que le impide escapar de la antigüedad.
Decirse a sí mismos y con especial ahínco, feminizados, podría parecer una construcción cultural biointegrada (Sayak, 2010) deliberadamente antiasimilacionista, frente a ese rancio esencialismo biológico disfrazado de feminismo trans-exclusionista. Hoy, las relaciones de género y desigualdad son un eje estructural del sistema, que coloca corporalidades y sexualidades al proyecto común y recupera este objetivo común de sostenibilidad de la vida para complejizar las relaciones entre los géneros y desesencializar al sujeto del feminismo, para que éste no sean sólo las mujeres cis, blancas y heterosexuales. El objetivo de sostenibilidad de la vida exige necesariamente una forma de desubjetivación, un arrancarse de sí, para construir una nueva subjetividad colectiva, que al fin y al cabo no dejaría de ser una alianza de identidades segmentadas. Preciado habla de la transformación de «los dominios moleculares de la sensibilidad, de la inteligencia, del deseo»2 y de acabar con la clínica y con tanta subjetividad oculta en la biopolítica. Desde esa diáspora rabiosa los cuerpos imposibles abandonan la política de la muerte para conformar una armada de amantes. Para preciado la revolución cuenta con una nueva internacional somatopolítica hecha de alianzas sintéticas y no de vínculos identitarios.
Nuestras elecciones vienen delimitadas por nuestras propias lecturas, experiencias, influencias, afinidades, vínculos, alianzas y deseos, que a la hora de sumar el activismo queer, la construcción cultural emerge de una polifonía de voces horizontales. La inserción de las transexuales en el movimiento feminista ha llevado a un ocultamiento de la asimetría entre hombres y mujeres, pero dicho encaje apenas trastoca la invisibilidad de las desigualdades de género estructurales. La información fluye y se transforma en el mismo feminismo unitario, perdiendo su fuerza y su eficacia, pero no así a su resonancia mediática. En relación a las resistencias transmigrantes se nos había ido construyendo un movimiento más reflexivo, bioético y excluyente por sí mismo. La manada insurgente proviene de la abuela patriarcal pasando por la madre feminista y la nieta queer, cuya tendencia es el resultado evolutivo a través de esa necesidad de autoafirmación y confrontación política del feminismo intempestivo. El simbolismo fluido de este pensamiento crea las condiciones para que se produzcan cambios tanto en el orden social como en el categorial, por tanto, vienen a configurar nuevas dimensiones de la reflexión y la praxis política. Aunque siendo más críticos, en realidad se reconstruye una genealogía en las que el propio ensayo busca ensayarse. Como bien señala con la misma tensión crítica Frans Martínez (2019) Entre el Ser real y el simbólico se ha construido una ley de incondicionado absoluto, una especie o deidad imaginaria que ayuda a diseñar una figura obscena y significante del deseo, para suscitar delirios e ilusiones varias con las que delimitar la memoria y hedonizar el pensamiento.
5. QUE SUENEN LOS CUERPOS
La entrada en escena de estos cuerpos no ha sido indiferente a los aparatos de control ni al resto de la humanidad, pero la emergencia de nuevas resistencias precarias representa una cuestión de posibilidades para la acción política que incide de manera directa en las estructuras sociales de la opresión. Si de denominara de otra forma más poética y elevada, la corporalidad simbólica asumiría de manera colectiva la interiorización del modelo más ilustre. El nombrarse es importante, más allá del juego informal de situarnos con prefijos «post-» o «trans-» y de expandir estrategias y de distinción de tendencias, que se anteponen sobre un fenómeno novedoso, sin narrativa previa. La demarcación simbólica de lo social crea límites entre lo permitido y lo prohibido, de lo posible y lo imposible, mientras en su dimensión simbólica la posibilidad de ser reconocido forma parte de continuidad y enriquecimiento necesarios del imaginario colectivo. Es justamente lo visible lo que se aprecia legible, dice Bordieu (2003) en su orden simbólico, como una imagen que se ajuste a la lógica, ya predeterminada socialmente. Se pretende encontrar una nueva tradición de la discontinuidad, no solo un cuestionamiento de la autoría primando el ideario de una asociación y sus resultados. La razón por la que lo cuir debe construir un canal idóneo de difusión no puede ser otra que la de ofrecer un mensaje edificante en circulación, que se caracterizase por la naturaleza cambiante de la cultura. El ciberespacio irrumpe con fuerza y es una oportunidad de introducir consignas y nuevas preguntas, como forma de contrarrestar aquellas voces que en aras de mantenernos apartadxs, excluidxs de “su” sistema social-cultural.3 Nos preguntamos, tanto por lo expropiado como por lo reapropiado como colectivo trans, no ya como un proceso informal, sino como algo completamente organizado y asumible por un contexto de defensa minoritaria, antes de lanzarse a la odisea de la igualdad en toda forma y movimiento.
El enfoque constructivista lo conformaron posteriormente una red trans, bajo el proyecto político y las posibilidades que se abrieron ya desde los inicios para trazar las conexiones entre el discurso trans* y algunos feminismos con capacidad para reconocerse. La aparición pública de un discurso en torno a las identidades trans* nos lleva a considerar el acceso a cierto grado de legitimidad social, sobre todo en términos científicos y de innovación social. Pasamos de una legitimidad médica y bioética a una legitimidad que se disputa en el terreno de la biopolítica, y concretamente en acciones de hegemonía interna. La reafirmación explícita de un garantista movimiento transfeminista había surgido desde una base feminista autónoma radical; nuestra colaboración independizada dota de contenido al transfeminismo desde una perspectiva del sufrimiento reconvertido en voluntad de poder. Las realidades trans* e intersex prefiguran ciertos hitos de conquista oficialistas, de modo que la perspectiva de la diversidad como una afección orgánica se verá soterrada en todos los escenarios posibles. En el ámbito transfeminista, la dicotomía naturaleza/cultura huele a gamuza y a desinfección, en la medida que dejan de lado a aquellas otras minorías excluidas, que se mueven en los márgenes de la legalidad. Se hace necesaria una permanente reflexión sobre cuestiones ideológicas, sobre el peso de lo simbólico en el imaginario colectivo, donde el objetivo fundamental de imaginar un mundo diferente implica mucho valor.
En primer lugar, la práctica o queerness induce al atravesamiento de nuestras historias con unas vivencias de supervivencia y prácticas que nos permitieran posicionarnos de manera autocrítica. Esto ha significado orientar los traslados a lugares que pensábamos marginales, con la sorpresa de hallar el ideal de pertenencia en forma de grial, que nuestra opción identifica por posicionamientos transfronterizos.4 A partir de aquí, al frenético individualismo venidero hay que maquillarlo con propuestas atrevidas, que de paso deje de ser una utopía a construir. En segundo lugar, aquellas prácticas e identidades más avanzadas articulan medios de autonomía económica, más allá de la sombra del arco iris. El emprendimiento sigue encontrando fórmulas para situarse en el mundo de forma creativa, visibilizando la contraprogramación del empresariado rosa y manteniendo vivo el espíritu de Stonewall, a pesar de opiniones desencantadas por falta de perspectiva. Aunque se asegure que el sistema siempre gana con pequeños grandes cambios para que todo siga igual, nada permanece. Por eso hay que ver entre líneas la distancia recorrida y las evidencias que ya no se pueden negar, pues hasta los grandes imperios sufrieron muchas bajas y se olviden de su propio crecimiento. En las múltiples formas en las que se presenta, este conflicto identitario adquiere un carácter de dilema, en el sentido de que hay que elegir y de que no hay una solución única ni sencilla. El género se lleva mal con las matemáticas al estar tan situadas en lo concreto; de otro lado, desde la aparición de los estudios feministas y los estudios queer en las universidades han supuesto un acicate importante para materializa la tensión entre la creación y la difusión de herramientas que nos permiten pensarnos desde lo cuir.
En última instancia, aquellos traficantes de sueños contribuyen a la liberación de contenidos, gracias a las redes difusas y su alcance en el relieve sinuoso de los nuevos planos de la existencia, desmienten su imagen común en <pro> de una «última batalla» contra la gentrificación5 no solo urbana, también de género. El sentido social de ésta, no solo es una construcción que tiene lugar a través del vocabulario del mito de la frontera, su lenguaje viene a ser una suerte de imaginario iconográfico que trata de domesticar el ambiente urbano. Aquí, la noción de «frontera» tiene pretensiones de ser una filosofía personal y textual donde lo sensorial se vuelve esencial. El diseño social recoge el guante de las fantasías globales de volver a ser los dueños del mundo, pero reaplicando una naturalización de la historia urbana. La idolatría de la naturaleza6 fue concebida como una válvula de escape o cuir, ya que la alternativa invitaba a su comparación como agravio comparativo. Puede que una ideología de la frontera fuera invisible ante los ojos de la respetabilidad, a fin de capitalizarla ausencia total de auto- reflexión política, ya que nada puede forzarnos a la privatización de nuestras necesidades sociales, ya que no ha sido políticamente correcto discriminarnos, pero a poco que el talento y el conocimiento gentrifiquen la única forma de liberación posible, la estereotipación de la comunidad, habrá sido sepultada y sellada en un montón de páginas reciclables con nuestras nuevas condiciones de vida. Podemos imaginar y conseguir que constelaciones complejas se dispongan entre lo individual y lo colectivo sin acritud, en gran medida que se precien con identidades y roles algo confusos, pero siempre que sean motivo de vanguardia en una posición marcadamente contradictoria.
6. REFERENCIAS
Bourdieu, Pierre (2003) Un arte medio. Ensayo sobre los usos sociales de la fotografía, Barcelona: Gustavo Gili [1965]
Castillo, Alejandra (2016) Disensos feministas. Santiago de Chile: Palinodia.
Colin Renfrew (1982) C. Towards an Archaeology of Mind: an Inaugural Lecture delivered before the University of Cambridge. Cambridge University Press.
___________(1993) “Cognitive Archaeology: Some Thoughts on the Archaeological Thought”. Cambridge Archaeological Journal, 3(2) 248-250.
Damasio, A. (2010) Y el cerebro creó al hombre. Barcelona: Ed. Destino.
Martínez-Pintor, Frans (2019) Soliloquios del Ser Trans-entitativo. Monólogos imaginarios. La Massana: Paraula Edicions.
Morales, Cesáreo (2010) ¿Hacia dónde vamos? Silencios de la vida amenazada, México: Ed. Siglo XXI.
Pérez, Kim: «¿Mujeres o trans? La inserción de las transexuales en el movimiento feminista». Ponencia presentada en las Jornadas Feministas Estatales de Córdoba del 2000.
Preciado, Beatriz (2014) Decimos revolución. Prólogo de Transfeminismos Epistemes, fricciones y flujos. Edita Txalaparta.
Valencia, Sayak (2010) Capitalismo Gore (Barcelona: Editorial Melusina, 50.
Valencia Triana, Margarita (2017) (Coordinador(es)) Memoria Queer/cuir: Usos Materiales Del Pasado, Narrativas Postglobales E Imaginarios Del Sur Global (coordinadora De Revista Vol.16, 2017) España, EDITUM.
Villaplana-Ruiz, Virginia (2008) Global representation, gender and forms of violence. The video essay in the digital age. En: Marina Grzinic, Rosa Reitsamer (ed) New Feminism: Worlds of feminism, queer and Networking Conditions. Locker Verlag, Vienna. Austria, pp. 357-369.
[...]
1 Analista científica y Generóloga (Germanía Queerness) en UCCbioethicLAB Node d´ Investigació
2 Ver Haraway, Donna, SF: Speculative Fabulation and String Figures, Documenta (13), Hantje Cantz, Kassel, 2011.
3 Ponencia de Kim Pérez sobre la inserción de las transexuales en el movimiento feminista.
4 Fuente: textos de ideades troyingmuros.
5 No obstante, este fenómeno presenta una notable diversidad contextual que exige ser matizado en cada ciudad, como han señalado autores como L. Lees y T. Maloutas.
6 El ser humano tiene la necesidad de rodearse de ídolos y gradaciones desmedidas, sea del tipo que sea, cuando pocos estamos libres de no tener un ídolo al que adorar.
- Quote paper
- Dra. Ciencias Sociales Michaelle de fran Martínez (Author), 2020, Análisis cuir en un intento de comprensión de las conductas simbólicas, Munich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/541301
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